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CAPÍTULO 3

LA AMAZONIA DE COLOMBIA

 

La Amazonia colombiana, una de las cinco grandes regiones naturales del país —Caribe, Andina, Pacífica, Orinoquia y Amazonia— alberga, como toda esta gigantesca región suramericana, variados ambientes ecológicos y biogeográficos que la hacen difícil de demarcar, pues su naturaleza sobrepasa los límites administrativos y políticos creados por el hombre, como también los de la cuenca hidrográfica y los del bioma de selva húmeda tropical de tierras bajas. Tampoco se puede determinar con precisión cuál es el alcance de la distribución de especies de fauna y flora, debido a que no tienen un área de vida estricta, como lo demuestran los estudios florísticos del botánico Alwyn Gentry, quien comprobó que hasta una altitud aproximada de 1.500 m, la composición del bosque andino, donde abundan las leguminosas, es bastante similar a la de las selvas bajas amazónicas que crecen en terrenos relativamente fértiles.

Como cuenca hidrográfica, la Amazonia incluye los afluentes que bajan de las cordilleras Central y Oriental y los que nacen en medio de la planicie o de los tepuyes; entre los relieves de la cuenca se manifiestan la cordillera andina, las zonas onduladas del piedemonte, la gran planicie y las formaciones de rocas areniscas del Escudo de Guayana; la cobertura vegetal está compuesta por ecosistemas de montaña —páramos, bosque nublados y selvas de tierras bajas—, de selva húmeda tropical —selvas de altillanura y selva inundables—, de vegetación propia de los antiguos reductos de Guayana y de vegetación de sabana o Caatinga.

Una de las delimitaciones de la Amazonia colombiana, planteada con un criterio biofísico, es la que propuso en 1990 Jorge Hernández Camacho, reconocido biólogo y autoridad mundial en ecología:

«Su límite norte se sitúa en la divisoria entre la cuenca del Orinoco y la Amazónica, la cual se inicia en la Cordillera de los Picachos —ramal suroriental de la cordillera Oriental—, o límite natural o arcifinio parcial de los departamentos de Caquetá y Meta; continúa hacia el oriente por los interfluvios entre el caño Losada y el río Mecaya —alto río Apaporis—, entre los ríos Guayabero y Unilla, Inírida y Vaupés, Isana y Guainía —alto río Negro—, y entre el Atabapo y el Guainía en la frontera colombo–venezolana —denominado río Negro a partir de su confluencia con el caño o Brazo Casiquiare— hasta frente a la Piedra del Cocuy o de Cucuí. Desde allí la frontera colombo–brasileña marca el resto del límite oriental de la Amazonia colombiana. Desde el extremo suroriental del Trapecio Amazónico hacia el occidente, el límite lo constituye el alto río Amazonas —o Marañón— en un tramo de 116 km, en la frontera con el Perú —porción más meridional del territorio colombiano—. Al sur, el río Putumayo sirve como límite natural de Colombia, con Perú y Ecuador. Hacia el suroccidente, el límite continúa con la frontera colombo-ecuatoriana por el río San Miguel —hacia arriba de la desembocadura del San Miguel en el Putumayo— hasta la quebrada del Pun y el río Chingual —tributario del río Aguarico, afluente del Napo—. Por el occidente y noroccidente, la cuenca amazónica está delimitada por la cresta de la Cordillera Central, desde la frontera colombo-ecuatoriana hasta el Nudo de Almaguer y desde allí hasta el punto donde se origina la Cordillera de los Picachos. Así concebida la Amazonia, incluye en su totalidad los departamentos del Caquetá, Putumayo y Amazonas y gran parte de los departamentos de Guainía, Guaviare y Vaupés, una pequeña porción de los departamentos del Meta y las porciones surorientales de los departamentos de Cauca y Nariño».

El profesor Hernández aclara que el límite entre la Orinoquia y la Amazonia tendría que buscarse siguiendo el curso del río Guaviare, pero incluyendo toda la franja de selvas grandes de fisonomía amazónica que lo bordean y también toda la selva del sector de la serranía de La Macarena, que tiene mayor afinidad en fauna y flora con la del Caquetá.

De acuerdo con los estudios del SINCHI —Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas—, la Amazonia ocupa 477.274 km2, de los cuales 22.030 km2—4,7%— corresponden a los biomas de montaña andina; la mayor superficie, 309.988 km2—64,9%—, está cubierta por selva húmeda ecuatorial de tierra firme; el 12%, es decir, 57.388 km2, son selvas inundables; las sabanas amazónicas con sus Caatingas ocupan 16.042 km2—3,4%—; las formaciones rocosas y los tepuyes, incluida la serranía de La Macarena comprenden 71.825 km2—15%—.

De la flora amazónica se han registrado 6.249 especies. La diversidad faunística de la Amazonia colombiana está compuesta por 674 especies de aves, 158 de anfibios —118 endémicos—, 195 de reptiles con un endemismo, 212 de mamíferos y 753 de peces. Son 79 las especies amenazadas: 24 de mamíferos, 23 de aves, 15 de reptiles, 14 de peces y 3 de anfibios.

FORMACIÓN DE LA AMAZONIA COLOMBIANA

La gran llanura amazónica colombiana se formó a partir de un grueso fondo de sedimentos arrastrados desde las montañas de los Andes recién emergidas y depositados en un antiguo mar interior. En el Cretáceo inferior, entre 140 y 100 millones de años, el mar depositó grandes cantidades de sedimentos y durante el Cretáceo superior, es decir desde los 100 hasta los 65 millones de años, se incrementó la sedimentación marina sobre lo que más tarde sería la cordillera Oriental, lugar donde surgieron extensas zonas pantanosas que generaron grandes cantidades de materia orgánica que más tarde formaron los mantos de carbón de la cordillera; mientras tanto, en el pie del Escudo Guayanés, que en ese momento formaba parte del litoral, comenzaron a depositarse arenas. Desde los 25 hasta 12 millones de años, en el Mioceno inferior y medio, se presentó un nuevo incremento en el nivel del mar —trasgresión—, que inundó la depresión sub–andina y los sedimentos depositados en la extensa planicie —rocas volcánicas ácidas y areniscas—, entre la cordillera Central y el Escudo Guayanés, se levantaron en diferentes eventos tectónicos, interrumpidos por períodos de relativa calma, lo que permitió formar superficies planas, con diferentes características de sustrato. El levantamiento de la cordillera Oriental de los Andes colombianos fue uno de los acontecimientos geológicos más extraordinarios del norte de Suramérica, iniciado hace 12 millones de años, cuando la compresión ejercida por la placa tectónica oceánica sobre la masa continental sólida del Escudo Guayanés, provocó el penúltimo levantamiento de la cordillera Oriental, con la consecuente formación de su piedemonte. Los estudios del investigador Thomas Van der Hammen, revelaron que el mayor levantamiento de la cordillera ocurrió hace entre siete y cinco millones de años y que la cadena montañosa alcanzó su altura actual hace unos tres millones de años, con lo cual se configuró el relieve andino y amazónico y se determinó el cauce de los ríos.

En el extremo sur del país, la actividad volcánica de la cordillera de los Andes modeló la vertiente amazónica y la ceniza expulsada por los volcanes llegó hasta la cordillera Oriental, donde originó suelos ricos, profundos y negros, con alto contenido de materiales orgánicos y minerales, que los hizo diferentes a los de la planicie amazónica, pobres en nutrientes. Una vez edificada la estructura de este enorme sistema montañoso, los factores climáticos y sus fuertes fluctuaciones durante el último millón de años, período en el que se presentaron en la Tierra 10 ciclos glaciales —fríos y secos—, intercalados con épocas interglaciales —cálidos y húmedos—, comenzaron a erosionar intensamente la vertiente y se originaron nuevas formas del paisaje montañoso, como cañones profundos, terrazas aluviales, laderas escarpadas y pequeños valles.

En la tierra ancestral de los indígenas pastos y quillacingas, departamento de Nariño, sur del territorio colombiano, la majestuosa cordillera de los Andes presenta la compleja formación volcánica denominada Nudo de Los Pastos, de donde se desprenden las cordilleras Occidental y Central. El sur de la vertiente amazónica está coronada por el páramo de Palacios —3.500 msnm—, donde nace el río Churruyaco; hacia el norte se encuentra La Cocha o Lago Guamués, una de las lagunas más importantes de la cuenca, asentada sobre un extenso altiplano lacustre a 2.820 msnm, donde crece uno de los páramos más bajos del país. En el nororiente de la laguna emerge una pequeña isla declarada Santuario de Fauna y Flora, la Isla de La Corota, que gracias a su aislamiento conserva bosques representativos de las selvas andinas, con árboles de encenillos, canelones y cucharos. La laguna desagua a través del Guamués, uno de los pocos ríos navegables de la planicie antes de su vertiginoso descenso por la escarpada vertiente amazónica, hasta entregar finalmente sus aguas al río Putumayo.

Aproximadamente a 25 kilómetros hacia el noreste de la laguna de La Cocha, a 2.000 m de altitud, en el departamento de Putumayo, se encuentra el pequeño altiplano de Sibundoy, que guarda una gran riqueza cultural, puesto que en él habitan prácticamente todos los indígenas kamsá que quedan en el país y una tercera parte de los inga, culturas muy apreciadas por su conocimiento tradicional en el manejo de plantas medicinales y mágicas. Los taitas o curacas son expertos en el uso del yagé, una planta que produce efectos psicotrópicos, denominada bejuco del alma, que purifica el cuerpo y el espíritu y que también es utilizada con fines ceremoniales por otras culturas amazónicas, como los andaquíes, cofanes, sionas y huitotos.

Muchas de estas plantas sagradas han sido mantenidas en las chagras y el sabio o curaca conoce el poder curativo de cada una de ellas y las cuida celosamente en su huerto, mientras prepara a los sinchi —jóvenes sabios— para heredar este conocimiento. Para proteger dicha cultura y su biodiversidad, el gobierno declaró el Santuario de Flora Plantas Medicinales Orito–Ingi Ande, como nueva área natural destinada a conservar los ecosistemas de selva amazónica en un gradiente que va de los 700 a los 3.300 metros de altitud. Otra área protegida en el Putumayo es el Parque Nacional Natural La Paya, encargado de preservar las selvas de la planicie inundable de ríos de aguas blancas como el Putumayo y el Caquetá, de origen andino, y ríos de aguas negras de origen amazónico como el Caucayá y el Sencilla.

Al norte del nudo de Los Pastos en la cordillera Central se forma el Macizo Colombiano o Nudo de Almaguer, de donde se desprende la cordillera Oriental. En esta formación, donde el suroriente del departamento del Cauca se proyecta hacia la Amazonia a través de la denominada Bota Caucana, nace el río Caquetá de aguas cristalinas y oxigenadas, alimentadas por afluentes que descienden del sistema montañoso de los páramos de El Letrero, Cutanga y La Soledad, como los ríos Verdeyaco, Mandiyaco y Fragua; los bosques originales que antes poblaban la planicie del páramo de Las Papas a 3.000 m de altitud, se componían de maderas finas de pino colombiano, motilones, aguacatillos, quinas y cedros, que actualmente son maderas escasas. Los Parques Nacionales Naturales de Alto Fragua Indi Wasi y Serranía de Los Churumbelos Auka Wasi, constituyen una importante área de conservación de los ecosistemas de flora y fauna, representativos de la vertiente andina amazónica y sitios de asentamiento para las etnias ingas y yanaconas.

El departamento de Caquetá, con un área de 88.965 km2, es totalmente amazónico y Florencia, su capital, con una población de 142.123 habitantes, crece aceleradamente. Con aguas abundantes y cristalinas como las de los ríos Hacha, Caquetá, Caguán, Guayas, Yarí, Apaporis y Orteguaza y grandes humedales que sirven como refugio para la avifauna amazónica, como las lagunas del Chairá y de Beicochará, el departamento presenta cuatro subregiones: la zona montañosa, que va de la divisoria de aguas en la cumbre de la cordillera, hasta los 700 m de altitud; el piedemonte, desde los 700 hasta los 300 m de altitud, que es la más densamente poblada y concentra las mayores ganaderías; la planicie amazónica, con una topografía de lomerío alternada con llanuras, que se extiende hacia el sur a lo largo del río Caquetá; y finalmente la llanura amazónica extensa y escasamente poblada, que alberga los grandes complejos de mesas y serranías del Macizo Guayanés, como la serranía de Chiribiquete.

El sur del departamento de Meta, que incluye la serranía de La Macarena, es un lugar donde confluyen elementos de flora y fauna de la selva húmeda tropical del Amazonas, andinos y orinocenses. Debido a la complejidad ecológica de la región, se decretó un área de manejo especial, integrada por cuatro Parques Nacionales Naturales: Serranía de La Macarena, Tinigua, Cordillera de Los Picachos y Sumapaz, que forman un extenso corredor ecológico donde hay lugares de gran belleza como Caño Cristales, cuyas aguas presentan tonos rojos debido a las plantas acuáticas carentes de raíces, que crecen en su lecho y el valle del río Santo Domingo con cascadas de gran altura que caen de los peñascos graníticos.

Los departamentos de Guaviare y Guainía tienen buena parte de su territorio en la zona de transición entre la Orinoquia y la Amazonia, con una fuerte influencia geomorfológica del Escudo Guayanés y una densa cobertura de selva húmeda. San José del Guaviare es la puerta de entrada a la jungla y a partir de allí conforma una cuña de colonización que se profundiza en la selva, pasa por territorios de resguardos indígenas sikuani, guayabero, desano, cubeo y carijona y atraviesa la serranía de Tunahí.

Finalmente, los departamentos de Vaupés y Amazonas, surcados por grandes ríos de aguas blancas, como el Caquetá, Putumayo y Amazonas y algunos de aguas negras que nacen en los tepuyes y en su curso forman impresionantes raudales, como el Yarí y el Apaporis, debido a su aislamiento, estas zonas son las que presentan el bioma de selva amazónica en mejor estado de conservación .

 
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