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CAPÍTULO 7

SERRANÍA DE MACUIRA

 

Enclavada en un extremo peninsular de Colombia, en el más árido y agreste de los desiertos que poseemos y en el más septentrional de los territorios continentales del país, Macuira es una de las tres formaciones que componen este conjunto montañoso de singulares características ecológicas y culturales: Macuira–Cocinas, localizado a 160 km de la serranía del Perijá y a 180 km de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Macuira es un Cerro Urco, es decir una formación a la cual las comunidades indígenas que habitan en sus alrededores le han otorgado desde siempre poderes especiales y está relacionado con pasajes extraordinarios de la mitología ancestral para explicar sus características sobrenaturales. Es el único lugar del mundo con bosques de niebla en medio del desierto. Un mundo que se mantiene verde y húmedo como un oasis entre la vastedad del desierto guajiro. Es el bosque de niebla más bajo del país.

La región de la Guajira presenta índices mínimos de precipitación pluvial en el año, que llegan a registrar niveles inferiores a los 300 mm anuales; es un territorio árido, seco y prolongado en forma de brazo, con el puño cerrado, que se incrusta en el mar Caribe y el golfo de Maracaibo. En medio de esta planicie desértica con algunos accidentes topográficos, dunas movibles y cerros menores, aparecen dos hitos sobrecogedores: la Sierra Nevada de Santa Marta al suroccidente de la Guajira y la serranía de Macuira, en el extremo nororiental o Alta Guajira, una serranía discreta en altura pero imponente como fenómeno natural, debido a la presencia de bosques nublados a una altitud de 500 msnm.

Esta serranía, también llamada de Chimare, está conformada por una cadena montañosa de aproximadamente 32 km de largo y 10 de ancho; presenta una serie de elevaciones, organizadas en forma de collar, entre las cuales sobresale el cerro Palúa, con 860 msnm, la mayor cúspide de esta formación.

Según un antiguo mito, las formaciones montañosas de Macuira, Simaura y Cosinas son las hijas de un poderoso cacique de la Sierra Nevada de Santa Marta, quien las castigó convirtiéndolas en cerros. Las muchachas desobedecieron al padre en su prohibición de abandonar el territorio ancestral, por los peligros que podrían correr; una noche de luna se fugaron en pos de la aventura. Macuira, la hija predilecta, llora desde entonces y de sus lágrimas, escondidas en la espesa cortina de nubes y neblina, se forman los numerosos arroyos que hacen posible la vida y el sustento de los hombres. Macuira es la serranía castigada, que derrama el llanto eterno en forma de agua.

GEOLOGÍA Y GEOMORFOLOGÍA


La serranía está constituida por rocas ígneas y metamórficas, con un bajo proceso de descomposición, seguramente anteriores a la era Mesozoica —entre 250 y 130 millones de años—; Macuira se considera un núcleo granítico, redondeado y compuesto por esquistos y neis cristalinos, separados de la serranía de Jarara por una gran fosa llamada de Camana, supuestamente producto de movimientos tectónicos durante las interfaces EocenoOligoceno, entre 30 y 50 millones de años atrás.

En conjunto, los suelos de la serranía son superficiales, poco evolucionados y pueden tener acumulación de carbonato de calcio, hacia el pie de las colinas. En los declives del flanco nororiental, a partir de las arenas, se han formado suelos que contienen sales de sodio y poseen excesivo drenaje.

Macuira presenta una gran cantidad de pendientes con profundos microcañones que se manifiestan con lechos de quebradas que durante la mayor parte del año permanecen secas.

CLIMATOLOGÍA

La temperatura de la serranía es variable, a pesar de su escasa altitud; en promedio se registran 28 °C con una máxima de 41 °C y una mínima de 12 °C. El clima del área está determinado por las condiciones que imponen la proximidad al mar, los vientos alisios del noroccidente, la orientación de la serranía y su altitud; la región presenta una evapotranspiración anual entre 1.800 y 1.900 mm.

Sobre las partes altas se observa una nubosidad recurrente, puesto que la serranía se interpone en el curso de los vientos que soplan desde la cuenca del Caribe. La nubosidad puede permanecer asentada sobre el follaje de los flancos sinuosos de la serranía hasta 36 horas continuas, creando un espectacular contraste con el horizonte abierto, eterno y pleno de luz que se abre en el Caribe.

FLORA

El bosque de niebla de este asombroso oasis de verdor, asentado en tierras bajas caribeñas, ostenta una vegetación exuberante con gran cantidad de epífitas, bromelias y musgos. El bosque no solo se encuentra asentado en un rango de muy baja altitud —que empieza desde los 500 msnm y culmina en los cerros más altos, que no sobrepasan los 870 msnm—, sino que además es de porte enano. En otras palabras, tenemos un bosque de niebla «bonsai» con características que corresponden a las del bosque de niebla andino y en particular a las del subpáramo cordillerano que localiza su manto vegetativo por encima de los 3.000 m de altura.

A partir de las zonas planas y áridas desde donde se levantan sus estribaciones, Macuira presenta, una sucesión vegetal, que comprende desde vegetación seca espinosa tropical en las faldas, hasta la flora enana propia de los bosques nubosos, pasando por formaciones de tipo ripario y deciduo —bosques «siempre verdes»—, ubicados sobre gargantas profundas y lechos de arroyos y bosques de porte medio y bajo, sin epifitismo, que pierden todo su follaje en la estación seca.

El bosque húmedo de Macuira, actúa como una esponja para retener las pocas precipitaciones verticales extremas; al mismo tiempo obtiene el mayor provecho posible de la precipitación horizontal, al actuar como una verdadera trampa para la neblina y las nubes impulsadas por los vientos. Puede decirse que de la «intercesión horizontal» o «negativa», resulta un parámetro micrometeorológico que regula —con mayor eficacia que la misma lluvia— el suministro de humedad a la vegetación y por ende, la formación hídrica en esta estructura geológica.

Los bosques enanos de Macuira son, al mismo tiempo, resultado de la existencia de un substrato arcilloso que incide desfavorablemente sobre la respiración de las raíces arbóreas. Los pequeños árboles que crecen en suelos saturados, delgados y de transpiración reducida, deben soportar por igual el embate de fuertes vientos, los cambios extremos de temperatura y otras circunstancias poco favorables, a las que sin duda se han venido adaptando desde tiempos inmemoriales. El bosque de este inusitado enclave, se caracteriza también por tener una estructura relativamente homogénea, con árboles retorcidos y de corteza rugosa, que tienen copas compactas en su parte más alta, con follajes de hojas simples, pequeñas y escleromórficas; también se observan ramas recargadas de epífitas vasculares, principalmente bromelias.

La existencia de este bosque atípico se debe a la orientación de la serranía, a su altitud y a su proximidad al mar. La serranía constituye una barrera para los vientos alisios del nororiente, lo cual explica las grandes acumulaciones de arenas en el flanco expuesto a las corrientes. Dichos vientos, provenientes del mar y saturados de humedad, ascienden al encontrar la barrera, se enfrían y la humedad se condensa formando nubes de tipo cumulus o lenticular durante el día y nimbostratos en la tarde —entre las 5 p.m. y las 7 a.m.—, cuando una espesa nube cubre la serranía por encima de los 550 m de altitud. Las nubes cargadas de humedad son impulsadas por los vientos a través del bosque y las gotas de agua son interceptadas por la vegetación y se deslizan por los troncos hasta alcanzar el suelo. La humedad del bosque de niebla se debe principalmente a la interacción permanente entre la vegetación y la nubosidad.

Tres especies vegetales dominantes comprenden el 79% de los árboles y fisionómicamente son muy similares. El conjunto de la flora, según las colecciones botánicas hasta ahora realizadas, comprende unas 349 especies; de éstas, en el bosque nublado se hallan 20 plantas inferiores o Pteridófitas —incluyendo helechos arborescentes— y una especie de helecho epífito de la familia Hymenophyllaceae, adaptado para absorber agua de la niebla, dos especies del género Zamia, 37 monocotiledóneas y 62 dicotiledóneas. Esto nos indica que el bosque nublado es el más diversificado, con 121 especies.

Dentro de las monocotiledóneas se destacan unas 10 especies de orquídeas, 2 de platanillos, 3 de bijaos, 4 aráceas y 9 bromeliáceas epífitas —comúnmente llamadas quiches— que se destacan por la profusión de individuos y por su capacidad de almacenar agua en las axilas de sus hojas.

El flanco suroccidental de la serranía es en general menos húmedo y en el flanco nororiental del macizo central, entre los 50 y los 400 msnm, crece un bosque deciduo, es decir que pierde su follaje a pesar de que tiene características propias de ambientes ligeramente húmedos —caducifolio higrotropofítico—, con sotobosque muy ralo y escaso. Allí se encuentran, entre otros, árboles como el resbalamono o indio desnudo y el quebracho.

El bosque seco, desarrollado en declives protegidos del viento, está ubicado entre los 250 y 550 msnm, sobre mantos de arena. Hasta los 200 m de altitud, se encuentran bosques espinosos subxerofíticos, típicos de las planicies de la Guajira, entre cuyos elementos más característicos figuran olivo, tuatúa o yatchua, trupillo dividivi o ichi, atupa, aromo, cacho de cabra o murray y otras leguminosas. Dentro de las cactáceas, se hallan el cardón yosú o de Iguaraya, el tunito o janche, el pitayo, o pita–jayo y el guamacho.

FAUNA

Con excepción de las aves y las mariposas, la fauna del área ha sido poco estudiada. En cuanto a mamíferos, en el bosque nublado se conocen ardillas; un primate, probablemente Cebus albifrons de evidente origen andino; dos felinos: el tigrillo y el gato pardo; saínos y venados que figuran en los reportes de cacería.

Como ocurre con la avifauna y con la flora del bosque enano, el resto de la fauna observada en Macuira revela un bajo nivel de especialización y un bajo endemismo, comparado con otros elementos del sistema montañoso periférico de Colombia. La mayor parte de los indicios señala que el bosque nublado de Macuira es de origen reciente, como se deduce de la peculiar composición de la flora, caracterizada por una alta proporción de especies invasoras cuyo nivel de transformación genética es aún insuficiente como para haber logrado establecer especies propias o diferentes en términos de endemismo.

Dentro del área pueden señalarse numerosas aves, de las cuales cinco corresponden a subespecies endémicas: la guacharaca, el cucarachero, el azulejo nectarívoro y el barranquero amarillo.

Se encuentran 16 especies de aves asociadas con ambientes acuáticos y otras 67 están claramente asociadas a los diferentes tipos de bosques.

La mayor concentración de estos ejemplares se ubica entre la zona intermedia y el bosque enano de niebla, aunque en las épocas de verano intenso hay una propensión a la disminución paulatina de su presencia. Según las investigaciones realizadas, la avifauna de Macuira pertenece, en términos generales, a la fauna del Caribe —región Guajira–Paraguaná—, particularmente a las tierras bajas colombo–venezolanas, aunque existen algunas especies que tienen clara afinidad con los llanos y con algunas zonas de los valles interandinos de los ríos Magdalena y Cauca y en muy poca proporción con los Andes.

Entre los mamíferos hay algunas especies de murciélagos que se destacan por haber desarrollado una magnífica adaptabilidad a los diferentes tipos de bosque y al follaje tupido; para cualquier otro mamífero habría sido imposible sortear con habilidad el entretejido espacio de árboles achaparrados y retorcidos con una densa cobertura, propio de la Macuira.

Estos roedores alados pueden alcanzar una velocidad de 80 kph, con más de 10 aleteos por segundo, durante sus faenas nocturnas; emiten entre 80.000 y 120.000 oscilaciones de impulsos ultrasónicos, para poder movilizarse hábilmente por el sotobosque, el follaje y el dosel. Este radar alado puede localizar su presa en medio del vuelo y en total oscuridad, guiándose por el ultrasonido emitido desde su laringe, provista de una fuerte musculatura que le permite producir señales —característica de los murciélagos microquirópteros— y recibir su eco en el tímpano, logrando así el efecto de un sonar que le permite ubicarse espacialmente y localizar los demás objetos que hay a su alrededor. Algunos pueden emitir la señal, no por la laringe como los anteriores, sino por las narices y en tal caso se denominan murciélagos rinolófidos. Pero independiente de que se trate de uno o de otro sistema de emitir los impulsos sonoros, los murciélagos pueden, a diferencia de los radares diseñados por el hombre, variar a su antojo la longitud de onda, lo cual les permite adaptar su velocidad de vuelo y la escogencia rápida de su objetivo, entre varios componentes móviles.

En Macuira, además de las aves, los murciélagos cumplen un papel importante como polinizadores; además de las varias especies de nectívoros, en la serranía también se encuentran insectívoros y carnívoros, aunque no se descarta la presencia de una especie hematófaga, que se alimenta de sangre de otros animales.

Estos quirópteros pueden considerarse los amos y señores de la noche en la Macuira, hasta que sale el sol en el horizonte y no representan ninguna competencia para las aves de la serranía, todas ellas de hábitos diurnos.

LA CULTURA


La península de la Guajira durante siglos ha estado habitada por los indígenas Guajiros, pertenecientes a la familia lingüística Arawak. Otros dos grupos de la misma familia lingüística han sido señalados en la Alta Guajira: los Kaketíos o Tamudes y los Cosinas o Kosinas, ya desaparecidos.

En la base de la Serranía, habitan en la actualidad comunidades indígenas Wayú. La economía de subsistencia de los indígenas de la región depende de cultivos muy localizados y de la ganadería —caprinos y bovinos—.

En la periferia existen algunas rancherías y los asentamientos más importantes son Nazaret o Akuwai, donde se halla una misión Capuchina localizada al nororiente del cerro Guareche y Siapana, al sur del macizo central de la serranía.

Desde tiempo atrás los Wayú han sido básicamente pastores, pero antes de que los españoles introdujeran los caprinos y el ganado bovino, tenían una economía de pescadores, cazadores y recolectores, dadas las enormes limitaciones que impone el medio natural. Desde un pasado inmemorial, los guajiros han mantenido relaciones con los pueblos Yuko y Bari de la serranía de Perijá, así como también con los Koguis y Arhuacos de la Sierra Nevada de Santa Marta. La evidencia arqueológica de la Alta Guajira es fragmentaria; se relaciona con elementos de la Tradición Horno, cuyo auge cultural y demográfico se logra en las estribaciones de la Sierra Nevada desde el siglo IV. Así mismo, hay una estrecha relación con los materiales de la Tradición Salmodie del lago de Maracaibo en Venezuela, cuyas culturas estuvieron siempre ligadas a la horticultura y a la pesca.

CONSERVACIÓN

La mayor parte de esta geoforma costera fue declarada Parque Nacional Natural en junio de 1977; su extensión aproximada es de 25.000 hectáreas y es uno de los pocos lugares, junto con la Sierra Nevada de Santa Marta y el Parque Tayrona, donde se presentan bosques enanos.

De hecho, los bosques secos tropicales, sin considerar la importancia particular de los otros ecosistemas de Macuira, tienen un significado enorme para el país, así como los otros ecosistemas que lo componen como el matorral desértico subtropical, el monte espinoso subtropical y el bosque seco subtropical.

Se hace necesario prestar una mayor atención para la protección de estos bosques que han sido casi totalmente destruidos en Colombia; actualmente queda menos del 1,5% del área original.

 
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