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CAPÍTULO 9

SERRANÍA DEL PERIJÁ

 

La serranía del Perijá se comparte, casi en porciones iguales a partir del divorcio de aguas, entre las repúblicas de Colombia y Venezuela. Podría considerarse como la última prolongación de los Andes, o como el comienzo de la cadena montañosa más sorprendente de Suramérica, si tomamos su inicio en la laguna de los Pájaros, cerca a la población de Paraguachón —Guajira—, en el límite entre los dos países.

Son tantas las particularidades y las diferencias que esta serranía presenta respecto de los Andes —a pesar de ser parte integrante de esta gran cadena montañosa—, que ha sido considerada como una unidad —provincia biogeográfica— en sí misma, que forma parte del cinturón árido pericaribeño.

La serranía del Perijá, de la Motilonia o serranía de los Montes de Oca, tiene una longitud de 295 km, entre Majeyura al norte y el río de Oro al sur; es una formación montañosa larga y angosta, muy parecida a una columna vertebral, que congrega una serie de formaciones menores como los Montes de Oca, la serranía de los Motilones, la serranía de Tibú y el cerro Mene. En su parte media presenta la porción más ancha con algo menos de 50 km, y la mayor elevación la encontramos sobre el cerro de la Teta —parte central de la serranía—, con una altura de 3.630 msnm.

El Perijá, como también se le conoce, está ubicado entre las llanuras del Cesar en Colombia y las llanuras costeras del Lago de Maracaibo en Venezuela y se encuentra muy cerca de la Sierra Nevada de Santa Marta, a no menos de 25 km en línea recta.

GEOMORFOLOGÍA


Estructuralmente, la cordillera Oriental hace parte de un contexto andino de macizos antiguos igneometamórficos con pliegues regulares del Oligoceno —hace 30 millones de años—, originados en varias fallas. La serranía del Perijá o de los Motilones muestra una gran variedad de rocas intensivas y batolitos igneometamórficos en las partes más altas, en contraste con coberturas sedimentarias del Mesozoico con rocas plegadas, generadas por geosinclinal, en las partes bajas. Todo lo anterior indica que ésta es una geoforma que surge en una época anterior a la cordillera Occidental, pero al igual que ésta última, su orogénesis está relacionada con el levantamiento de la masa continental por dilatación y compresión de la corteza y por un geosinclinal sobre el Caribe y sobre el área que hoy conocemos como el Golfo de Maracaibo.

Fisiográficamente, la serranía contiene colinas y terrazas disectadas con vertientes largas y empinadas. Los cordones montañosos y las colinas son muy angostos y han sido disectados por la acción continua de la erosión natural causada por diversas corrientes, que han originado valles e interfluvios igualmente angostos. Como producto del equilibrio entre los procesos erosivos y de sedimentación, en los sectores más bajos se encuentran abanicos aluviales, terrazas bajas y poco extensas y planicies de desborde con complejo de orillares. La mayoría de los suelos son poco o moderadamente evolucionados –Dystropepts, Humitropepts y Troporthents– y su productividad está relacionada con pequeños valles y vegas de decantación.

Hidrográficamente, la serranía drena sus aguas hacia dos regiones diferentes: la cuenca del Cesar y por lo tanto del Caribe colombiano y la cuenca del Catatumbo y el Zulia, que vierten sus aguas al lago de Maracaibo.

CLIMA

No existen registros meteorológicos dentro de la serranía; sin embargo, datos obtenidos en sus cercanías, estiman que la precipitación del área es bimodal, con períodos de máxima pluviosidad entre abril–mayo y septiembre–noviembre, intercalados con dos estaciones secas entre enero–marzo y junio–agosto; la precipitación anual se calcula entre 1.200 y 2.000 mm.

La temperatura promedio anual varía de 28.5 °C en las partes más bajas, a 17 °C en lugares que alcanzan los 2.000 msnm; en las zonas más altas y paramunas, donde la humedad aumenta por el fenómeno de nieblas, las temperaturas son bastante inferiores, aunque no llegan a los valores que se registran en otros páramos de los Andes colombianos.

PROVINCIAS BIOGROGRÁFICAS


Las tres cordilleras colombianas que configuran los Andes presentan muchos elementos bióticos comunes, aunque con una considerable diferenciación de endemismos a nivel de especies y subespecies, lo cual permite reconocer centros de diferenciación y distritos biogeográficos. La serranía del Perijá o del Catatumbo tiene la singularidad de pertenecer a dos provincias biogeográficas altamente diferenciadas: la Chocó–Magdalena y la Norandina.

En la provincia del Chocó–Magdalena se encuentra el distrito Catatumbo, que tiene gran afinidad biológica con los demás distritos del Pacífico, del Sinú–San Jorge, del Nechí y del Carare. La provincia Norandina contiene los distritos Perijá, Páramos de Perijá, Perijá Sur, y las Montañas del Catatumbo, los cuales tienen elementos típicamente andinos. En estas unidades están representados la gran mayoría de los pisos térmicos con regímenes de lluvias que varían de unimodales a bimodales.

La biota de las montañas del Perijá se deriva de elementos provenientes de las tierras bajas, que progresivamente —quizás desde el Mioceno— iniciaron su proceso adaptativo y de especiación, estimulados por las nuevas condiciones ambientales que presentaban las montañas, generadas a raíz de los levantamientos finales ocurridos en el Plioceno —5 millones de años atrás—, cuando las cordilleras llegaron a alturas un poco mayores que las actuales.

Otros elementos faunísticos y florísticos provinieron de los Andes Centrales —Bolivia, Perú y norte de Argentina y Chile—, así como de los Andes Australes —bosques subantárticos y la Patagonia—. Se trata de elementos que en Colombia habitan el piso térmico frío de los páramos como diversos musgos, líquenes y hepáticas, el canelo o palo de ají, los chaquiros o pinos hayuelos.

Algunas especies arribaron, con toda probabilidad, del Darién–San Blas y del Baudó–Los Saltos, después de que se configuró el istmo de Panamá —hace unos 5.7 millones de años— provenientes de América Central o del Norte.

Cabe señalar también, la existencia de un enclave de sabanas naturales en el alto Magdalena como Sabana de Torres en Santander y las sabanas de Aguachica y La Gloria en el departamento del Cesar, con una incidencia profunda en el comportamiento de la variación biológica de la serranía del Perijá y otros sectores menores en el valle medio del Magdalena. Estas sabanas representan vestigios de un corredor árido y semiárido que posiblemente existió durante el último período glacial del Pleistoceno y conectó la Provincia del Caribe con el Alto Magdalena, lo cual explicaría las estrechas afinidades que hay entre ambas áreas.

LA FLORA


A pesar de que sus selvas están prácticamente extintas por las diversas presiones que el hombre ha realizado sobre la serranía, existen manchas y relictos aún homogéneos que permiten caracterizar su composición original. Sobresale la vegetación de las selvas húmedas higrofíticas de los pisos térmicos cálido y templado. La primera evidencia gran complejidad florística donde el dosel alcanza los 40 m de altura; dentro del arbolado las principales especies registradas son el caracolí, el indio desnudo, el sande, el carbonero, la ceiba, el hobo, la fruta de burro, el balso y el laurel o cascarillo.

En la selva higrofítica de clima templado, que corresponde a las clasificaciones climáticas de bosque húmedo y muy húmedo premontano, sobresalen la pifia de gallo, el cedrillo, la guadua, los cámbulos, el arboloco, el nacedero y el tachuelo. En las zonas más altas del área, entre 1.400 y 1.800 msnm, este tipo de bosque incluye en sus especies dominantes el dorance, el canalete, el guayacán, los cámbulos o chachafrutos, el cedro, el flor amarilla y el trompeto.

En el sotobosque de las selvas higrofíticas de la serranía del Perijá, abundan arbolitos y arbustos de muchas familias y géneros; predominan especies de rubiáceas y melastomatáceas esparcidas en el sotobosque; también se encuentran con frecuencia plantas herbáceas, las más comunes son varias especies de las familias Piperáceas, Bromeliáceas, Ciperáceas, Aráceas y Gesneriáceas.

LA FAUNA

Investigaciones recientes han determinado cerca de 541 especies y subespecies de aves en el Catatumbo, principalmente las perdices de monte o chorolas, la garza morena o garzón y la garcita azul, confundida frecuentemente con la garza del ganado, debido a que los juveniles son blancos. Dentro de las rapaces y carroñeras —28 especies—, sobresalen el rey de los gallinazos, el halcón caracolero, las águilas, las guacamayas, los pericos, las cotorras y algunos colibríes endémicos de la región.

Dentro de los mamíferos se destacan el oso andino u oso enjaquimado —animal totémico para los indígenas, por el que profesan un gran respeto—, el venado soche, el soche colorado, el murciélago pescador —habitual poblador crepuscular y nocturno de los cursos de agua del piso térmico cálido—, las guartinajas, lapas, guaguas o bucuas, el zorro perruno, las dantas, los cerdos salvajes o chácharos y el baquiro.

Entre los reptiles figura el caimán agujo, caretabla o caimán del Magdalena, del cual se encuentra una población apreciable en la cuenca alta del río Catatumbo.

EL MUNDO DE LOS PIGMEOS SERRANOS


Debido a que hasta hace poco era de relativa inaccesibilidad, no se ha efectuado ninguna prospección arqueológica en la región. Infortunadamente, hacia 1920, se introdujo el hombre «blanco», con pequeñas incursiones y a partir de 1940 las numerosas comunidades indígenas allí asentadas, tuvieron que ceder su territorio para la explotación petrolera y la colonización agrícola.

Las comunidades aborígenes conocidas en el área desde el siglo XVIII son los Yuko–yukpas, los Dobokubis y los Barís, todas ellas comúnmente llamadas Motilones; este nombre, de origen colonial, designó a dichos grupos por su costumbre de llevar el cabello recortado. En la actualidad, estas tribus están seriamente amenazadas y en algunos casos su desaparición como grupo humano es inminente.

Los Yuko–yukpas, de filiación lingüística Karibe, se localizan entre el río Chirimá al norte y el Alto Catatumbo, especialmente en las partes altas de la serranía del Perijá. Eventualmente se les encuentra en el área del actual Parque Nacional Natural Catatumbo–Barí, porque realizan sus actividades de caza en este refugio, que junto con la parte venezolana de la serranía, es el único medio poco alterado que les queda para subsistir.

Los Yukos, conocidos por su tamaño como los «pigmeos americanos», se denominan a sí mismos con este gentilicio, que significa «gente salvaje» o «gente del monte». Su patrón de asentamiento es disperso; establecen su hogar en pequeñísimas casas de forma rectangular de tres a cuatro metros de longitud.

Los Dobokubis, de la familia lingüística Chibcha, vivían, en el siglo XVIII, aparentemente un poco más al norte de los Yukos, entre las provincias de Santa Marta y Maracaibo. Este grupo, llamado comúnmente Kunaguasava, está hoy establecido entre los ríos Agua Blanca y Maraca en la serranía de Perijá; notablemente disminuidos y al borde de su extinción, se confunden con los Yukos y los Barís.

El grupo Barí, por su parte, habitante tradicional de la reserva, se ha visto igualmente disminuido y amenazado. Antes de empezar las exploraciones y explotaciones petroleras en 1920, se estimaba su población en más de 4.000 personas, dispersas en un territorio superior a los 16.000 km2; actualmente se calcula que existen 450 individuos aproximadamente, aglutinados en menos de 2.000 km2 que coinciden con el último relicto de bosque húmedo que se ha salvado de la tala irracional e indiscriminada, originada en el valle del Cesar al oriente, la serranía del Perijá al norte y la región de Tibú al sur.

Los Barís tienen un patrón de residencia semisedentario, se distribuyen en pequeños sectores ribereños y de «tierra firme» como suele ocurrir en las tierras bajas amazónicas. Entre las faenas de horticultura, la caza y la pesca transcurre la vida de este grupo, acorde con su sistema político igualitario, basado en el reconocimiento de roles. Invocan permanentemente a Saimadoyí, su ancestro mitológico y benefactor, que continúa aconsejándolos en todo lo que tiene que ver con su desesperada situación.

 
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