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CAPÍTULO 5

YUMA O
EL
MEDIO MAGDALENA

 

La cuenca central del Magdalena o región del Magdalena Medio —Yuma, en lengua Karib—, que está comprendida entre los rápidos de Honda y la población de La Gloria, puede ser subdividida en dos grandes sectores, que a pesar de tener características ambientales similares, reciben la influencias de diferentes accidentes geográficos; el sur, entre Honda y Barrancabermeja, está relacionado con las cordilleras Central y Oriental y el norte, entre Barrancabermeja y La Gloria, con la depresión Momposina. Dentro de esta área se destacan las formaciones de la serranía de San Lucas que aparentemente es el remate de la cordillera Central y las selvas de los alrededores de Barrancabermeja.

EL VALLE MEDIO DEL MAGDALENA

En el Magdalena Medio se encuentran los pisos térmicos medio y cálido, con temperaturas promedio ligeramente superiores a los 24ºC y un régimen de precipitación bimodal similar al del resto de la región Andina, lo que genera dos períodos de lluvia, alternados con dos secos; en términos generales, la precipitación disminuye en dirección occidente–oriente, como lo señalan los registros pluviométricos de Cocorná —4.853 mm/año—, San Luis —5.000 mm/año—, Río Claro —3.300 mm/año— y Puerto Triunfo —3.000 mm/año—. La primera temporada invernal se presenta entre marzo y junio, con un pico máximo entre abril y mayo; le sigue un período seco hasta agosto y desde septiembre, cuando retornan las lluvias, con máximas precipitaciones entre octubre y noviembre, hasta diciembre, se presentan las más fuertes del año.

Del flanco oriental de la cordillera Central, el Magdalena Medio recibe aportes de las cuencas de los ríos La Miel, Samaná, Río Claro, Cocorná y Caldera. Por el flanco occidental de la cordillera Oriental le confluyen los ríos Negro, Carare, Opón, Sogamoso y Lebrija y un centenar de quebradas que caen desde las estribaciones de ambas cordilleras y de la serranía de San Lucas.

FLORA

En esta cuenca media se encuentran algunos ecosistemas de características especiales. A lo largo del valle se destacan los bosques secos al sur y su transición gradual hacia bosques húmedos tropicales, a la altura del Carare-Opón, donde se localizan los últimos relictos de los bosques típicamente magdalenenses.

En la temporada lluviosa, el bosque seco tropical presenta una fisonomía similar a la de la selva húmeda, pero en el verano los árboles dominantes pierden su follaje y el dosel se torna grisáceo; durante este período que puede prolongarse durante cinco o seis meses, los estratos inferiores del bosque reciben directamente los rayos del sol; es entonces cuando ocurre una abundante floración estimulada por el aumento de la temperatura y la luminosidad. En el Magdalena Medio subsisten una serie de comunidades que, de acuerdo con la fluctuación de las precipitaciones —entre 500 y 1000 mm al año—, la altitud sobre el nivel del mar —entre los 300 y 400 msnm— y la temperatura media —entre los 25 y 28 °C—, varían de bosques hipersecos a bosques más húmedos. Generalmente se encuentran sobre terrazas aluviales y en terrenos con relieve plano a ligeramente ondulado.

El bosque seco tropical es el ecosistema más alterado de Colombia. Los relictos de esta formación vegetal no alcanzan en la actualidad más del 1% de lo que existía a la llegada de los españoles; puede decirse que este ecosistema es el que tiene mayor riesgo de desaparecer en el país, durante los próximos 10 años, pues muchas de las regiones donde se desarrolla, son utilizadas para la ganadería y el pastoreo y están en un proceso de desertización.

La selva húmeda tropical prístina está restringida en la actualidad a los municipios de Yacopí, Otanche y Puerto Boyacá, en el norte del departamento de Cundinamarca y el occidente del departamento de Boyacá, en las estribaciones de la cordillera Oriental. Este ecosistema hace parte del bosque húmedo tropical y del bosque muy húmedo premontano, localizados entre los 800 y 1000 msnm, con una precipitación media de 2.500 mm al año y una temperatura de 20 °C.

Las especies más características y de mayor valor de los bosques húmedos del Magdalena medio son el guacamayo, cabo de hacha, cedrillo, lechero, sapán, abarco, ámbar, caracolí, ceiba amarilla, caoba, sangretoro y guayacán hobo. Estos árboles de gran porte crecen sobre suelos muy variados, generalmente del tipo aluvial con drenaje entre bueno e insuficiente y sobre suelos pertenecientes a terrazas pleistocénicas y pliocenas, con propiedades físicas y químicas muy pobres, aunque con altos contenidos de materia orgánica y drenajes de regulares a buenos.

A pesar de que existe un gran desconocimiento acerca de la formación vegetal relictual y su diversidad, se ha podido establecer que hay 41 especies diferentes de porte arbóreo que corresponden a 24 familias distintas. Las que tienen mayor representación son las de las familias Euphorbiaceae, Moraceae y Rubiacea.

Por su alta diversidad y por tener especies forestales de portes apreciables y de alto valor comercial en el mercado maderero, estos bosques tropicales son explotados selectivamente, lo cual altera el ecosistema y pone en peligro de extinción la alta biodiversidad de la zona.

FAUNA

La fauna silvestre se constituye en uno de los elementos fundamentales en el funcionamiento de esta gran región, que como unidad biogeográfica no puede ser separada del complejo lagunar cenagoso del norte del valle del Magdalena, ni de los sectores andino fluviales de los piedemontes cordilleranos, los cuales tienen una gran afinidad con las selvas del Chocó biogeográfico y del Urabá antioqueño.

El Magdalena Medio alberga una avifauna extremadamente rica y diversa, influenciada por especies migratorias que llegan desde Norteamérica en busca de condiciones más favorables durante el invierno y por familias endémicas que han llegado a un alto grado de adaptación. Entre las aves más características del sector se encuentran el gavilán cenizo, la garza azul, la real y la blanca, la tórtola azul, el garrapatero, el cardenal, el periquito, la gallina de monte, la chorola petirroja, el cucarachero, el colibrí ermitaño y el pespirito copete gris.

En la partes bajas del valle, que tienen buen estado de conservación, se encuentran algunos caimanes agujos; abundan las babillas, las pródigas tortugas tapaculo y las iguanas de gran porte.

Entre los mamíferos sobresalen varias especies de murciélagos, algunos de ellos habitantes del dosel selvático y de hábitos pescadores y gran variedad de primates como el mico colorado, el tití cabeza blanca, el tití piel roja, el mico capuchino y la marimonda. En los sitios con mayor densidad de selvas es posible encontrar algunos de los felinos propios del país, como el jaguar, el ocelote, el tigrillo, el gato colorado y el puma; otros animales como el zorro de monte, la comadreja, la taira, la ardilla roja, el guatín o ñeque, el conejo cariblanco, el perro de agua, el venado, el chigüiro, el oso hormiguero, el cusumbo y la danta, son sólo una pequeña muestra de la prodigiosa diversidad del Magdalena Medio.

EL HOMBRE

Registros arqueológicos procedentes del valle medio del río Magdalena, demuestran que esta región constituyó durante varios milenios una ruta migratoria natural. Uno de los casos más sobresalientes está relacionado con la infinidad de grupos tribales que, localizados a lo largo del río, habían logrado una especial adaptación a las difíciles condiciones de la selva tropical.

Una de las manifestaciones culturales más interesantes de los pueblos que habitaron la hoya media del río Magdalena, tiene que ver con la profusión de vestigios asociados a la muerte, aspecto que Gerardo Reichel-Dolmatoff, denominó «Horizonte de urnas funerarias», correspondiente a manifestaciones de tipo ritual, en el que se practicaban enterramientos en grandes recipientes cerámicos cuyas tapas tenían figuras humanas sentadas sobre banquillos y representaciones de aves y de jaguares. El estilo de las urnas de la zona norte, en Tamalameque, difería notablemente del de la zona sur, en Honda y Calzón de Oro.

De acuerdo con el profesor Reichel-Dolmatoff, las representaciones de un cuerpo humano con rostro y extremidades, en la tapa de las urnas, representa el regreso del cadáver al útero materno, el renacimiento. En unos casos la figura aparecía como la esfinge del muerto, sentado en posición rígida con las manos sobre las rodillas y en otros, con cuencos en una mano, como ingiriendo alguna bebida alucinógena, lo cual podía representar el trance chamánico.

El esquema habitacional del valle medio del Magdalena, tenía una pauta semirribereña, pues como estrategia defensiva, los indígenas construían sus viviendas un poco retiradas de las arterias fluviales, en lo alto de una colina. Se han encontrado plantas de viviendas elípticas, muy similares a las malocas de selva húmeda tropical, con un espacio único polifuncional de 60 a 70 m2, donde se cocinaba, tostaba, almacenaba y se servían los alimentos. Numerosas manos de moler y metates indican el empleo generalizado del maíz como parte fundamental de la dieta que, al parecer, se complementaba con yuca amarga, frutos, presas de caza y pesca.

A su llegada, los españoles encontraron infinidad de grupos: panches, pantagoras, sutagaos, yareguíes, colimas, muzos, tapajes, carares, opones y carates, quienes les opusieron durante más de siglo y medio, la más fuerte resistencia que encontraron en todo el país; incluso algunos lograron sobrevivir en las selvas del Opón-Carare hasta el año de 1954, cuando el proceso de colonización mestiza y campesina se agudizó y trajo consigo la deforestación y fragmentación de la mayor parte de los ecosistemas selváticos.

LA SERRANÍA DE SAN LUCAS

Esta serranía, biológicamente independiente de la cordillera Central y enclavada entre las dos principales arterias fluviales, es una de las montañas más aisladas y desconocidas del país. Su territorio fue generado por los sistemas orogénicos de Palestina-Cimitarra al sur y por el de San Lucas al norte y está compuesto por rocas ígneas y metamórficas de edad jurásica, con una gran cobertura sedimentaria.
Se encuentra incrustada en el complejo cenagoso de la Mojana y orientada en sentido norte–sur, paralela al río Magdalena. Presenta alturas máximas de 2.000 msnm, un área aproximada de 200 km2 y un ancho promedio de 40 km. En sus cumbres las vertientes son largas y empinadas y en las estribaciones el relieve esta compuesto por colinas y ondulaciones suaves.

En la serranía de San Lucas se encuentra una de las mayores y mejor conservadas concentraciones de bosques higrofíticos o selva húmeda de piso cálido, ecosistema que presenta una de las mayores diversidades bióticas del país y una gran proporción de endemismos. Esta densa formación vegetal que aún subsiste en la parte baja de la serranía, está compuesta por especies que, como el abarco, el aceite de maría, el aceituno, el caracolí, el corcho, el carretillo, el carreto, el comino, el hobo, el mazábalo, el sapán y el caraño, han sufrido un furte proceso de extracción en otras áreas del Magdalena Medio, por su valor comercial. En la región próxima a los ríos Opón y Carare se presentan estratos arbóreos de 20 m de altura, con algunas especies emergentes que alcanzan los 35 m; se trata de selvas muy heterogéneas con predominio de anón, almendrillo, escobillo, lecheperra y morino.

En las partes altas de la serranía se encuentran selvas subandinas, en las que algunos elementos como las lauráceas y los robledales, están mezclados con otros de tierras bajas. Debido a los procesos de colonización que se han dado en la serranía durante los últimos años, el cultivo del café ha empezado a desplazar este tipo de bosques.

En la parte norte y noroccidental, se localizan bosques tropicales caducifolios, en los cuales, durante los períodos prolongados de sequía, que generalmente van de diciembre a marzo y de junio a agosto, la mayor parte del arbolado pierde su follaje; durante la temporada de lluvias el bosque renueva su dosel y su aspecto se torna exuberante. La fisonomía de este tipo de formación vegetal es menos desarrollada que la del bosque húmedo y su dosel alcanza alrededor de los 20 m de altura, con estratos menores entre 10 y 15m. Como elementos característicos se destacan el caracolí, indio desnudo, ceiba, algarrobo, guayacán, hobo, campano, guamacho, lata de corozo, dividivi, naranjito, camajarú, trupillo, olivo, indio bravo, ceiba blanca, ceiba colorada, ceiba bonga y malambo.

TORA O BARRANCABERMEJA

En las proximidades de la ciénaga de San Silvestre y de la serranía de San Lucas, en la margen oriental del río Magdalena, con una altitud de 75 msnm, se encuentra Barrancabermeja. Este puerto fue descubierto por Gonzalo Jiménez de Quesada, quien arribó al caserío indígena que en ese entonces llamaban Tora y desde allí tomó la decisión de cambiar su rumbo hacia las estribaciones de la cordillera Oriental y al altiplano de donde venían objetos de cerámica, oro y especialmente panes de sal.

Esta zona que pertenece a la provincia húmeda y subhúmeda, tiene una temperatura superior a los 24 °C y un promedio anual de lluvias entre los 1.000 y 2.000 mm al año. La vegetación del área de influencia de la ciénaga y de esta parte meridional del valle corresponde a la del bosque seco premontano, el cual tiene varias especies arbóreas, entre las que se destacan el trupillo, aromo, ceiba, ceiba bruja, coco de mico y huevo de burro, entre otras; en el nivel arbustivo se encuentran zarzas, palma corozo, uvito y algunos cactus. Sobre troncos y ramas de los individuos leñosos o simplemente sobre el suelo desnudo y en sitios que han sido talados, crece gran cantidad de enredaderas y bejucos y en el sotobosque, que es bastante ralo, solo es posible encontrar algunos pastos y hierbas como el mastranto, le venturosa y el lulo de monte.
Este tipo de cobertura vegetal se presenta en las zonas planas y onduladas de la llanura del Caribe y el valle del río, donde por las condiciones climáticas y edáficas se favorece el establecimiento de ganaderías intensivas y cultivos en gran escala, lo que ha llevado a la de-saparición de casi todos los bosques naturales de la región.

Durante el proceso de colonización del país, en este sector se fundaron pueblos como Barrancabermeja, cuya ubicación geográfica les permitió a los españoles tener un amplio control social y económico de la región. El río era para entonces la única vía de comunicación entre la costa Caribe y el interior del país y fueron necesarios sangrientos combates con los indígenas para lograr su dominio. Fernando de Mier y Guerra combatió contra los indios chimilas, logró consolidar el medio y bajo Magdalena y constituyó asentamientos de blancos que rápidamente se adaptaron a la cultura anfibia, propia de los indígenas de esta región.

Actualmente Barrancabermeja es una ciudad industrial debido a que allí se instaló la principal refinería petrolera del país, lo cual hizo que la población de la zona cambiara sus actividadaes económicas y en buena parte sus tradiciones culturales.

Aguas abajo de Tora, en Puerto Wilches, el río se divide para formar los brazos de Morales y Papayal, que configuran verdaderas islas fluviales, generadas por los cambios del curso del río, que a partir de este punto busca establecer su lecho definitivo hacia el mar Caribe.

 
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