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CAPÍTULO 3

GOLFOS Y BAHÍAS DEL
C
ARIBE COLOMBIANO

 

Golfo de Urabá

El golfo de Urabá, ubicado entre los 8° 25’ latitud norte y los 76° 53’ longitud oeste en el extremo noroccidental de Suramérica, en la frontera con Panamá, entre los cabos Tiburón y Caribaná, es el más grande del país y de la costa Caribe, después del de Venezuela. Fue conocido por los cronistas de los siglos XVI y XVII como golfo del Darién, por su proximidad a la serranía de este mismo nombre.

GEOMORFOLOGÍA

Debido a la dinámica costera, en el golfo hay zonas planas inundables, como llanuras bajas con superficies cenagosas compuestas esencialmente por lodo, cuya abundante materia orgánica facilita el crecimiento de los manglares; planicies aluviales o zonas formadas por depósitos fluviales y playas y playones, al sur del golfo, desde Rionegro hasta Turbo, que alternan con pantanos de manglar y acantilados; estas planicies también se encuentran al norte del golfo, en Arboletes, punta La Tina y río San Juan Damaquiel. En varios sectores se observan zonas de inundación, a manera de depresiones someras adyacentes a la costa, susceptibles de ser modeladas por las mareas y por el lodo y la arena.

El cordón chocoano, bifurcación de la cordillera Occidental en su parte septentrional, era más elevado y continuo en el pasado, cuando atravesaba la cuenca del río Atrato en la región Sautatá y continuaba en la serranía del Darién y en la cordillera centroamericana. Actualmente aparece deprimido a causa de la erosión que produjo su destrucción parcial y sepultamiento bajo potentes capas de sedimentos marinos. El hundimiento de la cuenca del río Atrato también está relacionado con vulcanismo submarino y con el intenso tectonismo que caracterizó el período Terciario —entre 600.000 y 11 millones de años—.

Entre los hechos destacados de morfología costera se encuentra el levantamiento del suelo por el peso del agua de mar en la trasgresión del Holoceno —hace 10.000 años—, lo que generó algunos sectores con apariencia de acantilado desde punta Caribaná hasta Arboletes.

CLIMA

El andén Pacífico colombiano, por su doble condición de pertenecer al ecuador geográfico y al ecuador térmico, presenta elevadas temperaturas del aire a nivel del mar —26,5 ºC aproximadamente— y un clima que se considera del tipo diurno ecuatorial —sin modificaciones del ciclo horario diario durante el año—, con temperaturas medias de 28 ºC y humedades relativas entre 85 y 98%, generadas por un rango de precipitación que supera por varios cientos los 10.000 mm anuales, lo que hace de este lugar el más lluvioso del planeta.

La región tiene una relación más estrecha con el Pacífico Biogeográfico que con el Caribe xerofítico o subxerofítico, pues el clima reinante en el golfo de Urabá está influenciado por las condiciones de la selva húmeda, por un lado y por la dinámica de la cuenca del Atrato, por el otro. En tal sentido, varios de los biomas del golfo están relacionados con las serranías del Darién y Tacarcuna y éstas, a su vez, con su prolongación biogeográfica, serranía del Baudó y con las estribaciones septentrionales de la cordillera Occidental.

ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL

Dos corrientes superficiales influencian el golfo de Urabá: la del Caribe, que corre frente a la plataforma continental colombiana durante casi todo el año de oriente a occidente y la del Darién, que entra por Panamá y bordea las costas colombianas de occidente a oriente; dichas corrientes varían su intensidad de acuerdo con la velocidad de los vientos; en verano —diciembre a abril— los alisios son fuertes y la contracorriente del Darién apenas alcanza a estrellarse contra la plataforma en Isla Fuerte; en cambio, durante el período lluvioso —abril a julio y septiembre a noviembre—, los alisios son débiles y la contracorriente puede alcanzar la península de La Guajira. Las mareas son irregulares y a pesar de ser semidiurnas no alcanzan dos pleamares y dos bajamares en un período de 24 horas; se presentan una pleamar y una bajamar, seguidas de un ascenso y un descenso leve del nivel de las aguas. A partir del nivel medio, la oscilación no supera los 30 cm, de forma tal que las condiciones microclimáticas no tienen fluctuaciones marcadas durante el año, tanto en el golfo como en el resto del Caribe colombiano. La dirección predominante del oleaje es hacia el occidente, con períodos de oscilación entre 7 y 8 segundos y alturas de 1,5 a 1,8m.

Las aguas del golfo están sobre una plataforma continental relativamente amplia, con fondos predominantemente lodosos; son generalmente turbias, cálidas y con salinidad reducida, debido a los aportes caudalosos del Atrato, el Sinú y varios ríos y quebradas menores que bajan desde la serranía del Darién. La distribución vertical de la salinidad y la temperatura de las masas de agua tienen, como en el resto del Caribe colombiano, una relación directa con la profundidad y la acción de la corriente. Se encuentran aguas superficiales —hasta los 50 m—, con temperatura promedio de 27°C y salinidad de 35,5 partes por mil —ppm—; aguas subsuperficiales intermedias —entre 70 y 100 m—, con temperatura de 23,5°C y salinidad de 37 ppm y aguas intermedias —entre 400 y 600 m—, con temperatura media de 15°C y salinidad de 34,5 ppm.

En el litoral con relieve plano abundan extensas playas de arenas de grano fino y color gris. Desde cabo Tiburón, en la frontera con Panamá, se presentan importantes accidentes geográficos: bahía Pinololo, entre Acandí y Sapzurro; bahía de la Estola o Acandí; bahía de Triganá, bahía de Ceperá, bahía Candelaria, sobre el delta del río Atrato; bahías de la Paila, Marirrio y Colombia, sobre la desembocadura del río León y la bahía de Necoclí, sobre el extremo oriental del golfo, antes de llegar a punta Piedra y punta Caribaná, accidentes que marcan el final del golfo por el norte.

ÁREA TERRESTRE

La composición geológica y biológica de la zona está determinada, en gran parte, por la cercanía a la cordillera de la costa o del Chocó, un sistema de serranías bajas que a pesar de sus elevaciones moderadas, que no superan los 1.400 msnm, es un verdadero mosaico de ambientes, considerado uno de los más extraordinarios a nivel mundial. La región está bajo la influencia de varios ecosistemas terrestres: una pequeña faja selvática costera que bordea las serranías del Darién y Tacarcuna, en la margen oriental del golfo; la llanura aluvial de río Atrato; el complejo lagunar–cenagoso del interfluvio Atrato–León y los bosques de las estribaciones de las serranías de Abibe y el Águila y los cerros de Vellemonia y Los Aburridos, al occidente del golfo.

Su extraordinaria riqueza en formas de vida, se atribuye a la presencia de no menos de tres refugios pleistocénicos de selva húmeda cálida, uno de ellos constituido por las montañas al oriente de Panamá y sectores adyacentes de Colombia; otro en el sector comprendido entre los cursos altos de los ríos Sinú y San Jorge y un tercero correspondiente al refugio del Chocó propiamente dicho, el cual se extendía desde el centro del departamento del Chocó, hasta el occidente de Ecuador.

VEGETACIÓN

Entre las unidades de paisaje en la franja litoral del golfo de Urabá se destacan: la llanura aluvial y las terrazas bajas inundadas o con influencia de inundación, conformadas por las vegas de los ríos Atrato y León y la parte baja de algunos de sus afluentes, donde se localizan zonas cenagosas, pantanos recubiertos de vegetación herbácea, bosques de pantano de poca altura y comunidades de palmas y bosques naturales con cierto grado de homogeneidad, asociados con bosques de cativo; las terrazas planas, disectadas o no, con suelos mejor drenados pero sujetas a inundaciones ocasionales, se encuentran en el piedemonte de las colinas, donde se desarrolla un bosque heterogéneo con algún predominio del cativo, pero con alta participación de otras especies arbóreas en las colinas altas y las zonas planas aledañas no inundables, localizadas en las laderas de las montañas, donde la vegetación puede variar de acuerdo con el grado de pendiente y la altura sobre el nivel del mar.

El bosque del área es heterogéneo y varía en su composición de acuerdo con el nivel de aprovechamiento que haya soportado. En las vegas bajas de los ríos Atrato y León, cuya característica especial consiste en las inundaciones periódicas, se presentan cuatro categorías de subpaisajes: orillales y diques naturales; manglares, cuyos principales componentes son el mangle colorado, el mangle bobo, y el mangle humo; etapas de sucesión donde se destacan la marvilla, el majagua de playa y el uña de gato; y por último zonas de aguas menos profundas, donde se entremezclan la pángana, el capitancillo y el salero.

Es característico del golfo de Urabá el complejo de lagunas, ciénagas y cuerpos de agua abierta, que se encuentran en la parte más profunda de los sectores cóncavos —basines— de la planicie aluvial, ubicados generalmente en áreas cercanas a los cauces que conforman el delta. Estos cuerpos de agua representan el principal potencial pesquero de la región y son un centro importante de concentración de aves acuáticas residentes y migratorias, así como refugio de grandes vertebrados acuáticos. La vegetación de esta zona es de baja diversidad y está constituida principalmente por elementos flotantes de amplia distribución, que se presentan en extensiones mayores o menores, de acuerdo con la dinámica de intercambio de las masas de agua. El complejo cenagoso está poblado por plantas de pantano o de zonas con inundaciones sucesivas, por lo cual allí sólo prosperan especies herbáceas como la oreja de mula o taruga, la lechuga de agua, el buchón, el loto, el gramalote, el arracacho y el chusque, especies que cubren densamente grandes extensiones y que de acuerdo con la especie dominante reciben nombres generalizados como tarugales, gramalotales, arracachales o chuscales; la dinámica de éstas depende de la profundidad a la que se encuentren del suelo y del tiempo de estancamiento de las aguas.

FAUNA

El golfo de Urabá está comprendido entre los Distritos Biogeográficos de San Blas–Acandí–Tanela y el del Tacarcuna. El primero está compuesto por el corredor costero de la provincia panameña de San Blas y los valles de los ríos Acandí, Tolo, Tanela, Unguía y Arquía; tiene tendencia a una estacionalidad anual, con un verano marcado entre diciembre y febrero. Su vegetación es subhigrofítica y en algunos lugares higrotropofítica; los elementos marinos más vulnerables son las tortugas, en especial la tortuga canal, que tiene sus mejores playas de nidación en el sector de La Playona al suroriente de Acandí, sector protegido por una barrera coralina de varios kilómetros, paralela a la franja de playa. Este distrito es un corredor costero natural de migración, donde llegan periódicamente gran número de aves marinas como chorlos, areneros, gaviotas, gualas y gavilanes. También llegan aves migratorias como las reinitas y los atrapamoscas, atraídas por los rastrojos en diferentes estados de desarrollo, generados por intervención antrópica. Para este distrito se han identificado 82 especies de reptiles, 845 de plantas y 101 de peces —excluyendo peces arrecifales o de mar abierto—; 177 de mamíferos, 328 de aves y 14 de anfibios.

El segundo distrito incluye las estribaciones de la serranía del Darién, por encima de los 400 msnm, desde la provincia de San Blas hasta la cuenca del río Pipirre, al sur y se considera como un centro de endemismo. La vegetación está representada por selvas higrofíticas frecuentemente nubladas, donde a partir de los 1.300 msnm aparecen robledales y existen alrededor de 50 especies endémicas de plantas leñosas. De este distrito se conoce hasta el momento un total de 507 especies de plantas y se han registrado 130 especies de mamíferos, 247 de aves, 74 de reptiles y 19 de anfibios. Entre los mamíferos más característicos se destacan el covatierra, la ardilla enana y varias especies de ratones silvestres como la reinita y el frutero del Tacarcuna.

POBLACIÓN

Las tríbus indígenas del norte colombiano, ubicadas en las llanuras costeras y en particular en el golfo de Urabá, compartieron las tradiciones metalúrgicas con orfebres de Panamá y Costa Rica; desde los comienzos de nuestra Era, hasta el año 1000, técnicas, ideas y formas como aves bicéfalas y animales de cola levantada, fueron transmitidas de una región a otra y la aleación de oro y cobre, llamada tumbaga, fue característica de su arte .

A la llegada de los españoles, los habitantes de la región del Darién pertenecían a grupos de filiación macrochibcha y karib, cuyas relaciones eran difíciles; en este escenario, los urabaes se constituyeron en el grupo más sobresaliente y le dieron el nombre al golfo. Desde entonces, la región ha sido escenario de luchas y disputas, tanto por su riqueza como por su posición estratégica.

Cuando Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa navegaban por el norte de Suramérica en los últimos meses de 1501, encontraron indígenas que poseían lo que más interesaba a los españoles: el oro. En 1510 Ojeda desembarcó en la isla de Urabá, donde construyó la fortaleza y el caserío de San Sebastián —la primera fundación de América continental—, presumiblemente cerca del lugar donde ahora está Necoclí. Pero a finales del año la situación de la fortaleza era completamente insostenible y Vasco Núñez de Balboa propuso entonces buscar amparo en los indígenas amistosos de la costa occidental; se abandonó la fortaleza y se estableció Santa María la Antigua, unos kilómetros al norte de la desembocadura del río Atrato, lejos de los indígenas hostiles.

Santa María la Antigua fue evacuada en 1524 y en adelante los únicos españoles en la costa del Darién serían los moradores del poblado de Acla, situado 90 kilómetros más al norte, en un lugar donde podían anclar buques detrás de dos pequeñas islas; allí tenían buenas aguas, tierras fértiles y madera para fabricar y reparar barcos. Desde Acla, Núñez de Balboa abrió la ruta a través del istmo hasta el Pacífico en 1513. Bajo Julián Gutiérrez, teniente del gobernador de Panamá, Acla se convirtió en la base para la pacificación de los indios del otro lado del golfo, puesto que la costa de Urabá parecía ser la entrada al Sinú y a las minas legendarias de Tarufi y Mocri.

Más tarde, a finales del siglo XVII, ante los fracasos de la organización y el establecimiento de los españoles, se dio un nuevo proceso de colonización europea por parte de los escoceses. La travesía al Darién de William Paterson y sus mil doscientos expedicionarios fue larga y penosa; después de tres meses de navegación, el 24 de octubre de 1698, arribaron a una bahía que llamaron Nuevo Edimburgo, tres leguas al oeste del golfo del Darién. Al referirse a la llegada de Paterson al golfo de Urabá, Malcolm Laing escribió:

«Tenemos un excelente puerto, rodeado por altas montañas, capaz de contener mil velas, cerrado por tierra y seguro contra vientos y tempestades. Hay varios ríos que desembocan en la bahía, y abunda tanto el magnífico pescado, que fácilmente podemos tomar más del que necesitamos [...] Entre otros hay tortugas, cuya carne es muy buena, y algunas pesan más de seis quintales [...] La riqueza, fecundidad, clima y buena situación de la tierra son mucho mejores de lo que llegamos a esperar. Parece como si Dios Todopoderoso hubiera reservado todo esto para la presente ocasión, preparando favorablemente los caminos y dispuesto a los indios en el mismo sentido. Encontramos que la región es muy sana, pues aunque llegamos aquí en la estación lluviosa y pasamos varias semanas sin techo o al menos muy poco resguardados, con muchos que habían llegado enfermos, todos se han restablecido. No hemos tenido ninguna de las peligrosas enfermedades tan frecuentes en otras islas americanas. En cuanto a producciones, este país no parece ceder a ninguno del mundo, porque hemos visto varios de sus frutos como cacao —del que se hace el chocolate—, caña de azúcar, maíz, naranjas, plátanos, mangos, auyamas y muchos otros, todos de la mejor clase imaginable; no hay ningún pedazo de tierra que no pueda ser cultivado; hasta encima de las colinas hay capa de tierra vegetal de tres o cuatro pies de profundidad».

En el sitio donde doscientos años atrás se había establecido Santa María la Antigua del Darién, las gentes de Paterson fundaron el fuerte de San Andrés, al que protegieron con sesenta cañones y se celebró un tratado con los aborígenes, cuya cláusula final decía: «Habrá paz mientras corran los ríos y haya oro en el Darién». La intención de Paterson era establecer el comercio entre las Indias Orientales y Escocia, mediante el asentamiento de una colonia convertida en puerto libre. Sin embargo, el 28 de febrero de 1700, tropas españolas al mando del gobernador de Cartagena, don Juan Díaz Pimienta, atacaron a Paterson, quien ante la superioridad de los españoles capituló.

Actualmente, en esta región hacen presencia varios grupos indígenas, como emberas, waunanas y tule. Los emberas a su vez están conformados por varias subfamilias: embera de río, katíos y chamí que en conjunto suman 31.403 personas distribuidas en 5.631 familias y 219 comunidades; representan el 8,61% de la población total del departamento del Chocó y del nororiente de Antioquia. Sobresalen en la región los kunas, pertenecientes a la familia lingüística macrochibcha, grupo emparentado con los muiskas, los tayronas y con los actuales pobladores de la Sierra Nevada de Santa Marta.

Los afroamericanos, con cerca de 200.000 personas que representan el 88% del total de los habitantes del Chocó y el Urabá antioqueño, están ubicados en las partes bajas de los ríos, donde han recreado formas de organización, producción y socialización provenientes de sus ancestros africanos.

La población mestiza se ha concentrado en el municipio del Carmen de Atrato, en el límite entre los departamentos de Chocó y Antioquia, cobijados por las tradiciones de la cultura antioqueña.

INFRAESTRUCTURA Y PRODUCCIÓN

Al final del siglo pasado, la explotación del caucho, la tagua y la raicilla y la apertura de las minas del río Tigre, atrajeron migrantes de la Costa Atlántica y del interior del Chocó. En los años 20, un comerciante sirio estableció un ingenio azucarero y plantaciones de banano, que fueron muy prósperos hasta la gran depresión de 1929. Hacia 1960, la zona recibió un nuevo auge colonizador centrado en las plantaciones de banano y en la extracción maderera. La apertura de la vía Medellín–Turbo facilitó el proceso; para entonces la población indígena figuraba como minoría demográfica y sociocultural.

Las plantaciones bananeras se concentraron en la zona antioqueña de Urabá, mientras que en el área chocoana se desarrollaron extensos hatos ganaderos, propiedad principalmente de antioqueños.

A partir de 1983 los productores nacionales de banano asumieron el control de la producción y exportación de la fruta desde Urabá, lo cual generó empleo y contribuyó al desarrollo de esta región que sin embargo, desde hace varios años vive una crisis social generada por la violencia.

El golfo de Urabá es de vital importancia por su ubicación estratégica como zona de interconexión entre el Caribe y el Pacífico. Durante el último siglo se han realizado toda suerte de estudios y proyectos de infraestructura, como construcción de puertos, carreteras, microcentrales eléctricas y canales interoceánicos.

Por la región del Atrato, bañada por uno de los ríos más caudalosos y biodiversos del mundo, navega el sueño de unir las Américas desde Alaska hasta la Patagonia, por medio de la vía panamericana, la cual debería atravesar por el Tapón del Darién y el Parque de los Katíos, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad; debido a esta contradicción entre progreso y protección del medio ambiente, aún hace falta finalizar un poco más de 110 km del trazado original entre Panamá y Colombia.

El golfo ofrece también la posibilidad de hacer una conexión interoceánica, utilizando los ríos Atrato y Truandó, como la alternativa más factible para suplir las deficiencias del Canal de Panamá; esta ruta subiría la vega del Atrato, cortaría la serranía del Baudó y utilizaría parte de la vega del río Truandó, para llegar a la bahía Humboldt en el Pacífico. No obstante, el desarrollo de este proyecto se vio truncado debido a que, además del dragado del río Atrato, se requeriría hacer un corte de varios kilómetros a través de roca ígnea consolidada y construir un lago a una altura de casi 300 msnm. El debate ambiental en torno a estos dos proyectos sigue abierto y deja al descubierto la necesidad de investigar con mayor profundidad la inmensa biodiversidad existente en la zona, para así poder determinar el impacto que estos megaproyectos tendrían sobre la naturaleza y los pobladores de la zona.

Golfo de Morrosquillo

El golfo de Morrosquillo se localiza entre los 9° y 10° de latitud norte y los 75° y 76° de longitud oeste. Tiene una longitud aproximada de 17 km, de sur a norte y se extiende desde los límites con el departamento de Córdoba, hasta las ciénagas cercanas al canal del Dique. En el extremo sur se encuentran la punta Mestizos y la bahía Cispatá, antigua desembocadura del río Sinú, cuya entrada está delimitada por las puntas Terraplén y Resguardo, conformadas por ciénagas de manglares; en el norte, el golfo está delimitado por Punta e isla San Bernardo.

GEOMORFOLOGÍA

De acuerdo con estudios geomorfológicos y oceanográficos, el golfo de Morrosquillo está vinculado al archipiélago de San Bernardo, con el cual comparte muchos elementos biológicos, geológicos y morfodinámicos; el archipiélago es considerado como un complejo de islas, canales, manglares, ciénagas y arrecifes costeros, así como de barras y atolones.

Los procesos geológicos más importantes de la región se iniciaron probablemente hace 35 millones de años, durante el Terciario y los últimos fenómenos orogénicos ocurrieron a principios del Cuaternario, hace 600.000 años, cuando quedaron expuestos a la meteorización y erosión un conjunto de rocas sedimentarias marinas depositadas en uno de los bordes del geosinclinal de Bolívar. Estos procesos fueron afectados por fenómenos estructurales y climáticos que produjeron la acumulación y compactación en el fondo del mar, de detritus bióticos, crecimiento de arrecifes, plegamientos de la corteza y levantamiento de islas.

Hace aproximadamente 18.000 años, cuando se presentó la última regresión del mar, la mayor parte de lo que en la actualidad es plataforma continental, se encontraba descubierta y el río Sinú y su valle terminaban en el borde de la plataforma. Se produjo entonces una elevación del nivel de las aguas —transgresión holocénica—, y se formaron terrazas coralinas y elevaciones de terreno por acción volcánica, que dieron origen a la isla Boquerón. Algunos bajos localizados a más de 50 m de profundidad fueron colonizados por arrecifes y en la actualidad están cubiertos por sus sedimentos fósiles. En bajos menos profundos, como los que hay cerca de las islas de San Bernardo, se encuentra una abundante fauna coralina.

La geomorfología del litoral del golfo indica que esta es una zona deltaica que ha recibido todos sus sedimentos del río Sinú. Antes de 1942, el río desembocaba directamente en la bahía de Cispatá, por lo que las playas del sur del golfo tenían arenas gruesas y medias de color gris, pero hacia 1950, debido a la formación del delta de Tinajones y a la profundización de muchos de sus brazos, se inundó la bahía y se convirtió en una ciénaga; desde entonces los flujos de arena se han desplazado hacia el occidente y sólo algunas partículas muy finas alcanzan a llegar hasta Tolú; en términos generales, son de color más claro en el litoral norte y grises en el litoral sur.

La llanura donde se encuentra el golfo está compuesta por depósitos fluviales pleistocénicos de la formación Magdalena y por sedimentación aluvial reciente. Su fisiografía está conformada por tres elementos: el sistema montañoso que incluye las cordilleras Central y Occidental, las serranías costeras de Abibe y Las Palomas y las serranías interiores de San Jacinto, San Jerónimo y Luruaco; la plataforma y talud continentales tienen la forma de un prisma que se extiende hacia el mar y las tierras intramontañosas de terrenos cenagosos y sistemas fluviales de los ríos Magdalena, Cauca, San Jorge, Sinú y del canal del Dique.

CLIMA

El clima de la región está determinado por varios factores, entre los que se cuentan, su ubicación en la franja de bajas presiones ecuatoriales, la influencia de las corrientes marinas, la presencia de vientos persistentes desde el norte hacia el nororiente y la ausencia de sistemas montañosos que generan un ambiente árido, con temperaturas de 26,7 °C y entre 900 y 1.200 mm de precipitación anual promedio, que corresponden a un ambiente característico de sabana xerofítica.

ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL

Los movimientos de circulación de las masas de agua del Caribe, surgen como resultado del efecto combinado de la corriente del Caribe y la contracorriente del Darién; sin embargo, el efecto que producen sobre el golfo de Morrosquillo no es tan fuerte y directo, pues la plataforma de Isla Fuerte y la de las islas de San Bernardo atenúan sus efectos. La dinámica de las aguas marinas del golfo obedece más a factores regionales como vientos, olas y mareas.

La circulación media de las aguas está favorecida por los vientos reinantes y por los aportes de las aguas continentales del río Sinú, generador de una corriente litoral que de acuerdo con la época del año se desplaza de norte a sur. El oleaje más frecuente es de procedencia noroccidental y presenta amplitudes entre 3 y 5 m y períodos de 10 a 12 segundos; este oleaje es más fuerte durante 22 días al año y su punto de convergencia está en Guacamaya, entre las playas de Tolú y La Boca.

ÁREA TERRESTRE

La llanura del Caribe, que corresponde a los valles inferiores de los ríos Magdalena, Cauca y Sinú, consiste en una amplia zona de transición, que en uno de sus sectores semisecos conforma el golfo de Morrosquillo, lugar también conocido, por su origen y condiciones hidroclimáticas, como llanura costera aluvial del golfo de Morrosquillo.

La cuenca hidrográfica del golfo tiene aproximadamente 2.100 km2; al sur se encuentra la bahía de Cispatá y hacia el interior, las ciénagas de La Soledad, Garzal, La Tona y Ostional y los caños Lobo, Salado, Grande, Remediopobre y Palermo, cuyas profundidades tienen entre 1 y 5 m, con anchuras entre 20 y 200 m. Las vertientes menores formadas por los arroyos Viejo, Pita, Cañabrava y Guaní, se caracterizan por la poca altitud, lo que favorece la formación de bajos y ciénagas, como el bajo de Pita y las ciénagas de La Trementina y La Leche. Las vertientes mayores corresponden a los arroyos Cascajo y Pechelín. Estas cuencas presentan un régimen hidrográfico con aguas altas de septiembre a diciembre, con un máximo durante noviembre y aguas bajas de enero a julio.

La zona de la ciénaga de La Caimanera es de menor área y menor altitud, circunstancia que favorece la formación de los pantanos de Marta. La ciénaga de La Boquilla se encuentra en el costado norte, cerrando el golfo; se caracteriza por la presencia de numerosos canales profundos rodeados de mangle.

VEGETACIÓN

La región de la llanura costera aluvial se clasifica como sabana xerófila; el 70% de la vegetación es caducifolia, es decir, que durante cinco meses al año pierde su follaje. No obstante, en el área del golfo de Morrosquillo se distinguen tres zonas de vida, dos en la llanura como tal, y una tercera en el territorio insular.

Al norte de la ciénaga de La Caimanera, región que se caracteriza por temperaturas entre 18 y 24 °C y pluviosidades entre 500 y 1.000 mm anuales, hay una formación vegetal conocida como bosque seco premontano, en un lugar con suelos mal drenados, arcillosos y afectados por inundaciones provocadas por los ríos, las lluvias y las altas mareas. En la parte costera y en zonas inundadas con aguas de mar mezcladas con agua dulce, se encuentran los manglares y en las zonas más secas predominan los cocoteros, entreverados con parcelas dedicadas a la agricultura y a los pastizales.

Al sur de la ciénaga de La Caimanera, con temperaturas superiores a 24 °C y lluvias anuales entre 1.000 y 2.000 mm, la zona de vida corresponde al bosque seco tropical. Esta franja abarca un gran territorio que incluye la serranía de San Jerónimo y el valle inferior del río Sinú; en la parte correspondiente al golfo hay una asociación de suelos con alto nivel freático, profundos y fértiles debido a la incidencia continua de las aguas del río Sinú, que en las época de lluvia se desborda desordenadamente sobre los caños, ciénagas y canales hechos por los cultivadores de arroz, de manera que se da un permanente flujo y reflujo de aguas con salinidad cambiante, lo que permite que las ciénagas se intercomuniquen y que aumente el nivel freático. De esta forma, los suelos se hacen fértiles y se puede desarrollar una agricultura más activa.

La vegetación natural, cuyos reductos se encuentran en las llanuras y especialmente en las zonas montañosas de San Jacinto, incluye algunos manglares, relictos de bosques y sabanas abiertas con amplia diversidad de especies maderables y frutales. Sobre las áreas continentales circunvecinas al golfo, la flora se encuentra fundamentalmente representada por caracolí, matarratón, ceiba tolú, naranjuelo, olla de mono, samán y zarza.

En el territorio insular la vegetación dominante es el mangle, del cual se encuentran las especies: rojo, humo o negro, bobo o blanco y zaragoza. Estos mangles se presentan también en las orillas de la mayor parte de los canales, caños y ciénagas de Cispatá, donde dejan a la vista buena parte de sus raíces durante la bajamar. Algunas zonas, como la ciénaga de La Caimanera están bordeadas en su totalidad por una franja ancha de manglar, que en algunas áreas alcanza hasta los 1.000 m, y en ella dominan el mangle rojo, seguido por el mangle negro y el mangle blanco.

Otro tipo de vegetación característica del área, de gran valor por su alta productividad y por el papel que desempeña dentro de los ecosistemas, es la pradera marina —compuesta principalmente por pasto tortuga y pasto manatí—, que se distribuye en extensas masas alrededor de las islas, en aguas poco profundas.

FAUNA

La plataforma arrecifal fue edificada por múltiples organismos coloniales durante el Pleistoceno; a partir de ese arrecife de barrera, erosionado por la acción mareal, se inició la colonización de la actual fauna coralina, una de las más diversas del Caribe colombiano.

El coral es un animal colonial conformado por miles de organismos diminutos en forma de tubo, llamados pólipos. A medida que estos organismos carnosos crecen, segregan una sustancia calcárea para su protección; de esta manera, con el paso del tiempo generan las inmensas estructuras con apariencia de roca, conocidas como arrecifes coralinos. Su crecimiento anual es de apenas unos milímetros y conforman un caprichoso relieve de formas redondeada o esférica, laminar o ramificada. Los corales son moldeados en su crecimiento por otros organismos, como las esponjas, de las cuales se han registrado 66 especies en el área.

En el golfo se encuentran 135 especies de diatomeas y dinoflagelados y 516 de foraminíferos. Otros invertebrados que conforman la biota del arrecife son: 27 especies de antozoarios e hidroides, 26 de poliquetos, 72 de moluscos marinos entre los que sobresale el Strombus gigas, importante recurso pesquero, así como 50 especies de ostrácodos, 114 decápodos y 24 equinodermos.

Los peces comprenden 167 especies entre las que sobresale el tiburón gato, animal inofensivo que sólo se alimenta de crustáceos, moluscos y equinodermos y que puede alcanzar hasta cuatro metros de longitud; el tiburón amarillo es frecuente en el área y es muy agresivo, aunque al igual que el anterior sólo se alimenta de invertebrados y de algunos peces; son numerosos los peces de vistoso colorido y diseño, así como otros vertebrados acuáticos como el delfín y la tortuga carey.

Diversas especies de crustáceos, poliquetos, cooperados, lamelibranquios y un importante número de decápodos, entre los que se cuentan el cangrejo rojo y los cangrejos ermitaños de la familia Paguridae, invaden las raíces de los manglares. En la zona de encharcamiento y sobre sustrato blando, construyen sus habitáculos los cangrejos manzanilla; entre las raíces del mangle rojo y en sustrato lodoso se observa el cangrejo moro.

Se han reportado 60 especies de aves, de las cuales 31 son marinas; algunas anidan en las islas, como la tijereta de mar, especie en la que los machos, durante la época de reproducción hinchan un saco de color rojo intenso para atraer a las hembras. El pelícano o alcatraz, siempre presente en los alrededores, se desplaza majestuosamente en formación estricta sobre el oleaje o en actitud de pesca, hasta que se lanza desde varios metros de altura y cae sobre su objetivo con el pico abierto que le sirve de red para capturar la presa, gracias a su enorme bolsa gular.

Dentro de los vertebrados terrestres se han determinado siete especies de saurios, tres de culebras y once de mamíferos.

POBLACIÓN

En el golfo de Morrosquillo se ubican diversos asentamientos humanos, cuyo legado cultural es sobresaliente. En San Bernardo del Viento, San Antero, Coveñas, Tolú, Morroa y la isla de San Bernardo, actualmente predominan las razas negra y mestiza, pero originalmente la población era indígena, de la macrofamilia arawak; allí también se refugiaron por un tiempo los temibles caribes, de quienes sólo queda, además del nombre del cacique, que se lo dio a la población de San Blas de Morroa, fundada en 1772, la técnica para la elaboración de hamacas y telares multicolores, traídos por los zenúes que utilizaron el golfo como salida costera del cacicazgo de Finzenú.

Después de serias refriegas, los españoles dominaron a los indígenas zenúes, katíos y kunas y fundaron Santiago de Tolú en 1534, atraídos por las riquezas de los nativos; la población se convirtió en un centro comercial y político de primer orden en la región. Su importancia estratégica determinó que tanto el cabildo de Tolú, como la Gobernación de Cartagena se ocuparan de su defensa ante los constantes ataques de los bucaneros ingleses; varios gobernadores de Cartagena e ingenieros militares intervinieron en la construcción de torres y baluartes como el de la Virgen del Rosario y de Santiago, todavía en pie.

En el siglo XVII llegaron grupos de africanos traídos como fuerza de trabajo por traficantes portugueses. Desde Sincé hasta San Marcos se crearon entonces prósperas haciendas esclavistas dedicadas a la agricultura y a la ganadería; años más tarde estos esclavos negros fueron el germen para el establecimiento de los palenques de San Basilio, Berrugas, San Antero y Cereté, entre otros.

Actualmente Tolú es la población más importante del golfo; tiene aproximadamente 15.000 habitantes y junto con Coveñas recibe la mayor afluencia de turistas —aproximadamente 40.000 por año—.

En el golfo termina el oleoducto Caño Limón–Coveñas, donde se carga el petróleo procedente del piedemonte llanero.

En el extremo norte del golfo se encuentra el archipiélago Islas de San Bernardo, un maravilloso destino turístico que se extiende mar adentro 15 km y está compuesto por las islas Cabruna, La Palma, Mangle, Tintipán, Panda, El Islote, Múcura, Maravilla y Ceycén.

El golfo ha sido desde siempre un sitio de encuentro cultural. Las hamacas multicolores, el sombrero «vueltiao», la peregrinación anual en la Semana Santa, la hermandad de los Nazarenos, las grandes iglesias de torres abigarradas de penachos y cornisas, las gaitas, los pitos y las guacarnacas, de origen zenú, hacen de esta región una zona de particular interés, cuyo pueblo pescador, agricultor y ganadero, aún mantiene el sincretismo cultural, en medio de tambores y acordeones.

Bahía de Cartagena

La bahía de Cartagena, localizada al norte de Colombia, entre los 10° 16’ y 10° 26’ de latitud norte y los 75° 80’ y 75° 36’ de longitud oeste, tiene una extensión aproximada de 82 km2 y una profundidad máxima de 30 m, con un promedio de 16 m.

Esta histórica bahía se encuentra separada del mar Caribe por la isla de Tierrabomba, que deja dos bocas de comunicación por donde se efectúa el intercambio de aguas con el medio oceánico: Bocagrande, en el extremo nororiental de la isla, con una longitud de 1.9 km y una profundidad de 2 m sobre la Escollera —muralla submarina construida en la época colonial—, y Bocachica de 0,5 km de longitud con profundidad promedio de 23 m.

La bahía está relacionada con varios accidentes geográficos de la zona, como la bahía de Barbacoas, la península de Barú, el archipiélago del Rosario, la isla de Tierra Bomba y la ciénaga de Tesca o de la Virgen; en la zona suroriental recibe el aporte de agua dulce continental proveniente del canal del Dique, brazo artificial del río Magdalena construido por los españoles a partir de un complejo de ciénagas y caños naturales, con el propósito de acortar las distancias de navegación entre el interior y Cartagena de Indias.

GEOMORFOLOGÍA

A partir del Oligoceno, hace 35 millones de años, ocurrieron los sucesos geológicos más sobresalientes de la región, los cuales, conjuntamente con factores estructurales y climáticos, produjeron diferentes plegamientos de la corteza terrestre, el surgimiento de varias islas y el cambio en el nivel medio del mar. En este período se presentaron también fenómenos de acumulación y compactación de detritus bióticos y un marcado crecimiento de arrecifes coralinos.

De esta manera, las formaciones fósiles de antiguos arrecifes coralinos dieron origen a terrazas marinas que alcanzan 2 y 3 m por encima del nivel del mar; se pueden apreciar a lo largo de la costa de la península, llamada también isla de Barú y en las islas del Rosario, archipiélago que se encuentra a la salida de la bahía y que se formó hace 2.700 años, durante la última trasgresión marina. En la actualidad este proceso de formación de corales se sigue presentando y debido a las condiciones climáticas de la región, en la zona se encuentra la comunidad coralina más rica y variada de todo el Caribe colombiano.

Con el paso del tiempo, en las islas se desarrolló una delgada capa de suelo de 10 a 30 cm de profundidad, que permitió el crecimiento de plantas. Debajo de ésta aparece la roca, muchas veces fragmentada, compuesta por carbonatos de calcio, sustancia segregada por los corales para protegerse y vivir. No obstante, no todas las islas de la zona de la bahía de Cartagena tienen el mismo origen; por ejemplo, el suelo de Barú está compuesto por arcillas, calizas, y por algunos bancos coralinos antiguos.

CLIMA

El territorio posee una precipitación media anual que oscila entre los 800 y 900 mm; los meses de diciembre a abril son los menos lluviosos, casi secos, mientras que junio y octubre presentan la mayor pluviosidad. La nubosidad es baja durante todo el año y la humedad relativa varía entre 80 y 85%. Durante once meses al año hay déficit de agua, debido a que la evapotranspiración potencial es el doble de la precipitación, mientras que en el mes de octubre se registra un excedente hídrico.

La temperatura media anual es de 27,7°C, con una máxima de 33°C y una mínima de 21°C. Durante el verano predominan los vientos alisios, lo que hace que las olas del norte–nororiente sean las más frecuentes y fuertes; el oleaje a lo largo de la costa se ve influenciado por la corriente del Caribe y la contracorriente de Panamá; presenta olas cortas de baja energía, que conjuntamente con una temperatura adecuada y la presencia de sustratos favorables, se conjugan como la base del éxito de las comunidades coralinas de la zona.

ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL

Las aguas de la bahía albergan cientos de organismos asociados a los arrecifes coralinos, peces de distintas formas y colores, crustáceos, moluscos, anémonas, erizos y estrellas de mar, entre otros. A medida que el mar se adentra en la tierra se pueden observar ciénagas costeras con manglares en un área de unas 70.000 ha, ubicadas dentro del departamento de Bolívar; este ecosistema tan típico de zonas costeras, se presenta también en algunas zonas de las islas asociadas a la bahía.

El complejo arrecifal está compuesto por barras y atolones que conforman el archipiélago del Rosario, varias ciénagas y canales en el área continental que pertenecen a la misma área sedimentológica. Los perfiles de la plataforma continental están configurados a manera de pendientes suaves y en los fondos marinos las facies sedimentarias se dividen en fondos arrecifales con arenas gruesas biogénicas y zonas profundas con sedimentos lodosos provenientes del norte y del delta del dique.

La costa continental en los alrededores de la bahía de Cartagena es predominantemente baja, con amplias playas arenosas de color grisáceo, interrumpidas por acantilados de rocas poco cohesivas, continuamente erosionadas por el oleaje. Es precisamente dentro de esta elevada dinámica geomorfológica donde se forman y desaparecen playas, espigas y flechas litorales en cortos períodos de tiempo, que impiden el asentamiento de comunidades biológicas maduras y estables como fondos duros, praderas de pastos marinos y arrecifes de coral, ecosistemas prácticamente ausentes en el sector. Esta característica se presenta en el área más interna de la bahía, donde la actividad turística y la contaminación por petróleo y carbón ha acabado con gran parte de la biodiversidad, y contrasta fuertemente con la exuberancia de las formaciones cercanas al rosario de islas que se presentan a unos pocos kilómetros de la zona.

El litoral, que es predominantemente arenoso–fangoso, está colonizado en buena parte por vegetación de manglar, cerca de las desembocaduras de los brazos del canal del Dique y en las bahías de Barbacoas y Cartagena.

ÁREA TERRESTRE

En la zona terrestre de la bahía de Cartagena se presentan relictos de bosque continental, ciénagas, pantanos, agroecosistemas y sistemas urbanos y suburbanos. Estos ecosistemas han sido históricamente sometidos a un intenso proceso de explotación por parte de sus habitantes; los bosques han sido talados para obtener madera y dar paso a sistemas de producción agrícola o a complejos turísticos; la ciénagas y pantanos se han rellenado para el establecimiento de áreas de urbanización o pastoreo. Estos procesos de intervención se remontan a la misma época de la colonia, cuando el afán por desarrollar un puerto para sacar las riquezas del Nuevo Reino de Granada y protegerlo por medio de castillos y fuertes, determinó con el paso del tiempo la reducción del área natural, aunque a la vez dio paso al desarrollo de una de las ciudades más bellas de América Latina, Cartagena de Indias, declarada en 1985 por la UNESCO, Patrimonio Histórico de la Humanidad y reconocida por el pueblo colombiano como la ciudad heroica por sus hazañas independentistas.

VEGETACIÓN

En la zona continental litoral el bioma dominante es el manglar, con árboles de bajo porte y escaso diámetro, que crecen asociados a ciénagas costeras, lagunas internas o islotes. La especie dominante es el mangle rojo que coloniza los fondos arrecifales poco profundos, los esteros, las franjas que delimitan las lagunas costeras y los bordes de las islas; se encuentra en contacto directo con el mar en suelos lodosos y encharcados y se mezcla con el mangle blanco sobre terrenos arenosos fangosos muy húmedos. En tierra firme también crece el mangle zaragoza sobre suelos arenosos. Este ecosistema es sumamente importante, ya que entre sus raíces brinda protección a cientos de especies de animales, entre ellos a una gran cantidad de alevinos —peces jóvenes— de especies de alto interés comercial como la lisa, la mojarra, y el róbalo.

Otro tipo de vegetación es la pradera marina que se distribuye en extensas masas alrededor de las islas Caguamo, Bonaire, Pirata y Tesoro, así como en el complejo de Pajarales al sur de punta Barú y en algunos enclaves de la bahía, en aguas poco profundas; el pasto tortuga y pasto manatí son las plantas características de esta zona.

La vegetación netamente terrestre presenta una fisonomía de bosque denso siempre verde, con árboles que forman un estrato con hojas permanentes. En el área costera se observan bosques densos, arbustales densos, bosques ralos, matorrales densos y matorrales ralos. Entre las especies del estrato ralo se encuentran el quebracho, el almácigo o indio desnudo, el hobo, el bongo, el mamón, el manzanillo y el pasito; en el estrato arbustivo sobresalen la lengua de vaca, el guacharaco, el uvito de playa, el clemón y el guácimo y en el estrato herbáceo de algunas de las islas del Rosario hay especies como la fruta de perro, el cadillo y la pringamoza.

FAUNA

En la zona existen no menos de 50 especies de corales cuya distribución y abundancia varían de acuerdo con la profundidad, la penetrabilidad de la luz, la temperatura del agua y la salinidad. Las colonias de mayor extensión y densidad corresponden a corales de los géneros Acropora, conocidos como corales cuerno de alce por su estructura ramificada; Porites —corales dedo—, Montrastrea —corales piedra—, Agaricia —corales lechuga u oreja—, y por representantes del genero Millepora, recordados por muchos buzos por sus propiedades irritantes que dejan una sensación de quemadura, razón por la cual reciben el nombre de corales de fuego.

En los arrecifes de coral se presentan asociadas cientos de especies de vertebrados e invertebrados, que encuentran en las caprichosas formas de los corales, refugio de sus predadores y un sustrato rico y diverso para completar su ciclo de vida. En estas aguas, las formas frágiles y apacibles de las anémonas y los poliquetos se confunden con los vivos colores de los peces payaso y dan lugar a complejas cadenas tróficas, donde el plancton y las esponjas son la base de un ciclo que se extiende a través de erizos, estrellas de mar, langostas, peces loro, barracudas y otros, hasta llegar a los máximos predadores del mar, los tiburones.

Si el arrecife es un hábitat megadiverso en su composición faunística, la otra formación vegetal característica de la bahía, los manglares, a pesar de no ser tan llamativos, llegan a mantener poblaciones importantes de moluscos, insectos, reptiles, aves y mamíferos. De hecho, se han identificado hasta 104 especies de aves, tanto migrantes como residentes, asociadas a los manglares, ya que estos les proporcionan comparativamente con otro tipo de bosques, mayor seguridad a la hora de anidar. Las especies residentes más conspicuas son los pelícanos y las garzas; se presentan también algunos loros y en épocas de migración es común ver diferentes tipos de patos.

Dentro de los reptiles es importante mencionar que debido a la alta presión de la cacería ejercida sobre el caimán de la costa, es cada vez más frecuente observar poblaciones reproductivas de esta especie en los manglares. Otros reptiles en peligro de extinción como la tortuga carey y la tortuga verde, aprovechan temporalmente los beneficios que les brinda este bioma generoso.

En cuanto a los mamíferos, es normal encontrar al mapache cangrejero, que aprovecha la amplia gama de manjares que le ofrecen las raíces aéreas del mangle; también es posible observar de manera esporádica otros carnívoros como el ocelote, que aprovechando su destreza y la gran variedad de aves, se desliza sigiloso entre el follaje ribereño y súbitamente se abalanza sobre una presa desprevenida. Debido a la reducción del hábitat es cada vez más probable que estas especies que necesitan de un área amplia para desarrollarse, poco a poco vayan siendo menos frecuentes en los manglares de la bahía.

POBLACIÓN

De acuerdo con crónicas del siglo XVI, en puerto Hormiga y Caparote, en las inmediaciones de Cartagena y en todas las islas del archipiélago de El Rosario, había pequeñas comunidades de indígenas mocanaes, hábiles navegantes, pescadores y agricultores, que opusieron feroz resistencia a los españoles y defendieron hasta último momento su terruño.

Desde su fundación en 1533 por Pedro de Heredia, Cartagena de Indias ha estado íntimamente relacionada con los procesos históricos, culturales, económicos y sociales del país. Gracias a su situación estratégica, la bahía fue centro de las actividades comerciales de España en América y desde el puerto partían cada año, en agosto, los galeones españoles cargados con la plata del Perú y el oro y las esmeraldas de la Nueva Granada.

Para defenderse de los constantes ataques de las potencias europeas y de los piratas y corsarios que merodeaban por el Caribe, Cartagena se convirtió en la ciudad mejor defendida del imperio español; irónicamente, durante la independencia, sus fortificaciones fueron utilizadas por los patriotas, cuando las tropas de Pablo Morillo intentaron reconquistar a América.

En un principio la ciudad era una pequeña isla rodeada al noroccidente por mar abierto, al oriente por caños y lagunas y al sur por un pantano —la península de Bocagrande— y una bahía interior —las Ánimas—, que se comunica con una segunda bahía mucho más amplia —la de Cartagena—, con la isla de Tierrabomba en la mitad. Estas características geográficas hacían necesaria la protección de la ciudad por cuatro flancos: el mar abierto, las entradas a la bahía, la bahía misma y la parte terrestre.

La parte marítima era menos accesible a los ataques debido al intenso oleaje y la resguardaron las primeras murallas. Los dos accesos por la bahía, el primero entre Bocagrande y Tierrabomba, fue cerrado por una barra en 1640, apoyada por el desaparecido fuerte de San Matías, barra que se sustituyó por una escollera submarina en 1778 y el segundo, más estrecho y fácil de custodiar, localizado más al sur, entre Tierrabomba y la Península de Barú, fue defendido por dos fuertes: San Fernando de Bocachica y San José.

El cruce por la bahía de Cartagena y la bahía de las Ánimas fue controlado mediante fuertes pareados a uno y otro lado del canal de navegación; de ellos quedan las ruinas del fuerte de Santa Cruz, destruido en la República y ubicado en la punta de Castillogrande; el fuerte de San Juan de Manzanillo, que hace parte de la Casa de Huéspedes Ilustres y el de San Sebastián de Pastelillo, donde está el club de Pesca. Para el control terrestre, en la parte más crítica se construyó el castillo de San Felipe de Barajas, sobre la colina de San Lázaro; donde hoy es El Cabrero, para proteger el acceso por tierra desde el norte, se edificaron los Baluartes de Santa Catalina y San Lucas; dos baterías más en punta Icacos, defendían la entrada por el sur; y dos baterías en el sitio que hoy ocupa el Baluarte de Santo Domingo, protegían el acceso frontal desde el mar y desde la península de Bocagrande. La construcción de los once kilómetros de murallas que inició el ingeniero italiano Bautista Antonelli en l602, fue concluida dos siglos más tarde por Antonio de Arévalo.

En el recinto amurallado de Cartagena, además de magníficas casonas y barrios, también se estableció un puntal de la Iglesia católica; de ello dan testimonio obras de gran importancia arquitectónica como la Catedral —iniciada en 1575— y el palacio de la Inquisición, la mejor muestra barroca de arquitectura civil, cuya construcción concluyó en 1770; el templo de Santo Domingo, del siglo XVI, es el más antiguo de la ciudad; el convento de Santa Clara, el templo de San Agustín y el claustro de San Francisco, sus hermosas y estrechas calles bordeadas de casas coloniales con balcones, completan el maravilloso paisaje urbano del sector histórico de la ciudad, llamado también, el corralito de piedra.

Actualmente Cartagena, además de ser la ciudad histórica por excelencia, se ha convertido en un destino turístico de gran interés; sus playas, hoteles y sitios de diversión le han dado a la ciudad un gran prestigio internacional. En el sector industrial de Mamonal se encuentra una importante infraestructura petroquímica, manufacturera y frigorífica, que atiende los requerimientos complementarios del puerto marítimo y de las exportaciones e importaciones colombianas por el Caribe, lo cual ha convertido a esta bahía en una de las más activas del país.

 
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