La
cuenca central del Magdalena o región del Magdalena
Medio —Yuma, en lengua Karib—, que está
comprendida entre los rápidos de Honda y la población
de La Gloria, puede ser subdividida en dos grandes sectores,
que a pesar de tener características ambientales
similares, reciben la influencias de diferentes accidentes
geográficos; el sur, entre Honda y Barrancabermeja,
está relacionado con las cordilleras Central y
Oriental y el norte, entre Barrancabermeja y La Gloria,
con la depresión Momposina. Dentro de esta área
se destacan las formaciones de la serranía de San
Lucas que aparentemente es el remate de la cordillera
Central y las selvas de los alrededores de Barrancabermeja.
EL VALLE MEDIO DEL MAGDALENA
En el Magdalena Medio se encuentran los pisos térmicos
medio y cálido, con temperaturas promedio ligeramente
superiores a los 24ºC y un régimen de precipitación
bimodal similar al del resto de la región Andina,
lo que genera dos períodos de lluvia, alternados
con dos secos; en términos generales, la precipitación
disminuye en dirección occidente–oriente,
como lo señalan los registros pluviométricos
de Cocorná —4.853 mm/año—, San
Luis —5.000 mm/año—, Río Claro
—3.300 mm/año— y Puerto Triunfo —3.000
mm/año—. La primera temporada invernal se
presenta entre marzo y junio, con un pico máximo
entre abril y mayo; le sigue un período seco hasta
agosto y desde septiembre, cuando retornan las lluvias,
con máximas precipitaciones entre octubre y noviembre,
hasta diciembre, se presentan las más fuertes del
año.
Del flanco oriental de la cordillera Central, el Magdalena
Medio recibe aportes de las cuencas de los ríos
La Miel, Samaná, Río Claro, Cocorná
y Caldera. Por el flanco occidental de la cordillera Oriental
le confluyen los ríos Negro, Carare, Opón,
Sogamoso y Lebrija y un centenar de quebradas que caen
desde las estribaciones de ambas cordilleras y de la serranía
de San Lucas.
FLORA
En esta cuenca media se encuentran algunos ecosistemas
de características especiales. A lo largo del valle
se destacan los bosques secos al sur y su transición
gradual hacia bosques húmedos tropicales, a la
altura del Carare-Opón, donde se localizan los
últimos relictos de los bosques típicamente
magdalenenses.
En la temporada lluviosa, el bosque seco tropical presenta
una fisonomía similar a la de la selva húmeda,
pero en el verano los árboles dominantes pierden
su follaje y el dosel se torna grisáceo; durante
este período que puede prolongarse durante cinco
o seis meses, los estratos inferiores del bosque reciben
directamente los rayos del sol; es entonces cuando ocurre
una abundante floración estimulada por el aumento
de la temperatura y la luminosidad. En el Magdalena Medio
subsisten una serie de comunidades que, de acuerdo con
la fluctuación de las precipitaciones —entre
500 y 1000 mm al año—, la altitud sobre el
nivel del mar —entre los 300 y 400 msnm— y
la temperatura media —entre los 25 y 28 °C—,
varían de bosques hipersecos a bosques más
húmedos. Generalmente se encuentran sobre terrazas
aluviales y en terrenos con relieve plano a ligeramente
ondulado.
El bosque seco tropical es el ecosistema más alterado
de Colombia. Los relictos de esta formación vegetal
no alcanzan en la actualidad más del 1% de lo que
existía a la llegada de los españoles; puede
decirse que este ecosistema es el que tiene mayor riesgo
de desaparecer en el país, durante los próximos
10 años, pues muchas de las regiones donde se desarrolla,
son utilizadas para la ganadería y el pastoreo
y están en un proceso de desertización.
La selva húmeda tropical prístina está
restringida en la actualidad a los municipios de Yacopí,
Otanche y Puerto Boyacá, en el norte del departamento
de Cundinamarca y el occidente del departamento de Boyacá,
en las estribaciones de la cordillera Oriental. Este ecosistema
hace parte del bosque húmedo tropical y del bosque
muy húmedo premontano, localizados entre los 800
y 1000 msnm, con una precipitación media de 2.500
mm al año y una temperatura de 20 °C.
Las especies más características y de mayor
valor de los bosques húmedos del Magdalena medio
son el guacamayo, cabo de hacha, cedrillo, lechero, sapán,
abarco, ámbar, caracolí, ceiba amarilla,
caoba, sangretoro y guayacán hobo. Estos árboles
de gran porte crecen sobre suelos muy variados, generalmente
del tipo aluvial con drenaje entre bueno e insuficiente
y sobre suelos pertenecientes a terrazas pleistocénicas
y pliocenas, con propiedades físicas y químicas
muy pobres, aunque con altos contenidos de materia orgánica
y drenajes de regulares a buenos.
A pesar de que existe un gran desconocimiento acerca de
la formación vegetal relictual y su diversidad,
se ha podido establecer que hay 41 especies diferentes
de porte arbóreo que corresponden a 24 familias
distintas. Las que tienen mayor representación
son las de las familias Euphorbiaceae, Moraceae y Rubiacea.
Por su alta diversidad y por tener especies forestales
de portes apreciables y de alto valor comercial en el
mercado maderero, estos bosques tropicales son explotados
selectivamente, lo cual altera el ecosistema y pone en
peligro de extinción la alta biodiversidad de la
zona.
FAUNA
La fauna silvestre se constituye en uno de los elementos
fundamentales en el funcionamiento de esta gran región,
que como unidad biogeográfica no puede ser separada
del complejo lagunar cenagoso del norte del valle del
Magdalena, ni de los sectores andino fluviales de los
piedemontes cordilleranos, los cuales tienen una gran
afinidad con las selvas del Chocó biogeográfico
y del Urabá antioqueño.
El Magdalena Medio alberga una avifauna extremadamente
rica y diversa, influenciada por especies migratorias
que llegan desde Norteamérica en busca de condiciones
más favorables durante el invierno y por familias
endémicas
que han llegado a un alto grado de adaptación.
Entre las aves más características del sector
se encuentran el gavilán cenizo, la garza azul,
la real y la blanca, la tórtola azul, el garrapatero,
el cardenal, el periquito, la gallina de monte, la chorola
petirroja, el cucarachero, el colibrí ermitaño
y el pespirito copete gris.
En la partes bajas del valle, que tienen buen estado de
conservación, se encuentran algunos caimanes agujos;
abundan las babillas, las pródigas tortugas tapaculo
y las iguanas de gran porte.
Entre los mamíferos sobresalen varias especies
de murciélagos, algunos de ellos habitantes del
dosel selvático y de hábitos pescadores
y gran variedad de primates como el mico colorado, el
tití cabeza blanca, el tití piel roja, el
mico capuchino y la marimonda. En los sitios con mayor
densidad de selvas es posible encontrar algunos de los
felinos propios del país, como el jaguar, el ocelote,
el tigrillo, el gato colorado y el puma; otros animales
como el zorro de monte, la comadreja, la taira, la ardilla
roja, el guatín o ñeque, el conejo cariblanco,
el perro de agua, el venado, el chigüiro, el oso
hormiguero, el cusumbo y la danta, son sólo una
pequeña muestra de la prodigiosa diversidad del
Magdalena Medio.
EL HOMBRE
Registros arqueológicos procedentes del valle medio
del río Magdalena, demuestran que esta región
constituyó durante varios milenios una ruta migratoria
natural. Uno de los casos más sobresalientes está
relacionado con la infinidad de grupos tribales que, localizados
a lo largo del río, habían logrado una especial
adaptación a las difíciles condiciones de
la selva tropical.
Una de las manifestaciones culturales más interesantes
de los pueblos que habitaron la hoya media del río
Magdalena, tiene que ver con la profusión de vestigios
asociados a la muerte, aspecto que Gerardo Reichel-Dolmatoff,
denominó «Horizonte de urnas funerarias»,
correspondiente a manifestaciones de tipo ritual, en el
que se practicaban enterramientos en grandes recipientes
cerámicos cuyas tapas tenían figuras humanas
sentadas sobre banquillos y representaciones de aves y
de jaguares. El estilo de las urnas de la zona norte,
en Tamalameque, difería notablemente del de la
zona sur, en Honda y Calzón de Oro.
De acuerdo con el profesor Reichel-Dolmatoff, las representaciones
de un cuerpo humano con rostro y extremidades, en la tapa
de las urnas, representa el regreso del cadáver
al útero materno, el renacimiento. En unos casos
la figura aparecía como la esfinge del muerto,
sentado en posición rígida con las manos
sobre las rodillas y en otros, con cuencos en una mano,
como ingiriendo alguna bebida alucinógena, lo cual
podía representar el trance chamánico.
El esquema habitacional del valle medio del Magdalena,
tenía una pauta semirribereña, pues como
estrategia defensiva, los indígenas construían
sus viviendas un poco retiradas de las arterias fluviales,
en lo alto de una colina. Se han encontrado plantas de
viviendas elípticas, muy similares a las malocas
de selva húmeda tropical, con un espacio único
polifuncional de 60 a 70 m2, donde se cocinaba, tostaba,
almacenaba y se servían los alimentos. Numerosas
manos de moler y metates indican el empleo generalizado
del maíz como parte fundamental de la dieta que,
al parecer, se complementaba con yuca amarga, frutos,
presas de caza y pesca.
A su llegada, los españoles encontraron infinidad
de grupos: panches, pantagoras, sutagaos, yareguíes,
colimas, muzos, tapajes, carares, opones y carates, quienes
les opusieron durante más de siglo y medio, la
más fuerte resistencia que encontraron en todo
el país; incluso algunos lograron sobrevivir en
las selvas del Opón-Carare hasta el año
de 1954, cuando el proceso de colonización mestiza
y campesina se agudizó y trajo consigo la deforestación
y fragmentación de la mayor parte de los ecosistemas
selváticos.
LA SERRANÍA DE SAN LUCAS
Esta serranía, biológicamente independiente
de la cordillera Central y enclavada entre las dos principales
arterias fluviales, es una de las montañas más
aisladas y desconocidas del país. Su territorio
fue generado por los sistemas orogénicos de Palestina-Cimitarra
al sur y por el de San Lucas al norte y está compuesto
por rocas ígneas y metamórficas de edad
jurásica, con una gran cobertura sedimentaria.
Se encuentra incrustada en el complejo cenagoso de la
Mojana y orientada en sentido norte–sur, paralela
al río Magdalena. Presenta alturas máximas
de 2.000 msnm, un área aproximada de 200 km2 y
un ancho promedio de 40 km. En sus cumbres las vertientes
son largas y empinadas y en las estribaciones el relieve
esta compuesto por colinas y ondulaciones suaves.
En la serranía de San Lucas se encuentra una de
las mayores y mejor conservadas concentraciones de bosques
higrofíticos o selva húmeda de piso cálido,
ecosistema que presenta una de las mayores diversidades
bióticas del país y una gran proporción
de endemismos. Esta densa formación vegetal que
aún subsiste en la parte baja de la serranía,
está compuesta por especies que, como el abarco,
el aceite de maría, el aceituno, el caracolí,
el corcho, el carretillo, el carreto, el comino, el hobo,
el mazábalo, el sapán y el caraño,
han sufrido un furte proceso de extracción en otras
áreas del Magdalena Medio, por su valor comercial.
En la región próxima a los ríos Opón
y Carare se presentan estratos arbóreos de 20 m
de altura, con algunas especies emergentes que alcanzan
los 35 m; se trata de selvas muy heterogéneas con
predominio de anón, almendrillo, escobillo, lecheperra
y morino.
En las partes altas de la serranía se encuentran
selvas subandinas, en las que algunos elementos como las
lauráceas y los robledales, están mezclados
con otros de tierras bajas. Debido a los procesos de colonización
que se han dado en la serranía durante los últimos
años, el cultivo del café ha empezado a
desplazar este tipo de bosques.
En la parte norte y noroccidental, se localizan bosques
tropicales caducifolios, en los cuales, durante los períodos
prolongados de sequía, que generalmente van de
diciembre a marzo y de junio a agosto, la mayor parte
del arbolado pierde su follaje; durante la temporada de
lluvias el bosque renueva su dosel y su aspecto se torna
exuberante. La fisonomía de este tipo de formación
vegetal es menos desarrollada que la del bosque húmedo
y su dosel alcanza alrededor de los 20 m de altura, con
estratos menores entre 10 y 15m. Como elementos característicos
se destacan el caracolí, indio desnudo, ceiba,
algarrobo, guayacán, hobo, campano, guamacho, lata
de corozo, dividivi, naranjito, camajarú, trupillo,
olivo, indio bravo, ceiba blanca, ceiba colorada, ceiba
bonga y malambo.
TORA O BARRANCABERMEJA
En las proximidades de la ciénaga de San Silvestre
y de la serranía de San Lucas, en la margen oriental
del río Magdalena, con una altitud de 75 msnm,
se encuentra Barrancabermeja. Este puerto fue descubierto
por Gonzalo Jiménez de Quesada, quien arribó
al caserío indígena que en ese entonces
llamaban Tora y desde allí tomó la decisión
de cambiar su rumbo hacia las estribaciones de la cordillera
Oriental y al altiplano de donde venían objetos
de cerámica, oro y especialmente panes de sal.
Esta zona que pertenece a la provincia húmeda y
subhúmeda, tiene una temperatura superior a los
24 °C y un promedio anual de lluvias entre los 1.000
y 2.000 mm al año. La vegetación del área
de influencia de la ciénaga y de esta parte meridional
del valle corresponde a la del bosque seco premontano,
el cual tiene varias especies arbóreas, entre las
que se destacan el trupillo, aromo, ceiba, ceiba bruja,
coco de mico y huevo de burro, entre otras; en el nivel
arbustivo se encuentran zarzas, palma corozo, uvito y
algunos cactus. Sobre troncos y ramas de los individuos
leñosos o simplemente sobre el suelo desnudo y
en sitios que han sido talados, crece gran cantidad de
enredaderas y bejucos y en el sotobosque, que es bastante
ralo, solo es posible encontrar algunos pastos y hierbas
como el mastranto, le venturosa y el lulo de monte.
Este tipo de cobertura vegetal se presenta en las zonas
planas y onduladas de la llanura del Caribe y el valle
del río, donde por las condiciones climáticas
y edáficas se favorece el establecimiento de ganaderías
intensivas y cultivos en gran escala, lo que ha llevado
a la de-saparición de casi todos los bosques naturales
de la región.
Durante el proceso de colonización del país,
en este sector se fundaron pueblos como Barrancabermeja,
cuya ubicación geográfica les permitió
a los españoles tener un amplio control social
y económico de la región. El río
era para entonces la única vía de comunicación
entre la costa Caribe y el interior del país y
fueron necesarios sangrientos combates con los indígenas
para lograr su dominio. Fernando de Mier y Guerra combatió
contra los indios chimilas, logró consolidar el
medio y bajo Magdalena y constituyó asentamientos
de blancos que rápidamente se adaptaron a la cultura
anfibia, propia de los indígenas de esta región.
Actualmente Barrancabermeja es una ciudad industrial debido
a que allí se instaló la principal refinería
petrolera del país, lo cual hizo que la población
de la zona cambiara sus actividadaes económicas
y en buena parte sus tradiciones culturales.
Aguas abajo de Tora, en Puerto Wilches, el río
se divide para formar los brazos de Morales y Papayal,
que configuran verdaderas islas fluviales, generadas por
los cambios del curso del río, que a partir de
este punto busca establecer su lecho definitivo hacia
el mar Caribe.