La
definición de nuestros derechos marítimos,
así como el conocimiento del enorme patrimonio que
se encuentra en nuestras aguas territoriales es muy reciente.
Actualmente numerosas entidades hacen grandes esfuerzos
para incorporar esta parte del país a su estructura
económica, política, social y ambiental.
La formación profesional en Ciencias del Mar se inició
en l962 con un programa de la Universidad de Bogotá
Jorge Tadeo Lozano; en 1969 se creó la Facultad de
Oceanografía Física de la Escuela Naval Almirante
Padilla; a finales de l969 la Universidad Nacional orientó
actividades de su Facultad de Ciencias a los asuntos oceanográficos;
en 1974, se iniciaron actividades en el campo científico
marino en el INVEMAR y en los años posteriores, muchas
otras instituciones han creado programas para atender las
exigencias básicas en la capacitación de recursos
humanos, orientados hacia las Ciencias del Mar. Actualmente
existen más de 950 profesionales dedicados a ese
campo, algunos de los cuales tienen un título de
maestría en diferentes áreas.
Entre 1971 y 1974 se efectuaron los primeros seminarios
nacionales en Ciencias del Mar, que hicieron ver la necesidad
de formular una estrategia para el desarrollo de las Ciencias
del Mar y en 1980 salió a la luz el Plan de Desarrollo
de las Ciencias y Tecnologías del Mar, que fue actualizado
para el quinquenio comprendido entre 1999 y el 2004 y que
constituye el marco de la investigación marina en
Colombia.
MARCO JURÍDICO DE NUESTRAS AGUAS OCEÁNICAS
La Convención del Mar firmada por Colombia en 1982,
orienta la administración y las políticas
marítimas y exige un manejo sectorial de actividades
como la pesca, la acuicultura, la explotación minera,
el transporte marítimo, los puertos, el turismo,
la investigación científica, la aplicación
de nuevas tecnologías, la formación de recursos
humanos y la protección del medio ambiente. Los principios
descritos en la Convención y la Agenda 21 —Cumbre
de Río de Janeiro, 1992— han servido a las
instituciones como guía para la administración
del espacio oceánico nacional.
Desde el punto de vista de la normatividad, la Convención
del Mar establece los principios compartidos por las naciones
del mundo sobre el espacio marítimo y les asigna
sus derechos y deberes en cuanto a recursos naturales renovables
y no renovables. Este instrumento establece la zonificación
a los Estados ribereños, de pabellón y de
puerto, con la siguiente delimitación: aguas interiores,
mar territorial, zona contigua, zona exclusiva económica,
plataforma continental y altamar.
LA OFERTA PESQUERA DE COLOMBIA
De acuerdo con el Instituto Nacional de Pesca, en el Caribe
colombiano se utilizan 164 especies de productos marinos —110
de peces, 27 de moluscos y 27 de crustáceos.
En el Caribe, se podrían recolectar alrededor de
3.900 ton/año de camarones, 220 de langosta y 5.000
de calamares, mientras que los cangrejos azules y los caracoles,
importantes para la pesca artesanal, tienen un potencial
desconocido.
Dentro de los moluscos, la ostra constituye el principal
recurso de la Ciénaga Grande de Santa Marta, con
un potencial estimado en 8.400 ton/año.
Entre los peces, sobresalen los pelágicos primarios
como el machuelo y la Sardinella aurita, cuyos
potenciales han sido estimados en 35.000 y 60.000 ton/año
respectivamente; también se han reportado cerca de
16 especies de tiburones que ofrecen interesantes posibilidades
de explotación comercial.
La biomasa estimada para el sector entre la península
de la Guajira y Santa Marta es de 118.000 ton/año
de Sardinela; 40.000 de machuelo, 14.000 de carángidos
y 4.000 de escómbridos y barracudas y en la plataforma
occidental de Santa Marta, se calcula una producción
de 13.000 ton/año de todos los grupos de peces.
En San Andrés y Providencia se sabe de 29 especies
de aguas profundas explotables comercialmente, con un potencial
pesquero estimado en 20.000 ton/año.
En el Pacífico colombiano, la pesca del atún
constituye la principal actividad de la industrial pesquera
desde 1997. Los sitios de concentración de este recurso
se encuentran en Gorgona, Cabo Corrientes, Cabo Marzo y
las aguas internacionales frente a Panamá. Se ha
reportado un potencial de 12.500 y 8.000 ton/año
para el barrilete y el atún aleta amarilla respectivamente
y para el atún patiseca y otras especies, 40.000
ton/año; también se registran l8 especies
de tiburones con una capacidad de producción de 40.000
ton/año.
La pesca blanca oscila entre 70.000 y 100.500 ton/año.
En la franja que comprende hasta los 30 m de profundidad,
los camarones de mayor pesca en el Pacífico son el
langostino o camarón blanco —900 ton/año—,
el camarón tití —5.000 ton/año—
y el camarón tigre; en aguas con profundidad mayor
de los 30 m, se captura el camarón café y
el camarón rojo. Para especies de camarón
de profundidad se ha estimado una producción de 2.650
ton/año; en este grupo se destacan el camarón
coliflor, el camarón jorobado y el camarón
cabezón. Otros crustáceos como la jaiba y
la langosta tienen pocas posibilidades comerciales, pero
los moluscos como la piangua podrían reportar l.900
ton/año y la biomasa de calamares 17.700 ton/año.
PESCADORES Y FLOTAS DE PESCA
La flota pesquera industrial opera sobre los fondos sedimentarios
de la plataforma continental y la pesca artesanal se realiza
en las lagunas costeras, los bajos coralinos y los estuarios.
En l994 operaron en el Caribe colombiano 136 barcos pesqueros,
de los cuales 86 estuvieron orientados a la pesca del camarón
de aguas someras, dos a la pesca de camarón de aguas
profundas, 22 a la pesca blanca, 4 a la pesquería
del atún y 14 a la pesca de langosta y pesca blanca,
81 de ellos de bandera extranjera y 48 nacionales. La producción
pesquera industrial y artesanal en esta área fue
de 5.621 ton en 1997, correspondientes 3.565 de peces, 1.850
de crustáceos y 207 de moluscos.
En el Pacífico se lleva a cabo entre el 85 y 90%
del total de la pesca industrial del país con capturas
de 121.241 ton en 1997, distribuidas así: 115.003
de crustáceos, 5.157 de peces y 1.081 de moluscos.
El 34% de los recursos pesqueros aprovechables del país
está en este océano, con un potencial que
puede variar entre 100.000 y 250.000 ton/año, de
los cuales el 89% corresponden a los peces.
En Colombia hay al rededor de 8.000 pescadores artesanales
activos y cerca de 60.000 personas dependientes de esta
labor.
PUERTOS Y TRANSPORTE
Apesar de que la infraestructura no está bien desarrollada,
la mayor parte de la carga en Colombia se moviliza por vía
marítima.
El Caribe es una importante región que moviliza significativos
volúmenes de carga, desde y hacia el exterior, especialmente
a través de los puertos de Barranquilla, Cartagena,
Santa Marta, Turbo, Coveñas y Puerto Bolívar.
Existen muelles para carga general y contenedores en Cartagena
y Barranquilla con capacidad cercana a 1’100.000 ton;
muelles de carga a granel en Barranquilla y Cartagena, con
una capacidad cercana a las 900.000 ton y muelles para carga
de carbón, con una capacidad de 25 millones de toneladas
en Puerto Bolívar.
En el Pacífico se encuentra, el puerto de Buenaventura,
con capacidad para movilizar más del doble de la
carga que se transporta en el Caribe y el puerto de Tumaco,
de menor importancia, por el cual se exportan grandes cantidades
de hidrocarburos.
LOS TESOROS DE NUESTRO MAR
Los científicos ven alarmados cómo ha ido
creciendo en las últimas décadas, una resistencia
de los agentes patógenos a los medicamentos tradicionales.
Más de las 2/3 partes de los productos médicos
tienen sus principios activos en alguna planta o animal
del medio terrestre tropical, debido a que los investigadores
tomaban muestras en sus bosques, y después de pruebas
y ensayos de laboratorio, obtenían microorganismos
productores de algún antibiótico.
Los adelantos en biotecnología y en el desarrollo
de nuevas sustancias químicas con aplicaciones en
medicina, han permitido ver en el mar una fuente infinita
de posibilidades; actualmente las medicinas potencialmente
nuevas, que elabora la Oficina de Productos Naturales del
Instituto de Cáncer de los Estados Unidos, incluye
un mayor número de elementos provenientes del océano
que de tierra firme. Esto ha motivado a que muchas investigaciones
se lleven a cabo en lugares donde la vida es diversa y concentrada,
como son los arrecifes coralinos del Caribe.
ECOSISTEMAS ESTRATÉGICOS OCEÁNICOS
DE COLOMBIA
La política ambiental colombiana centra su interés
en una nueva forma de orientar la explotación de
los ecosistemas más sensibles e importantes y ha
iniciado el Programa de Ecosistemas Estratégicos
para garantizar la oferta de bienes y servicios ambientales
esenciales para el desarrollo humano sostenible; con ello
promueve el desarrollo económico y social y garantiza
el mantenimiento de la diversidad biológica y cultural
y previene catástrofes. Estos ecosistemas se constituyen
en imprescindibles para la Nación por su importancia
ecológica, su riqueza, su productividad y su biodiversidad.
En esta clasificación se enmarcan tanto los ecosistemas
continentales, como los costeros y marinos que tienen una
importante área de influencia; son de carácter
local, regional, nacional o internacional, como los que
están situados en zonas fronterizas, o los que son
considerados patrimonio natural de la humanidad por su función
ecológica a nivel global; este es el caso de la Amazonia,
el Chocó Biogeográfico y el archipiélago
de San Andrés y Providencia.
Estos ecosistemas se clasifican funcionalmente como Ecosistemas
Estratégicos Naturales o Silvestres, cuando son básicos
para el mantenimiento del equilibrio ecológico y
la biodiversidad; Ecosistemas Estratégicos Productivos
Económicos, cuando sirven para el bienestar de la
población y sus procesos productivos y Ecosistemas
Estratégicos de Alto Riesgo, cuando son indispensables
para prevenir catástrofes.
Desde el punto de vista de las características de
los Ecosistemas Estratégicos Marítimos y Oceánicos,
el país los clasifica en: ecosistemas con alto número
de especies; hábitat de especies en peligro; hábitat
de especies endémicas; lugar de paso para especies
migratorias; ecosistemas especialmente prístinos
y únicos y ecosistemas de alta significación
cultural y social.
La conservación de los Ecosistemas Estratégicos
Marinos y Costeros, debe ser un reto fundamental para los
próximos años, puesto que las políticas
de conservación del patrimonio natural han estado
fundamentalmente orientadas hacia la protección del
medio continental terrestre. El Sistema de Parques Nacionales
Naturales de Colombia cuenta actualmente con 46 áreas
que ocupan una extensión de 9’200.000 ha, donde
la superficie marina oceánica corresponde tan sólo
a 240.000 hectáreas —Gorgona, Malpelo, Corales
del Rosario y San Bernardo y porciones muy reducidas de
Tayrona, Salamanca, Utría, Sanquianga, Old Prividence
y Flamencos—; es decir, que menos del 0,8% de nuestras
aguas marítimas y oceánicas están protegidas
por las autoridades ambientales.
DETERIORO AMBIENTAL EN LOS OCÉANOS
La destrucción de la vida en los océanos ha
alcanzado proporciones alarmantes y los mayores daños
son causados por la pesca excesiva, la contaminación,
y algunas actividades turísticas en sitios frágiles
y vulnerables, cuando no se realizan en la forma adecuada.
También la actividad humana en las costas destruye
gran cantidad de marismas, arrecifes coralinos y otros ecosistemas
fundamentales para la economía de muchos países
y el uso del océano como receptor de basuras y desechos
químicos tóxicos ha puesto en peligro el mundo
submarino y ocasionado numerosas enfermedades a las especies
que viven allí.
Durante mucho tiempo se creyó que los recursos pesqueros
eran inagotables, sin embargo, la captura mundial de peces
que alcanzó su pico máximo en 1989, comenzó
a declinar. Al menos el 70% de las 200 especies pesqueras
más valiosas está al borde de la extinción
comercial, por lo que los pescadores han adoptado nuevas
tecnologías que les permiten pescar en aguas más
profundas y por lo tanto llegar a los niveles inferiores
de la cadena alimentaria, con lo que han agravado el problema.
Con radares, sonares y satélites de posicionamiento
geográfico, localizan los sitios más productivos
y con la ayuda de enormes redes de materiales fuertes, literalmente
barren los océanos, por lo que están desapareciendo
los peces y las pequeñas empresas pesqueras familiares.
La flota pesquera mundial ha pasado de 585.000 barcos en
el año 1970 a 1,2 millones en 1990 y a 3,9 millones
en 1999.
En la superficie terrestre se genera más del 80%
de la contaminación marina; los herbicidas y los
desechos industriales son la primera causa del envenenamiento
acumulativo que afecta la inmensa variedad de especies animales
y vegetales marinas. Más de 8,8 millones de toneladas
de petróleo se derraman en los océanos y más
de 500.000 ton de alquitrán se han acumulado en los
fondos marinos durante los últimos 15 años.
Otro aspecto que ha tenido un gran impacto en el desequilibrio
marino es la lluvia ácida; su principal componente
es el ácido sulfúrico, producido por las plantas
industriales y de energía, accionadas por carbón
o petróleo. Otro agente de la lluvia ácida
son los óxidos de nitrógeno que forman ácido
nítrico y que son emitidos por los automotores y
las plantas industriales; la quema de vegetación
también produce ácido nítrico, ácido
fórmico y ácido acético. La lluvia
ácida puede viajar por más de 4.000 km a partir
de su fuente para llegar a los océanos.
La destrucción de la cubierta vegetal y la erosión
del suelo han desertizado el 35% de la superficie terrestre
continental, con lo que se ha generado una sobrecarga de
sedimentos que son arrastrados por la lluvia a las zonas
costeras y a los océanos.
EL DETERIORO EN COLOMBIA
Algunas zonas del Caribe colombiano presentan condiciones
sanitarias preocupantes, a pesar de que todas las ciudades
capitales tienen una cobertura de acueducto superior a la
media; sin embargo, el servicio de eliminación de
excretas es deficiente y hay algunas áreas relativamente
contaminadas. Las descargas domésticas, agrícolas
e industriales constituyen una fuente importante de contaminación
debido a que llegan a las aguas costeras sin tratamiento
previo, cerca de 26.300 ton/año, que representan
el 5,19% de toda la carga orgánica que recibe el
Caribe. También ingresan 42.120 ton/año de
sólidos suspendidos totales (SST) y 7.184 ton/año
de nitrógeno orgánico. Además, se ha
reportado la presencia de metales pesados y plaguicidas
en organismos y sedimentos de algunas áreas como
la Ciénaga Grande de Santa Marta.
Algunos ecosistemas se encuentran en proceso de degradación
como es el caso de los arrecifes de coral del Urabá
chocoano, Isla Fuerte y la Guajira. Se observan signos de
degradación progresiva en los corales del Parque
Tayrona y constante intervención humana en los de
las Islas del Rosario. Una de las causas de pérdida
del bosque de manglar del Caribe —estimada en 7.965
ha—, es la ampliación de la infraestructura
vial, que ha ocasionado una hipersalinización de
suelos en lagunas costeras, como la Ciénaga Grande
de Santa Marta.
En el Pacífico, los procesos de colonización
desordenada, la pesca artesanal con dinamita, los barcos
de arrastre, los vertimientos de petróleo, particularmente
en la ensenada de Tumaco; las concentraciones de mercurio
arrastradas por las fuentes hídricas desde los grandes
yacimientos auríferos, la tala de manglares y otras
especies forestales de ecosistemas ribereños de tipo
costero; las capturas masivas e ilegales, por barcos de
bandera extranjera, de grandes cantidades de tiburones en
la isla de Malpelo, son algunos ejemplos significativos
del impacto que están recibiendo nuestros recursos
en esta región.
Científicos de más de 65 países consideran
que es importante crear políticas mundiales para
controlar la sobrepesca y para adelantar la investigación
en este gran ecosistema; según estos expertos, se
hace necesario establecer nuevas reservas litorales y fortalecer
el Acta de Especies en Peligro, así como la Convención
de Limpieza del Agua.