Enclavada
en un extremo peninsular de Colombia, en el más
árido y agreste de los desiertos que poseemos y
en el más septentrional de los territorios continentales
del país, Macuira es una de las tres formaciones
que componen este conjunto montañoso de singulares
características ecológicas y culturales:
Macuira–Cocinas, localizado a 160 km de la serranía
del Perijá y a 180 km de la Sierra Nevada de Santa
Marta.
Macuira es un Cerro Urco, es decir una formación
a la cual las comunidades indígenas que habitan
en sus alrededores le han otorgado desde siempre poderes
especiales y está relacionado con pasajes extraordinarios
de la mitología ancestral para explicar sus características
sobrenaturales. Es el único lugar del mundo con
bosques de niebla en medio del desierto. Un mundo que
se mantiene verde y húmedo como un oasis entre
la vastedad del desierto guajiro. Es el bosque de niebla
más bajo del país.
La región de la Guajira presenta índices
mínimos de precipitación pluvial en el año,
que llegan a registrar niveles inferiores a los 300 mm
anuales; es un territorio árido, seco y prolongado
en forma de brazo, con el puño cerrado, que se
incrusta en el mar Caribe y el golfo de Maracaibo. En
medio de esta planicie desértica con algunos accidentes
topográficos, dunas movibles y cerros menores,
aparecen dos hitos sobrecogedores: la Sierra Nevada de
Santa Marta al suroccidente de la Guajira y la serranía
de Macuira, en el extremo nororiental o Alta Guajira,
una serranía discreta en altura pero imponente
como fenómeno natural, debido a la presencia de
bosques nublados a una altitud de 500 msnm.
Esta serranía, también llamada de Chimare,
está conformada por una cadena montañosa
de aproximadamente 32 km de largo y 10 de ancho; presenta
una serie de elevaciones, organizadas en forma de collar,
entre las cuales sobresale el cerro Palúa, con
860 msnm, la mayor cúspide de esta formación.
Según un antiguo mito, las formaciones montañosas
de Macuira, Simaura y Cosinas son las hijas de un poderoso
cacique de la Sierra Nevada de Santa Marta, quien las
castigó convirtiéndolas en cerros. Las muchachas
desobedecieron al padre en su prohibición de abandonar
el territorio ancestral, por los peligros que podrían
correr; una noche de luna se fugaron en pos de la aventura.
Macuira, la hija predilecta, llora desde entonces y de
sus lágrimas, escondidas en la espesa cortina de
nubes y neblina, se forman los numerosos arroyos que hacen
posible la vida y el sustento de los hombres. Macuira
es la serranía castigada, que derrama el llanto
eterno en forma de agua.
GEOLOGÍA Y GEOMORFOLOGÍA
La serranía está constituida por rocas ígneas
y metamórficas, con un bajo proceso de descomposición,
seguramente anteriores a la era Mesozoica —entre
250 y 130 millones de años—; Macuira se considera
un núcleo granítico, redondeado y compuesto
por esquistos y neis cristalinos, separados de la serranía
de Jarara por una gran fosa llamada de Camana, supuestamente
producto de movimientos tectónicos
durante las interfaces Eoceno–Oligoceno, entre 30
y 50 millones de años atrás.
En conjunto, los suelos de la serranía son superficiales,
poco evolucionados y pueden tener acumulación de
carbonato de calcio, hacia el pie de las colinas. En los
declives del flanco nororiental, a partir de las arenas,
se han formado suelos que contienen sales de sodio y poseen
excesivo drenaje.
Macuira presenta una gran cantidad de pendientes con profundos
microcañones que se manifiestan con lechos de quebradas
que durante la mayor parte del año permanecen secas.
CLIMATOLOGÍA
La temperatura de la serranía es variable, a pesar
de su escasa altitud; en promedio se registran 28 °C
con una máxima de 41 °C y una mínima
de 12 °C. El clima del área está determinado
por las condiciones que imponen la proximidad al mar,
los vientos alisios del noroccidente, la orientación
de la serranía y su altitud; la región presenta
una evapotranspiración anual entre 1.800 y 1.900
mm.
Sobre las partes altas se observa una nubosidad recurrente,
puesto que la serranía se interpone en el curso
de los vientos que soplan desde la cuenca del Caribe.
La nubosidad puede permanecer asentada sobre el follaje
de los flancos sinuosos de la serranía hasta 36
horas continuas, creando un espectacular contraste con
el horizonte abierto, eterno y pleno de luz que se abre
en el Caribe.
FLORA
El bosque de niebla de este asombroso oasis de verdor,
asentado en tierras bajas caribeñas, ostenta una
vegetación exuberante con gran cantidad de epífitas,
bromelias y musgos. El bosque no solo se encuentra asentado
en un rango de muy baja altitud —que empieza desde
los 500 msnm y culmina en los cerros más altos,
que no sobrepasan los 870 msnm—, sino que además
es de porte enano. En otras palabras, tenemos un bosque
de niebla «bonsai» con características
que corresponden a las del bosque de niebla andino y en
particular a las del subpáramo cordillerano que
localiza su manto vegetativo por encima de los 3.000 m
de altura.
A partir de las zonas planas y áridas desde donde
se levantan sus estribaciones, Macuira presenta, una sucesión
vegetal, que comprende desde vegetación seca espinosa
tropical en las faldas, hasta la flora enana propia de
los bosques nubosos, pasando por formaciones de tipo ripario
y deciduo —bosques «siempre verdes»—,
ubicados sobre gargantas profundas y lechos de arroyos
y bosques de porte medio y bajo, sin epifitismo, que pierden
todo su follaje en la estación seca.
El bosque húmedo de Macuira, actúa como
una esponja para retener las pocas precipitaciones verticales
extremas; al mismo tiempo obtiene el mayor provecho posible
de la precipitación horizontal, al actuar como
una verdadera trampa para la neblina y las nubes impulsadas
por los vientos. Puede decirse que de la «intercesión
horizontal» o «negativa», resulta un
parámetro micrometeorológico que regula
—con mayor eficacia que la misma lluvia— el
suministro de humedad a la vegetación y por ende,
la formación hídrica en esta estructura
geológica.
Los bosques enanos de Macuira son, al mismo tiempo, resultado
de la existencia de un substrato arcilloso que incide
desfavorablemente sobre la respiración de las raíces
arbóreas. Los pequeños árboles que
crecen en suelos saturados, delgados y de transpiración
reducida, deben soportar por igual el embate de fuertes
vientos, los cambios extremos de temperatura y otras circunstancias
poco favorables, a las que sin duda se han venido adaptando
desde tiempos inmemoriales. El bosque de este inusitado
enclave, se caracteriza también por tener una estructura
relativamente homogénea, con árboles retorcidos
y de corteza rugosa, que tienen copas compactas en su
parte más alta, con follajes de hojas simples,
pequeñas y escleromórficas; también
se observan ramas recargadas de epífitas vasculares,
principalmente bromelias.
La existencia de este bosque atípico se debe a
la orientación de la serranía, a su altitud
y a su proximidad al mar. La serranía constituye
una barrera para los vientos alisios del nororiente, lo
cual explica las grandes acumulaciones de arenas en el
flanco expuesto a las corrientes. Dichos vientos, provenientes
del mar y saturados de humedad, ascienden al encontrar
la barrera, se enfrían y la humedad se condensa
formando nubes de tipo cumulus o lenticular durante el
día y nimbostratos en la tarde —entre las
5 p.m. y las 7 a.m.—, cuando una espesa nube cubre
la serranía por encima de los 550 m de altitud.
Las nubes cargadas de humedad son impulsadas por los vientos
a través del bosque y las gotas de agua son interceptadas
por la vegetación y se deslizan por los troncos
hasta alcanzar el suelo. La humedad del bosque de niebla
se debe principalmente a la interacción permanente
entre la vegetación y la nubosidad.
Tres especies vegetales dominantes comprenden el 79% de
los árboles y fisionómicamente son muy similares.
El conjunto de la flora, según las colecciones
botánicas hasta ahora realizadas, comprende unas
349 especies; de éstas, en el bosque nublado se
hallan 20 plantas inferiores o Pteridófitas —incluyendo
helechos arborescentes— y una especie de helecho
epífito de la familia Hymenophyllaceae, adaptado
para absorber agua de la niebla, dos especies del género
Zamia, 37 monocotiledóneas y 62 dicotiledóneas.
Esto nos indica que el bosque nublado es el más
diversificado, con 121 especies.
Dentro de las monocotiledóneas se destacan unas
10 especies de orquídeas, 2 de platanillos, 3 de
bijaos, 4 aráceas y 9 bromeliáceas epífitas
—comúnmente llamadas quiches— que se
destacan por la profusión de individuos y por su
capacidad de almacenar agua en las axilas de sus hojas.
El flanco suroccidental de la serranía es en general
menos húmedo y en el flanco nororiental del macizo
central, entre los 50 y los 400 msnm, crece un bosque
deciduo, es decir que pierde su follaje a pesar de que
tiene características propias de ambientes ligeramente
húmedos —caducifolio higrotropofítico—,
con sotobosque muy ralo y escaso. Allí se encuentran,
entre otros, árboles como el resbalamono o indio
desnudo y el quebracho.
El bosque seco, desarrollado en declives protegidos del
viento, está ubicado entre los 250 y 550 msnm,
sobre mantos de arena. Hasta los 200 m de altitud, se
encuentran bosques espinosos subxerofíticos, típicos
de las planicies de la Guajira, entre cuyos elementos
más característicos figuran olivo, tuatúa
o yatchua, trupillo dividivi o ichi, atupa, aromo, cacho
de cabra o murray y otras leguminosas. Dentro de las cactáceas,
se hallan el cardón yosú o de Iguaraya,
el tunito o janche, el pitayo, o pita–jayo y el
guamacho.
FAUNA
Con excepción de las aves y las mariposas, la fauna
del área ha sido poco estudiada. En cuanto a mamíferos,
en el bosque nublado se conocen ardillas; un primate,
probablemente Cebus albifrons de evidente origen
andino; dos felinos: el tigrillo y el gato pardo; saínos
y venados que figuran en los reportes de cacería.
Como ocurre con la avifauna y con la flora del bosque
enano, el resto de la fauna observada en Macuira revela
un bajo nivel de especialización y un bajo endemismo,
comparado con otros elementos del sistema montañoso
periférico de Colombia. La mayor parte de los indicios
señala que el bosque nublado de Macuira es de origen
reciente, como se deduce de la peculiar composición
de la flora, caracterizada por una alta proporción
de especies invasoras cuyo nivel de transformación
genética es aún insuficiente como para haber
logrado establecer especies propias o diferentes en términos
de endemismo.
Dentro del área pueden señalarse numerosas
aves, de las cuales cinco corresponden a subespecies endémicas:
la guacharaca, el cucarachero, el azulejo nectarívoro
y el barranquero amarillo.
Se encuentran 16 especies de aves asociadas con ambientes
acuáticos y otras 67 están claramente asociadas
a los diferentes tipos de bosques.
La mayor concentración de estos ejemplares se ubica
entre la zona intermedia y el bosque enano de niebla,
aunque en las épocas de verano intenso hay una
propensión a la disminución paulatina de
su presencia. Según las investigaciones realizadas,
la avifauna de Macuira pertenece, en términos generales,
a la fauna del Caribe —región Guajira–Paraguaná—,
particularmente a las tierras bajas colombo–venezolanas,
aunque existen algunas especies que tienen clara afinidad
con los llanos y con algunas zonas de los valles interandinos
de los ríos Magdalena y Cauca y en muy poca proporción
con los Andes.
Entre los mamíferos hay algunas especies de murciélagos
que se destacan por haber desarrollado una magnífica
adaptabilidad a los diferentes tipos de bosque y al follaje
tupido; para cualquier otro mamífero habría
sido imposible sortear con habilidad el entretejido espacio
de árboles achaparrados y retorcidos con una densa
cobertura, propio de la Macuira.
Estos roedores alados pueden alcanzar una velocidad de
80 kph, con más de 10 aleteos por segundo, durante
sus faenas nocturnas; emiten entre 80.000 y 120.000 oscilaciones
de impulsos ultrasónicos, para poder movilizarse
hábilmente por el sotobosque, el follaje y el dosel.
Este radar alado puede localizar su presa en medio del
vuelo y en total oscuridad, guiándose por el ultrasonido
emitido desde su laringe, provista de una fuerte musculatura
que le permite producir señales —característica de los murciélagos
microquirópteros— y recibir su eco en el
tímpano, logrando así el efecto de un sonar
que le permite ubicarse espacialmente y localizar los
demás objetos que hay a su alrededor. Algunos pueden
emitir la señal, no por la laringe como los anteriores,
sino por las narices y en tal caso se denominan murciélagos
rinolófidos. Pero independiente de que se trate
de uno o de otro sistema de emitir los impulsos sonoros,
los murciélagos pueden, a diferencia de los radares
diseñados por el hombre, variar a su antojo la
longitud de onda, lo cual les permite adaptar su velocidad
de vuelo y la escogencia rápida de su objetivo,
entre varios componentes móviles.
En Macuira, además de las aves, los murciélagos
cumplen un papel importante como polinizadores; además
de las varias especies de nectívoros, en la serranía
también se encuentran insectívoros y carnívoros,
aunque no se descarta la presencia de una especie hematófaga,
que se alimenta de sangre de otros animales.
Estos quirópteros pueden considerarse los amos
y señores de la noche en la Macuira, hasta que
sale el sol en el horizonte y no representan ninguna competencia
para las aves de la serranía, todas ellas de hábitos
diurnos.
LA CULTURA
La península de la Guajira durante siglos ha estado
habitada por los indígenas Guajiros, pertenecientes
a la familia lingüística Arawak. Otros dos
grupos de la misma familia lingüística han
sido señalados en la Alta Guajira: los Kaketíos
o Tamudes y los Cosinas o Kosinas, ya desaparecidos.
En la base de la Serranía, habitan en la actualidad
comunidades indígenas Wayú. La economía
de subsistencia de los indígenas de la región
depende de cultivos muy localizados y de la ganadería
—caprinos y bovinos—.
En la periferia existen algunas rancherías y los
asentamientos más importantes son Nazaret o Akuwai,
donde se halla una misión Capuchina localizada
al nororiente del cerro Guareche y Siapana, al sur del
macizo central de la serranía.
Desde tiempo atrás los Wayú han sido básicamente
pastores, pero antes de que los españoles introdujeran
los caprinos y el ganado bovino, tenían una economía
de pescadores, cazadores y recolectores, dadas las enormes
limitaciones que impone el medio natural. Desde un pasado
inmemorial, los guajiros han mantenido relaciones con
los pueblos Yuko y Bari de la serranía de Perijá,
así como también con los Koguis y Arhuacos
de la Sierra Nevada de Santa Marta. La evidencia arqueológica
de la Alta Guajira es fragmentaria; se relaciona con elementos
de la Tradición Horno, cuyo auge cultural y demográfico
se logra en las estribaciones de la Sierra Nevada desde
el siglo IV. Así mismo, hay una estrecha relación
con los materiales de la Tradición Salmodie del
lago de Maracaibo en Venezuela, cuyas culturas estuvieron
siempre ligadas a la horticultura y a la pesca.
CONSERVACIÓN
La mayor parte de esta geoforma costera fue declarada
Parque Nacional Natural en junio de 1977; su extensión
aproximada es de 25.000 hectáreas y es uno de los
pocos lugares, junto con la Sierra Nevada de Santa Marta
y el Parque Tayrona, donde se presentan bosques enanos.
De hecho, los bosques secos tropicales, sin considerar
la importancia particular de los otros ecosistemas de
Macuira, tienen un significado enorme para el país,
así como los otros ecosistemas que lo componen
como el matorral desértico subtropical, el monte
espinoso subtropical y el bosque seco subtropical.
Se hace necesario prestar una mayor atención para
la protección de estos bosques que han sido casi
totalmente destruidos en Colombia; actualmente queda menos
del 1,5% del área original.