Libros
de la Colección Ecológica del Banco de Occidente:
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CAPÍTULO 3
GOLFOS Y BAHÍAS
DEL
CARIBE COLOMBIANO
Golfo
de Urabá
El
golfo de Urabá, ubicado entre los 8° 25’
latitud norte y los 76° 53’ longitud oeste en
el extremo noroccidental de Suramérica, en la frontera
con Panamá, entre los cabos Tiburón y Caribaná,
es el más grande del país y de la costa Caribe,
después del de Venezuela. Fue conocido por los cronistas
de los siglos XVI y XVII como golfo del Darién, por
su proximidad a la serranía de este mismo nombre.
GEOMORFOLOGÍA
Debido a la dinámica costera, en el golfo hay zonas
planas inundables, como llanuras bajas con superficies cenagosas
compuestas esencialmente por lodo, cuya abundante materia
orgánica facilita el crecimiento de los manglares;
planicies aluviales o zonas formadas por depósitos
fluviales y playas y playones, al sur del golfo, desde Rionegro
hasta Turbo, que alternan con pantanos de manglar y acantilados;
estas planicies también se encuentran al norte del
golfo, en Arboletes, punta La Tina y río San Juan
Damaquiel. En varios sectores se observan zonas de inundación,
a manera de depresiones someras adyacentes a la costa, susceptibles
de ser modeladas por las mareas y por el lodo y la arena.
El cordón chocoano, bifurcación de la cordillera
Occidental en su parte septentrional, era más elevado
y continuo en el pasado, cuando atravesaba la cuenca del
río Atrato en la región Sautatá y continuaba
en la serranía del Darién y en la cordillera
centroamericana. Actualmente aparece deprimido a causa de
la erosión que produjo su destrucción parcial
y sepultamiento bajo potentes capas de sedimentos marinos.
El hundimiento de la cuenca del río Atrato también
está relacionado con vulcanismo submarino y con el
intenso tectonismo que caracterizó el período
Terciario —entre 600.000 y 11 millones de años—.
Entre los hechos destacados de morfología costera
se encuentra el levantamiento del suelo por el peso del
agua de mar en la trasgresión del Holoceno —hace
10.000 años—, lo que generó algunos
sectores con apariencia de acantilado desde punta Caribaná
hasta Arboletes.
CLIMA
El andén Pacífico colombiano, por su doble
condición de pertenecer al ecuador geográfico
y al ecuador térmico, presenta elevadas temperaturas
del aire a nivel del mar —26,5 ºC aproximadamente—
y un clima que se considera del tipo diurno ecuatorial —sin
modificaciones del ciclo horario diario durante el año—,
con temperaturas medias de 28 ºC y humedades relativas
entre 85 y 98%, generadas por un rango de precipitación
que supera por varios cientos los 10.000 mm anuales, lo
que hace de este lugar el más lluvioso del planeta.
La región tiene una relación más estrecha
con el Pacífico Biogeográfico que con el Caribe
xerofítico o subxerofítico, pues el clima
reinante en el golfo de Urabá está influenciado
por las condiciones de la selva húmeda, por un lado
y por la dinámica de la cuenca del Atrato, por el
otro. En tal sentido, varios de los biomas del golfo están
relacionados con las serranías del Darién
y Tacarcuna y éstas, a su vez, con su prolongación
biogeográfica, serranía del Baudó y
con las estribaciones septentrionales de la cordillera Occidental.
ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL
Dos corrientes superficiales influencian el golfo de Urabá:
la del Caribe, que corre frente a la plataforma continental
colombiana durante casi todo el año de oriente a
occidente y la del Darién, que entra por Panamá
y bordea las costas colombianas de occidente a oriente;
dichas corrientes varían su intensidad de acuerdo
con la velocidad de los vientos; en verano —diciembre
a abril— los alisios son fuertes y la contracorriente
del Darién apenas alcanza a estrellarse contra la
plataforma en Isla Fuerte; en cambio, durante el período
lluvioso —abril a julio y septiembre a noviembre—,
los alisios son débiles y la contracorriente puede
alcanzar la península de La Guajira. Las mareas son
irregulares y a pesar de ser semidiurnas no alcanzan dos
pleamares y dos bajamares en un período de 24 horas;
se presentan una pleamar y una bajamar, seguidas de un ascenso
y un descenso leve del nivel de las aguas. A partir del
nivel medio, la oscilación no supera los 30 cm, de
forma tal que las condiciones microclimáticas no
tienen fluctuaciones marcadas durante el año, tanto
en el golfo como en el resto del Caribe colombiano. La dirección
predominante del oleaje es hacia el occidente, con períodos
de oscilación entre 7 y 8 segundos y alturas de 1,5
a 1,8m.
Las aguas del golfo están sobre una plataforma continental
relativamente amplia, con fondos predominantemente lodosos;
son generalmente turbias, cálidas y con salinidad
reducida, debido a los aportes caudalosos del Atrato, el
Sinú y varios ríos y quebradas menores que
bajan desde la serranía del Darién. La distribución
vertical de la salinidad y la temperatura de las masas de
agua tienen, como en el resto del Caribe colombiano, una
relación directa con la profundidad y la acción
de la corriente. Se encuentran aguas superficiales —hasta
los 50 m—, con temperatura promedio de 27°C y
salinidad de 35,5 partes por mil —ppm—; aguas
subsuperficiales intermedias —entre 70 y 100 m—,
con temperatura de 23,5°C y salinidad de 37 ppm y aguas
intermedias —entre 400 y 600 m—, con temperatura
media de 15°C y salinidad de 34,5 ppm.
En el litoral con relieve plano abundan extensas playas
de arenas de grano fino y color gris. Desde cabo Tiburón,
en la frontera con Panamá, se presentan importantes
accidentes geográficos: bahía Pinololo, entre
Acandí y Sapzurro; bahía de la Estola o Acandí;
bahía de Triganá, bahía de Ceperá,
bahía Candelaria, sobre el delta del río Atrato;
bahías de la Paila, Marirrio y Colombia, sobre la
desembocadura del río León y la bahía
de Necoclí, sobre el extremo oriental del golfo,
antes de llegar a punta Piedra y punta Caribaná,
accidentes que marcan el final del golfo por el norte.
ÁREA TERRESTRE
La composición geológica y biológica
de la zona está determinada, en gran parte, por la
cercanía a la cordillera de la costa o del Chocó,
un sistema de serranías bajas que a pesar de sus
elevaciones moderadas, que no superan los 1.400 msnm, es
un verdadero mosaico de ambientes, considerado uno de los
más extraordinarios a nivel mundial. La región
está bajo la influencia de varios ecosistemas terrestres:
una pequeña faja selvática costera que bordea
las serranías del Darién y Tacarcuna, en la
margen oriental del golfo; la llanura aluvial de río
Atrato; el complejo lagunar–cenagoso del interfluvio
Atrato–León y los bosques de las estribaciones
de las serranías de Abibe y el Águila y los
cerros de Vellemonia y Los Aburridos, al occidente del golfo.
Su extraordinaria riqueza en formas de vida, se atribuye
a la presencia de no menos de tres refugios pleistocénicos
de selva húmeda cálida, uno de ellos constituido
por las montañas al oriente de Panamá y sectores
adyacentes de Colombia; otro en el sector comprendido entre
los cursos altos de los ríos Sinú y San Jorge
y un tercero correspondiente al refugio del Chocó
propiamente dicho, el cual se extendía desde el centro
del departamento del Chocó, hasta el occidente de
Ecuador.
VEGETACIÓN
Entre las unidades de paisaje en la franja litoral del golfo
de Urabá se destacan: la llanura aluvial y las terrazas
bajas inundadas o con influencia de inundación, conformadas
por las vegas de los ríos Atrato y León y
la parte baja de algunos de sus afluentes, donde se localizan
zonas cenagosas, pantanos recubiertos de vegetación
herbácea, bosques de pantano de poca altura y comunidades
de palmas y bosques naturales con cierto grado de homogeneidad,
asociados con bosques de cativo; las terrazas planas, disectadas
o no, con suelos mejor drenados pero sujetas a inundaciones
ocasionales, se encuentran en el piedemonte de las colinas,
donde se desarrolla un bosque heterogéneo con algún
predominio del cativo, pero con alta participación
de otras especies arbóreas en las colinas altas y
las zonas planas aledañas no inundables, localizadas
en las laderas de las montañas, donde la vegetación
puede variar de acuerdo con el grado de pendiente y la altura
sobre el nivel del mar.
El bosque del área es heterogéneo y varía
en su composición de acuerdo con el nivel de aprovechamiento
que haya soportado. En las vegas bajas de los ríos
Atrato y León, cuya característica especial
consiste en las inundaciones periódicas, se presentan
cuatro categorías de subpaisajes: orillales y diques
naturales; manglares, cuyos principales componentes son
el mangle colorado, el mangle bobo, y el mangle humo; etapas
de sucesión donde se destacan la marvilla, el majagua
de playa y el uña de gato; y por último zonas
de aguas menos profundas, donde se entremezclan la pángana,
el capitancillo y el salero.
Es característico del golfo de Urabá el complejo
de lagunas, ciénagas y cuerpos de agua abierta, que
se encuentran en la parte más profunda de los sectores
cóncavos —basines— de la planicie aluvial,
ubicados generalmente en áreas cercanas a los cauces
que conforman el delta. Estos cuerpos de agua representan
el principal potencial pesquero de la región y son
un centro importante de concentración de aves acuáticas
residentes y migratorias, así como refugio de grandes
vertebrados acuáticos. La vegetación de esta
zona es de baja diversidad y está constituida principalmente
por elementos flotantes de amplia distribución, que
se presentan en extensiones mayores o menores, de acuerdo
con la dinámica de intercambio de las masas de agua.
El complejo cenagoso está poblado por plantas de
pantano o de zonas con inundaciones sucesivas, por lo cual
allí sólo prosperan especies herbáceas
como la oreja de mula o taruga, la lechuga de agua, el buchón,
el loto, el gramalote, el arracacho y el chusque, especies
que cubren densamente grandes extensiones y que de acuerdo
con la especie dominante reciben nombres generalizados como
tarugales, gramalotales, arracachales o chuscales; la dinámica
de éstas depende de la profundidad a la que se encuentren
del suelo y del tiempo de estancamiento de las aguas.
FAUNA
El golfo de Urabá está comprendido entre los
Distritos Biogeográficos de San Blas–Acandí–Tanela
y el del Tacarcuna. El primero está compuesto por
el corredor costero de la provincia panameña de San
Blas y los valles de los ríos Acandí, Tolo,
Tanela, Unguía y Arquía; tiene tendencia a
una estacionalidad anual, con un verano marcado entre diciembre
y febrero. Su vegetación es subhigrofítica
y en algunos lugares higrotropofítica; los elementos
marinos más vulnerables son las tortugas, en especial
la tortuga canal, que tiene sus mejores playas de nidación
en el sector de La Playona al suroriente de Acandí,
sector protegido por una barrera coralina de varios kilómetros,
paralela a la franja de playa. Este distrito es un corredor
costero natural de migración, donde llegan periódicamente
gran número de aves marinas como chorlos, areneros,
gaviotas, gualas y gavilanes. También llegan aves
migratorias como las reinitas y los atrapamoscas, atraídas
por los rastrojos en diferentes estados de desarrollo, generados
por intervención antrópica. Para este distrito
se han identificado 82 especies de reptiles, 845 de plantas
y 101 de peces —excluyendo peces arrecifales o de
mar abierto—; 177 de mamíferos, 328 de aves
y 14 de anfibios.
El segundo distrito incluye las estribaciones de la serranía
del Darién, por encima de los 400 msnm, desde la
provincia de San Blas hasta la cuenca del río Pipirre,
al sur y se considera como un centro de endemismo. La vegetación
está representada por selvas higrofíticas
frecuentemente nubladas, donde a partir de los 1.300 msnm
aparecen robledales y existen alrededor de 50 especies endémicas
de plantas leñosas. De este distrito se conoce hasta
el momento un total de 507 especies de plantas y se han
registrado 130 especies de mamíferos, 247 de aves,
74 de reptiles y 19 de anfibios. Entre los mamíferos
más característicos se destacan el covatierra,
la ardilla enana y varias especies de ratones silvestres
como la reinita y el frutero del Tacarcuna.
POBLACIÓN
Las tríbus indígenas del norte colombiano,
ubicadas en las llanuras costeras y en particular en el
golfo de Urabá, compartieron las tradiciones metalúrgicas
con orfebres de Panamá y Costa Rica; desde los comienzos
de nuestra Era, hasta el año 1000, técnicas,
ideas y formas como aves bicéfalas y animales de
cola levantada, fueron transmitidas de una región
a otra y la aleación de oro y cobre, llamada tumbaga,
fue característica de su arte .
A la llegada de los españoles, los habitantes de
la región del Darién pertenecían a
grupos de filiación macrochibcha y karib, cuyas relaciones
eran difíciles; en este escenario, los urabaes se
constituyeron en el grupo más sobresaliente y le
dieron el nombre al golfo. Desde entonces, la región
ha sido escenario de luchas y disputas, tanto por su riqueza
como por su posición estratégica.
Cuando Rodrigo de Bastidas y Juan de la Cosa navegaban por
el norte de Suramérica en los últimos meses
de 1501, encontraron indígenas que poseían
lo que más interesaba a los españoles: el
oro. En 1510 Ojeda desembarcó en la isla de Urabá,
donde construyó la fortaleza y el caserío
de San Sebastián —la primera fundación
de América continental—, presumiblemente cerca
del lugar donde ahora está Necoclí. Pero a
finales del año la situación de la fortaleza
era completamente insostenible y Vasco Núñez
de Balboa propuso entonces buscar amparo en los indígenas
amistosos de la costa occidental; se abandonó la
fortaleza y se estableció Santa María la Antigua,
unos kilómetros al norte de la desembocadura del
río Atrato, lejos de los indígenas hostiles.
Santa María la Antigua fue evacuada en 1524 y en
adelante los únicos españoles en la costa
del Darién serían los moradores del poblado
de Acla, situado 90 kilómetros más al norte,
en un lugar donde podían anclar buques detrás
de dos pequeñas islas; allí tenían
buenas aguas, tierras fértiles y madera para fabricar
y reparar barcos. Desde Acla, Núñez de Balboa
abrió la ruta a través del istmo hasta el
Pacífico en 1513. Bajo Julián Gutiérrez,
teniente del gobernador de Panamá, Acla se convirtió
en la base para la pacificación de los indios del
otro lado del golfo, puesto que la costa de Urabá
parecía ser la entrada al Sinú y a las minas
legendarias de Tarufi y Mocri.
Más tarde, a finales del siglo XVII, ante los fracasos
de la organización y el establecimiento de los españoles,
se dio un nuevo proceso de colonización europea por
parte de los escoceses. La travesía al Darién
de William Paterson y sus mil doscientos expedicionarios
fue larga y penosa; después de tres meses de navegación,
el 24 de octubre de 1698, arribaron a una bahía que
llamaron Nuevo Edimburgo, tres leguas al oeste del golfo
del Darién. Al referirse a la llegada de Paterson
al golfo de Urabá, Malcolm Laing escribió:
«Tenemos un excelente puerto, rodeado por altas
montañas, capaz de contener mil velas, cerrado por
tierra y seguro contra vientos y tempestades. Hay varios
ríos que desembocan en la bahía, y abunda
tanto el magnífico pescado, que fácilmente
podemos tomar más del que necesitamos [...] Entre
otros hay tortugas, cuya carne es muy buena, y algunas pesan
más de seis quintales [...] La riqueza, fecundidad,
clima y buena situación de la tierra son mucho mejores
de lo que llegamos a esperar. Parece como si Dios Todopoderoso
hubiera reservado todo esto para la presente ocasión,
preparando favorablemente los caminos y dispuesto a los
indios en el mismo sentido. Encontramos que la región
es muy sana, pues aunque llegamos aquí en la estación
lluviosa y pasamos varias semanas sin techo o al menos muy
poco resguardados, con muchos que habían llegado
enfermos, todos se han restablecido. No hemos tenido ninguna
de las peligrosas enfermedades tan frecuentes en otras islas
americanas. En cuanto a producciones, este país no
parece ceder a ninguno del mundo, porque hemos visto varios
de sus frutos como cacao —del que se hace el chocolate—,
caña de azúcar, maíz, naranjas, plátanos,
mangos, auyamas y muchos otros, todos de la mejor clase
imaginable; no hay ningún pedazo de tierra que no
pueda ser cultivado; hasta encima de las colinas hay capa
de tierra vegetal de tres o cuatro pies de profundidad».
En el sitio donde doscientos años atrás se
había establecido Santa María la Antigua del
Darién, las gentes de Paterson fundaron el fuerte
de San Andrés, al que protegieron con sesenta cañones
y se celebró un tratado con los aborígenes,
cuya cláusula final decía: «Habrá
paz mientras corran los ríos y haya oro en el Darién».
La intención de Paterson era establecer el comercio
entre las Indias Orientales y Escocia, mediante el asentamiento
de una colonia convertida en puerto libre. Sin embargo,
el 28 de febrero de 1700, tropas españolas al mando
del gobernador de Cartagena, don Juan Díaz Pimienta,
atacaron a Paterson, quien ante la superioridad de los españoles
capituló.
Actualmente, en esta región hacen presencia
varios grupos indígenas, como emberas, waunanas y
tule. Los emberas a su vez están conformados por
varias subfamilias: embera de río, katíos
y chamí que en conjunto suman 31.403 personas distribuidas
en 5.631 familias y 219 comunidades; representan el 8,61%
de la población total del departamento del Chocó
y del nororiente de Antioquia. Sobresalen en la región
los kunas, pertenecientes a la familia lingüística
macrochibcha, grupo emparentado con los muiskas, los tayronas
y con los actuales pobladores de la Sierra Nevada de Santa
Marta.
Los afroamericanos, con cerca de 200.000 personas que representan
el 88% del total de los habitantes del Chocó y el
Urabá antioqueño, están ubicados en
las partes bajas de los ríos, donde han recreado
formas de organización, producción y socialización
provenientes de sus ancestros africanos.
La población mestiza se ha concentrado en el municipio
del Carmen de Atrato, en el límite entre los departamentos
de Chocó y Antioquia, cobijados por las tradiciones
de la cultura antioqueña.
INFRAESTRUCTURA Y PRODUCCIÓN
Al final del siglo pasado, la explotación del caucho,
la tagua y la raicilla y la apertura de las minas del río
Tigre, atrajeron migrantes de la Costa Atlántica
y del interior del Chocó. En los años 20,
un comerciante sirio estableció un ingenio azucarero
y plantaciones de banano, que fueron muy prósperos
hasta la gran depresión de 1929. Hacia 1960, la zona
recibió un nuevo auge colonizador centrado en las
plantaciones de banano y en la extracción maderera.
La apertura de la vía Medellín–Turbo
facilitó el proceso; para entonces la población
indígena figuraba como minoría demográfica
y sociocultural.
Las plantaciones bananeras se concentraron en la zona antioqueña
de Urabá, mientras que en el área chocoana
se desarrollaron extensos hatos ganaderos, propiedad principalmente
de antioqueños.
A partir de 1983 los productores nacionales de banano asumieron
el control de la producción y exportación
de la fruta desde Urabá, lo cual generó empleo
y contribuyó al desarrollo de esta región
que sin embargo, desde hace varios años vive una
crisis social generada por la violencia.
El golfo de Urabá es de vital importancia por su
ubicación estratégica como zona de interconexión
entre el Caribe y el Pacífico. Durante el último
siglo se han realizado toda suerte de estudios y proyectos
de infraestructura, como construcción de puertos,
carreteras, microcentrales eléctricas y canales interoceánicos.
Por la región del Atrato, bañada por uno de
los ríos más caudalosos y biodiversos del
mundo, navega el sueño de unir las Américas
desde Alaska hasta la Patagonia, por medio de la vía
panamericana, la cual debería atravesar por el Tapón
del Darién y el Parque de los Katíos, declarado
por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad; debido a esta
contradicción entre progreso y protección
del medio ambiente, aún hace falta finalizar un poco
más de 110 km del trazado original entre Panamá
y Colombia.
El golfo ofrece también la posibilidad de hacer una
conexión interoceánica, utilizando los ríos
Atrato y Truandó, como la alternativa más
factible para suplir las deficiencias del Canal de Panamá;
esta ruta subiría la vega del Atrato, cortaría
la serranía del Baudó y utilizaría
parte de la vega del río Truandó, para llegar
a la bahía Humboldt en el Pacífico. No obstante,
el desarrollo de este proyecto se vio truncado debido a
que, además del dragado del río Atrato, se
requeriría hacer un corte de varios kilómetros
a través de roca ígnea consolidada y construir
un lago a una altura de casi 300 msnm. El debate ambiental
en torno a estos dos proyectos sigue abierto y deja al descubierto
la necesidad de investigar con mayor profundidad la inmensa
biodiversidad existente en la zona, para así poder
determinar el impacto que estos megaproyectos tendrían
sobre la naturaleza y los pobladores de la zona.
Golfo
de Morrosquillo
El
golfo de Morrosquillo se localiza entre los 9° y 10°
de latitud norte y los 75° y 76° de longitud oeste.
Tiene una longitud aproximada de 17 km, de sur a norte y
se extiende desde los límites con el departamento
de Córdoba, hasta las ciénagas cercanas al
canal del Dique. En el extremo sur se encuentran la punta
Mestizos y la bahía Cispatá, antigua desembocadura
del río Sinú, cuya entrada está delimitada
por las puntas Terraplén y Resguardo, conformadas
por ciénagas de manglares; en el norte, el golfo
está delimitado por Punta e isla San Bernardo.
GEOMORFOLOGÍA
De acuerdo con estudios geomorfológicos y oceanográficos,
el golfo de Morrosquillo está vinculado al archipiélago
de San Bernardo, con el cual comparte muchos elementos biológicos,
geológicos y morfodinámicos; el archipiélago
es considerado como un complejo de islas, canales, manglares,
ciénagas y arrecifes costeros, así como de
barras y atolones.
Los procesos geológicos más importantes de
la región se iniciaron probablemente hace 35 millones
de años, durante el Terciario y los últimos
fenómenos orogénicos ocurrieron a principios
del Cuaternario, hace 600.000 años, cuando quedaron
expuestos a la meteorización y erosión un
conjunto de rocas sedimentarias marinas depositadas en uno
de los bordes del geosinclinal de Bolívar. Estos
procesos fueron afectados por fenómenos estructurales
y climáticos que produjeron la acumulación
y compactación en el fondo del mar, de detritus bióticos,
crecimiento de arrecifes, plegamientos de la corteza y levantamiento
de islas.
Hace aproximadamente 18.000 años, cuando se presentó
la última regresión del mar, la mayor parte
de lo que en la actualidad es plataforma continental, se
encontraba descubierta y el río Sinú y su
valle terminaban en el borde de la plataforma. Se produjo
entonces una elevación del nivel de las aguas —transgresión
holocénica—, y se formaron terrazas coralinas
y elevaciones de terreno por acción volcánica,
que dieron origen a la isla Boquerón. Algunos bajos
localizados a más de 50 m de profundidad fueron colonizados
por arrecifes y en la actualidad están cubiertos
por sus sedimentos fósiles. En bajos menos profundos,
como los que hay cerca de las islas de San Bernardo, se
encuentra una abundante fauna coralina.
La geomorfología del litoral del golfo indica que
esta es una zona deltaica que ha recibido todos sus sedimentos
del río Sinú. Antes de 1942, el río
desembocaba directamente en la bahía de Cispatá,
por lo que las playas del sur del golfo tenían arenas
gruesas y medias de color gris, pero hacia 1950, debido
a la formación del delta de Tinajones y a la profundización
de muchos de sus brazos, se inundó la bahía
y se convirtió en una ciénaga; desde entonces
los flujos de arena se han desplazado hacia el occidente
y sólo algunas partículas muy finas alcanzan
a llegar hasta Tolú; en términos generales,
son de color más claro en el litoral norte y grises
en el litoral sur.
La llanura donde se encuentra el golfo está compuesta
por depósitos fluviales pleistocénicos de
la formación Magdalena y por sedimentación
aluvial reciente. Su fisiografía está conformada
por tres elementos: el sistema montañoso que incluye
las cordilleras Central y Occidental, las serranías
costeras de Abibe y Las Palomas y las serranías interiores
de San Jacinto, San Jerónimo y Luruaco; la plataforma
y talud continentales tienen la forma de un prisma que se
extiende hacia el mar y las tierras intramontañosas
de terrenos cenagosos y sistemas fluviales de los ríos
Magdalena, Cauca, San Jorge, Sinú y del canal del
Dique.
CLIMA
El clima de la región está determinado por
varios factores, entre los que se cuentan, su ubicación
en la franja de bajas presiones ecuatoriales, la influencia
de las corrientes marinas, la presencia de vientos persistentes
desde el norte hacia el nororiente y la ausencia de sistemas
montañosos que generan un ambiente árido,
con temperaturas de 26,7 °C y entre 900 y 1.200 mm de
precipitación anual promedio, que corresponden a
un ambiente característico de sabana xerofítica.
ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL
Los movimientos de circulación de las masas de agua
del Caribe, surgen como resultado del efecto combinado de
la corriente del Caribe y la contracorriente del Darién;
sin embargo, el efecto que producen sobre el golfo de Morrosquillo
no es tan fuerte y directo, pues la plataforma de Isla Fuerte
y la de las islas de San Bernardo atenúan sus efectos.
La dinámica de las aguas marinas del golfo obedece
más a factores regionales como vientos, olas y mareas.
La circulación media de las aguas está favorecida
por los vientos reinantes y por los aportes de las aguas
continentales del río Sinú, generador de una
corriente litoral que de acuerdo con la época del
año se desplaza de norte a sur. El oleaje más
frecuente es de procedencia noroccidental y presenta amplitudes
entre 3 y 5 m y períodos de 10 a 12 segundos; este
oleaje es más fuerte durante 22 días al año
y su punto de convergencia está en Guacamaya, entre
las playas de Tolú y La Boca.
ÁREA TERRESTRE
La llanura del Caribe, que corresponde a los valles inferiores
de los ríos Magdalena, Cauca y Sinú, consiste
en una amplia zona de transición, que en uno de sus
sectores semisecos conforma el golfo de Morrosquillo, lugar
también conocido, por su origen y condiciones hidroclimáticas,
como llanura costera aluvial del golfo de Morrosquillo.
La cuenca hidrográfica del golfo tiene aproximadamente
2.100 km2; al sur se encuentra la bahía de Cispatá
y hacia el interior, las ciénagas de La Soledad,
Garzal, La Tona y Ostional y los caños Lobo, Salado,
Grande, Remediopobre y Palermo, cuyas profundidades tienen
entre 1 y 5 m, con anchuras entre 20 y 200 m. Las vertientes
menores formadas por los arroyos Viejo, Pita, Cañabrava
y Guaní, se caracterizan por la poca altitud, lo
que favorece la formación de bajos y ciénagas,
como el bajo de Pita y las ciénagas de La Trementina
y La Leche. Las vertientes mayores corresponden a los arroyos
Cascajo y Pechelín. Estas cuencas presentan un régimen
hidrográfico con aguas altas de septiembre a diciembre,
con un máximo durante noviembre y aguas bajas de
enero a julio.
La zona de la ciénaga de La Caimanera es de menor
área y menor altitud, circunstancia que favorece
la formación de los pantanos de Marta. La ciénaga
de La Boquilla se encuentra en el costado norte, cerrando
el golfo; se caracteriza por la presencia de numerosos canales
profundos rodeados de mangle.
VEGETACIÓN
La región de la llanura costera aluvial se clasifica
como sabana xerófila; el 70% de la vegetación
es caducifolia, es decir, que durante cinco meses al año
pierde su follaje. No obstante, en el área del golfo
de Morrosquillo se distinguen tres zonas de vida, dos en
la llanura como tal, y una tercera en el territorio insular.
Al norte de la ciénaga de La Caimanera, región
que se caracteriza por temperaturas entre 18 y 24 °C
y pluviosidades entre 500 y 1.000 mm anuales, hay una formación
vegetal conocida como bosque seco premontano, en un lugar
con suelos mal drenados, arcillosos y afectados por inundaciones
provocadas por los ríos, las lluvias y las altas
mareas. En la parte costera y en zonas inundadas con aguas
de mar mezcladas con agua dulce, se encuentran los manglares
y en las zonas más secas predominan los cocoteros,
entreverados con parcelas dedicadas a la agricultura y a
los pastizales.
Al sur de la ciénaga de La Caimanera, con temperaturas
superiores a 24 °C y lluvias anuales entre 1.000 y 2.000
mm, la zona de vida corresponde al bosque seco tropical.
Esta franja abarca un gran territorio que incluye la serranía
de San Jerónimo y el valle inferior del río
Sinú; en la parte correspondiente al golfo hay una
asociación de suelos con alto nivel freático,
profundos y fértiles debido a la incidencia continua
de las aguas del río Sinú, que en las época
de lluvia se desborda desordenadamente sobre los caños,
ciénagas y canales hechos por los cultivadores de
arroz, de manera que se da un permanente flujo y reflujo
de aguas con salinidad cambiante, lo que permite que las
ciénagas se intercomuniquen y que aumente el nivel
freático. De esta forma, los suelos se hacen fértiles
y se puede desarrollar una agricultura más activa.
La vegetación natural, cuyos reductos se encuentran
en las llanuras y especialmente en las zonas montañosas
de San Jacinto, incluye algunos manglares, relictos de bosques
y sabanas abiertas con amplia diversidad de especies maderables
y frutales. Sobre las áreas continentales circunvecinas
al golfo, la flora se encuentra fundamentalmente representada
por caracolí, matarratón, ceiba tolú,
naranjuelo, olla de mono, samán y zarza.
En el territorio insular la vegetación dominante
es el mangle, del cual se encuentran las especies: rojo,
humo o negro, bobo o blanco y zaragoza. Estos mangles se
presentan también en las orillas de la mayor parte
de los canales, caños y ciénagas de Cispatá,
donde dejan a la vista buena parte de sus raíces
durante la bajamar. Algunas zonas, como la ciénaga
de La Caimanera están bordeadas en su totalidad por
una franja ancha de manglar, que en algunas áreas
alcanza hasta los 1.000 m, y en ella dominan el mangle rojo,
seguido por el mangle negro y el mangle blanco.
Otro tipo de vegetación característica del
área, de gran valor por su alta productividad y por
el papel que desempeña dentro de los ecosistemas,
es la pradera marina —compuesta principalmente por
pasto tortuga y pasto manatí—, que se distribuye
en extensas masas alrededor de las islas, en aguas poco
profundas.
FAUNA
La plataforma arrecifal fue edificada por múltiples
organismos coloniales durante el Pleistoceno; a partir de
ese arrecife de barrera, erosionado por la acción
mareal, se inició la colonización de la actual
fauna coralina, una de las más diversas del Caribe
colombiano.
El coral es un animal colonial conformado por miles de organismos
diminutos en forma de tubo, llamados pólipos. A medida
que estos organismos carnosos crecen, segregan una sustancia
calcárea para su protección; de esta manera,
con el paso del tiempo generan las inmensas estructuras
con apariencia de roca, conocidas como arrecifes coralinos.
Su crecimiento anual es de apenas unos milímetros
y conforman un caprichoso relieve de formas redondeada o
esférica, laminar o ramificada. Los corales son moldeados
en su crecimiento por otros organismos, como las esponjas,
de las cuales se han registrado 66 especies en el área.
En el golfo se encuentran 135 especies de diatomeas y dinoflagelados
y 516 de foraminíferos.
Otros invertebrados que conforman la biota del arrecife
son: 27 especies de antozoarios e hidroides, 26 de poliquetos,
72 de moluscos marinos entre los que sobresale el Strombus
gigas, importante recurso pesquero, así como
50 especies de ostrácodos, 114 decápodos y
24 equinodermos.
Los peces comprenden 167 especies entre las que sobresale
el tiburón gato, animal inofensivo que sólo
se alimenta de crustáceos, moluscos y equinodermos
y que puede alcanzar hasta cuatro metros de longitud; el
tiburón amarillo es frecuente en el área y
es muy agresivo, aunque al igual que el anterior sólo
se alimenta de invertebrados y de algunos peces; son numerosos
los peces de vistoso colorido y diseño, así
como otros vertebrados acuáticos como el delfín
y la tortuga carey.
Diversas especies de crustáceos, poliquetos, cooperados,
lamelibranquios y un importante número de decápodos,
entre los que se cuentan el cangrejo rojo y los cangrejos
ermitaños de la familia Paguridae, invaden las raíces
de los manglares. En la zona de encharcamiento y sobre sustrato
blando, construyen sus habitáculos los cangrejos
manzanilla; entre las raíces del mangle rojo y en
sustrato lodoso se observa el cangrejo moro.
Se han reportado 60 especies de aves, de las cuales 31 son
marinas; algunas anidan en las islas, como la tijereta de
mar, especie en la que los machos, durante la época
de reproducción hinchan un saco de color rojo intenso
para atraer a las hembras. El pelícano o alcatraz,
siempre presente en los alrededores, se desplaza majestuosamente
en formación estricta sobre el oleaje o en actitud
de pesca, hasta que se lanza desde varios metros de altura
y cae sobre su objetivo con el pico abierto que le sirve
de red para capturar la presa, gracias a su enorme bolsa
gular.
Dentro de los vertebrados terrestres se han determinado
siete especies de saurios, tres de culebras y once de mamíferos.
POBLACIÓN
En el golfo de Morrosquillo se ubican diversos asentamientos
humanos, cuyo legado cultural es sobresaliente. En San Bernardo
del Viento, San Antero, Coveñas, Tolú, Morroa
y la isla de San Bernardo, actualmente predominan las razas
negra y mestiza, pero originalmente la población
era indígena, de la macrofamilia arawak; allí
también se refugiaron por un tiempo los temibles
caribes, de quienes sólo queda, además del
nombre del cacique, que se lo dio a la población
de San Blas de Morroa, fundada en 1772, la técnica
para la elaboración de hamacas y telares multicolores,
traídos por los zenúes que utilizaron el golfo
como salida costera del cacicazgo de Finzenú.
Después de serias refriegas, los españoles
dominaron a los indígenas zenúes, katíos
y kunas y fundaron Santiago de Tolú en 1534, atraídos
por las riquezas de los nativos; la población se
convirtió en un centro comercial y político
de primer orden en la región. Su importancia estratégica
determinó que tanto el cabildo de Tolú, como
la Gobernación de Cartagena se ocuparan de su defensa
ante los constantes ataques de los bucaneros ingleses; varios
gobernadores de Cartagena e ingenieros militares intervinieron
en la construcción de torres y baluartes como el
de la Virgen del Rosario y de Santiago, todavía en
pie.
En el siglo XVII llegaron grupos de africanos traídos
como fuerza de trabajo por traficantes portugueses. Desde
Sincé hasta San Marcos se crearon entonces prósperas
haciendas esclavistas dedicadas a la agricultura y a la
ganadería; años más tarde estos esclavos
negros fueron el germen para el establecimiento de los palenques
de San Basilio, Berrugas, San Antero y Cereté, entre
otros.
Actualmente Tolú es la población más
importante del golfo; tiene aproximadamente 15.000 habitantes
y junto con Coveñas recibe la mayor afluencia de
turistas —aproximadamente 40.000 por año—.
En el golfo termina el oleoducto Caño Limón–Coveñas,
donde se carga el petróleo procedente del piedemonte
llanero.
En el extremo norte del golfo se encuentra el archipiélago
Islas de San Bernardo, un maravilloso destino turístico
que se extiende mar adentro 15 km y está compuesto
por las islas Cabruna, La Palma, Mangle, Tintipán,
Panda, El Islote, Múcura, Maravilla y Ceycén.
El golfo ha sido desde siempre un sitio de encuentro cultural.
Las hamacas multicolores, el sombrero «vueltiao»,
la peregrinación anual en la Semana Santa, la hermandad
de los Nazarenos, las grandes iglesias de torres abigarradas
de penachos y cornisas, las gaitas, los pitos y las guacarnacas,
de origen zenú, hacen de esta región una zona
de particular interés, cuyo pueblo pescador, agricultor
y ganadero, aún mantiene el sincretismo cultural,
en medio de tambores y acordeones.
Bahía de Cartagena
La
bahía de Cartagena, localizada al norte de Colombia,
entre los 10° 16’ y 10° 26’ de latitud
norte y los 75° 80’ y 75° 36’ de longitud
oeste, tiene una extensión aproximada de 82 km2 y
una profundidad máxima de 30 m, con un promedio de
16 m.
Esta histórica bahía se encuentra separada
del mar Caribe por la isla de Tierrabomba, que deja dos
bocas de comunicación por donde se efectúa
el intercambio de aguas con el medio oceánico: Bocagrande,
en el extremo nororiental de la isla, con una longitud de
1.9 km y una profundidad de 2 m sobre la Escollera —muralla
submarina construida en la época colonial—,
y Bocachica de 0,5 km de longitud con profundidad promedio
de 23 m.
La bahía está relacionada con varios accidentes
geográficos de la zona, como la bahía de Barbacoas,
la península de Barú, el archipiélago
del Rosario, la isla de Tierra Bomba y la ciénaga
de Tesca o de la Virgen; en la zona suroriental recibe el
aporte de agua dulce continental proveniente del canal del
Dique, brazo artificial del río Magdalena construido
por los españoles a partir de un complejo de ciénagas
y caños naturales, con el propósito de acortar
las distancias de navegación entre el interior y
Cartagena de Indias.
GEOMORFOLOGÍA
A partir del Oligoceno, hace 35 millones de años,
ocurrieron los sucesos geológicos más sobresalientes
de la región, los cuales, conjuntamente con factores
estructurales y climáticos, produjeron diferentes
plegamientos de la corteza terrestre, el surgimiento de
varias islas y el cambio en el nivel medio del mar. En este
período se presentaron también fenómenos
de acumulación y compactación de detritus
bióticos y un marcado crecimiento de arrecifes coralinos.
De esta manera, las formaciones fósiles de antiguos
arrecifes coralinos dieron origen a terrazas marinas que
alcanzan 2 y 3 m por encima del nivel del mar; se pueden
apreciar a lo largo de la costa de la península,
llamada también isla de Barú y en las islas
del Rosario, archipiélago que se encuentra a la salida
de la bahía y que se formó hace 2.700 años,
durante la última trasgresión marina. En la
actualidad este proceso de formación de corales se
sigue presentando y debido a las condiciones climáticas
de la región, en la zona se encuentra la comunidad
coralina más rica y variada de todo el Caribe colombiano.
Con el paso del tiempo, en las islas se desarrolló
una delgada capa de suelo de 10 a 30 cm de profundidad,
que permitió el crecimiento de plantas. Debajo de
ésta aparece la roca, muchas veces fragmentada, compuesta
por carbonatos de calcio, sustancia segregada por los corales
para protegerse y vivir. No obstante, no todas las islas
de la zona de la bahía de Cartagena tienen el mismo
origen; por ejemplo, el suelo de Barú está
compuesto por arcillas, calizas, y por algunos bancos coralinos
antiguos.
CLIMA
El territorio posee una precipitación media anual
que oscila entre los 800 y 900 mm; los meses de diciembre
a abril son los menos lluviosos, casi secos, mientras que
junio y octubre presentan la mayor pluviosidad. La nubosidad
es baja durante todo el año y la humedad relativa
varía entre 80 y 85%. Durante once meses al año
hay déficit de agua, debido a que la evapotranspiración
potencial es el doble de la precipitación, mientras
que en el mes de octubre se registra un excedente hídrico.
La temperatura media anual es de 27,7°C, con una máxima
de 33°C y una mínima de 21°C. Durante el
verano predominan los vientos alisios, lo que hace que las
olas del norte–nororiente sean las más frecuentes
y fuertes; el oleaje a lo largo de la costa se ve influenciado
por la corriente del Caribe y la contracorriente de Panamá;
presenta olas cortas de baja energía, que conjuntamente
con una temperatura adecuada y la presencia de sustratos
favorables, se conjugan como la base del éxito de
las comunidades coralinas de la zona.
ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL
Las aguas de la bahía albergan cientos de organismos
asociados a los arrecifes coralinos, peces de distintas
formas y colores, crustáceos, moluscos, anémonas,
erizos y estrellas de mar, entre otros. A medida que el
mar se adentra en la tierra se pueden observar ciénagas
costeras con manglares en un área de unas 70.000
ha, ubicadas dentro del departamento de Bolívar;
este ecosistema tan típico de zonas costeras, se
presenta también en algunas zonas de las islas asociadas
a la bahía.
El complejo arrecifal está compuesto por barras y
atolones que conforman el archipiélago del Rosario,
varias ciénagas y canales en el área continental
que pertenecen a la misma área sedimentológica.
Los perfiles de la plataforma continental están configurados
a manera de pendientes suaves y en los fondos marinos las
facies sedimentarias se dividen en fondos arrecifales con
arenas gruesas biogénicas y zonas profundas con sedimentos
lodosos provenientes del norte y del delta del dique.
La costa continental en los alrededores de la bahía
de Cartagena es predominantemente baja, con amplias playas
arenosas de color grisáceo, interrumpidas por acantilados
de rocas poco cohesivas, continuamente erosionadas por el
oleaje. Es precisamente dentro de esta elevada dinámica
geomorfológica donde se forman y desaparecen playas,
espigas y flechas litorales en cortos períodos de
tiempo, que impiden el asentamiento de comunidades biológicas
maduras y estables como fondos duros, praderas de pastos
marinos y arrecifes de coral, ecosistemas prácticamente
ausentes en el sector. Esta característica se presenta
en el área más interna de la bahía,
donde la actividad turística y la contaminación
por petróleo y carbón ha acabado con gran
parte de la biodiversidad, y contrasta fuertemente con la
exuberancia de las formaciones cercanas al rosario de islas
que se presentan a unos pocos kilómetros de la zona.
El litoral, que es predominantemente arenoso–fangoso,
está colonizado en buena parte por vegetación
de manglar, cerca de las desembocaduras de los brazos del
canal del Dique y en las bahías de Barbacoas y Cartagena.
ÁREA TERRESTRE
En la zona terrestre de la bahía de Cartagena se
presentan relictos de bosque continental, ciénagas,
pantanos, agroecosistemas y sistemas urbanos y suburbanos.
Estos ecosistemas han sido históricamente sometidos
a un intenso proceso de explotación por parte de
sus habitantes; los bosques han sido talados para obtener
madera y dar paso a sistemas de producción agrícola
o a complejos turísticos; la ciénagas y pantanos
se han rellenado para el establecimiento de áreas
de urbanización o pastoreo. Estos procesos de intervención
se remontan a la misma época de la colonia, cuando
el afán por desarrollar un puerto para sacar las
riquezas del Nuevo Reino de Granada y protegerlo por medio
de castillos y fuertes, determinó con el paso del
tiempo la reducción del área natural, aunque
a la vez dio paso al desarrollo de una de las ciudades más
bellas de América Latina, Cartagena de Indias, declarada
en 1985 por la UNESCO, Patrimonio Histórico de la
Humanidad y reconocida por el pueblo colombiano como la
ciudad heroica por sus hazañas independentistas.
VEGETACIÓN
En la zona continental litoral el bioma dominante es el
manglar, con árboles de bajo porte y escaso diámetro,
que crecen asociados a ciénagas costeras, lagunas
internas o islotes. La especie dominante es el mangle rojo
que coloniza los fondos arrecifales poco profundos, los
esteros, las franjas que delimitan las lagunas costeras
y los bordes de las islas; se encuentra en contacto directo
con el mar en suelos lodosos y encharcados y se mezcla con
el mangle blanco sobre terrenos arenosos fangosos muy húmedos.
En tierra firme también crece el mangle zaragoza
sobre suelos arenosos. Este ecosistema es sumamente importante,
ya que entre sus raíces brinda protección
a cientos de especies de animales, entre ellos a una gran
cantidad de alevinos —peces jóvenes—
de especies de alto interés comercial como la lisa,
la mojarra, y el róbalo.
Otro tipo de vegetación es la pradera marina que
se distribuye en extensas masas alrededor de las islas Caguamo,
Bonaire, Pirata y Tesoro, así como en el complejo
de Pajarales al sur de punta Barú y en algunos enclaves
de la bahía, en aguas poco profundas; el pasto tortuga
y pasto manatí son las plantas características
de esta zona.
La vegetación netamente terrestre presenta una fisonomía
de bosque denso siempre verde, con árboles que forman
un estrato con hojas permanentes. En el área costera
se observan bosques densos, arbustales densos, bosques ralos,
matorrales densos y matorrales ralos. Entre las especies
del estrato ralo se encuentran el quebracho, el almácigo
o indio desnudo, el hobo, el bongo, el mamón, el
manzanillo y el pasito; en el estrato arbustivo sobresalen
la lengua de vaca, el guacharaco, el uvito de playa, el
clemón y el guácimo y en el estrato herbáceo
de algunas de las islas del Rosario hay especies como la
fruta de perro, el cadillo y la pringamoza.
FAUNA
En la zona existen no menos de 50 especies de corales cuya
distribución y abundancia varían de acuerdo
con la profundidad, la penetrabilidad de la luz, la temperatura
del agua y la salinidad. Las colonias de mayor extensión
y densidad corresponden a corales de los géneros
Acropora, conocidos como corales cuerno de alce
por su estructura ramificada; Porites —corales
dedo—, Montrastrea —corales piedra—,
Agaricia —corales lechuga u oreja—,
y por representantes del genero Millepora, recordados
por muchos buzos por sus propiedades irritantes que dejan
una sensación de quemadura, razón por la cual
reciben el nombre de corales de fuego.
En los arrecifes de coral se presentan asociadas cientos
de especies de vertebrados e invertebrados, que encuentran
en las caprichosas formas de los corales, refugio de sus
predadores y un sustrato rico y diverso para completar su
ciclo de vida. En estas aguas, las formas frágiles
y apacibles de las anémonas y los poliquetos se confunden
con los vivos colores de los peces payaso y dan lugar a
complejas cadenas tróficas, donde el plancton y las
esponjas son la base de un ciclo que se extiende a través
de erizos, estrellas de mar, langostas, peces loro, barracudas
y otros, hasta llegar a los máximos predadores del
mar, los tiburones.
Si el arrecife es un hábitat megadiverso en su composición
faunística, la otra formación vegetal característica
de la bahía, los manglares, a pesar de no ser tan
llamativos, llegan a mantener poblaciones importantes de
moluscos, insectos, reptiles, aves y mamíferos. De
hecho, se han identificado hasta 104 especies de aves, tanto
migrantes como residentes, asociadas a los manglares, ya
que estos les proporcionan comparativamente con otro tipo
de bosques, mayor seguridad a la hora de anidar. Las especies
residentes más conspicuas son los pelícanos
y las garzas; se presentan también algunos loros
y en épocas de migración es común ver
diferentes tipos de patos.
Dentro de los reptiles es importante mencionar que debido
a la alta presión de la cacería ejercida sobre
el caimán de la costa, es cada vez más frecuente
observar poblaciones reproductivas de esta especie en los
manglares. Otros reptiles en peligro de extinción
como la tortuga carey y la tortuga verde, aprovechan temporalmente
los beneficios que les brinda este bioma generoso.
En cuanto a los mamíferos, es normal encontrar al
mapache cangrejero, que aprovecha la amplia gama de manjares
que le ofrecen las raíces aéreas del mangle;
también es posible observar de manera esporádica
otros carnívoros como el ocelote, que aprovechando
su destreza y la gran variedad de aves, se desliza sigiloso
entre el follaje ribereño y súbitamente se
abalanza sobre una presa desprevenida. Debido a la reducción
del hábitat es cada vez más probable que estas
especies que necesitan de un área amplia para desarrollarse,
poco a poco vayan siendo menos frecuentes en los manglares
de la bahía.
POBLACIÓN
De acuerdo con crónicas del siglo XVI, en puerto
Hormiga y Caparote, en las inmediaciones de Cartagena y
en todas las islas del archipiélago de El Rosario,
había pequeñas comunidades de indígenas
mocanaes, hábiles navegantes, pescadores y agricultores,
que opusieron feroz resistencia a los españoles y
defendieron hasta último momento su terruño.
Desde su fundación en 1533 por Pedro de Heredia,
Cartagena de Indias ha estado íntimamente relacionada
con los procesos históricos, culturales, económicos
y sociales del país. Gracias a su situación
estratégica, la bahía fue centro de las actividades
comerciales de España en América y desde el
puerto partían cada año, en agosto, los galeones
españoles cargados con la plata del Perú y
el oro y las esmeraldas de la Nueva Granada.
Para defenderse de los constantes ataques de las potencias
europeas y de los piratas y corsarios que merodeaban por
el Caribe, Cartagena se convirtió en la ciudad mejor
defendida del imperio español; irónicamente,
durante la independencia, sus fortificaciones fueron utilizadas
por los patriotas, cuando las tropas de Pablo Morillo intentaron
reconquistar a América.
En un principio la ciudad era una pequeña isla rodeada
al noroccidente por mar abierto, al oriente por caños
y lagunas y al sur por un pantano —la península
de Bocagrande— y una bahía interior —las
Ánimas—, que se comunica con una segunda bahía
mucho más amplia —la de Cartagena—, con
la isla de Tierrabomba en la mitad. Estas características
geográficas hacían necesaria la protección
de la ciudad por cuatro flancos: el mar abierto, las entradas
a la bahía, la bahía misma y la parte terrestre.
La parte marítima era menos accesible a los ataques
debido al intenso oleaje y la resguardaron las primeras
murallas. Los dos accesos por la bahía, el primero
entre Bocagrande y Tierrabomba, fue cerrado por una barra
en 1640, apoyada por el desaparecido fuerte de San Matías,
barra que se sustituyó por una escollera submarina
en 1778 y el segundo, más estrecho y fácil
de custodiar, localizado más al sur, entre Tierrabomba
y la Península de Barú, fue defendido por
dos fuertes: San Fernando de Bocachica y San José.
El cruce por la bahía de Cartagena y la bahía
de las Ánimas fue controlado mediante fuertes pareados
a uno y otro lado del canal de navegación; de ellos
quedan las ruinas del fuerte de Santa Cruz, destruido en
la República y ubicado en la punta de Castillogrande;
el fuerte de San Juan de Manzanillo, que hace parte de la
Casa de Huéspedes Ilustres y el de San Sebastián
de Pastelillo, donde está el club de Pesca. Para
el control terrestre, en la parte más crítica
se construyó el castillo de San Felipe de Barajas,
sobre la colina de San Lázaro; donde hoy es El Cabrero,
para proteger el acceso por tierra desde el norte, se edificaron
los Baluartes de Santa Catalina y San Lucas; dos baterías
más en punta Icacos, defendían la entrada
por el sur; y dos baterías en el sitio que hoy ocupa
el Baluarte de Santo Domingo, protegían el acceso
frontal desde el mar y desde la península de Bocagrande.
La construcción de los once kilómetros de
murallas que inició el ingeniero italiano Bautista
Antonelli en l602, fue concluida dos siglos más tarde
por Antonio de Arévalo.
En el recinto amurallado de Cartagena, además de
magníficas casonas y barrios, también se estableció
un puntal de la Iglesia católica; de ello dan testimonio
obras de gran importancia arquitectónica como la
Catedral —iniciada en 1575— y el palacio de
la Inquisición, la mejor muestra barroca de arquitectura
civil, cuya construcción concluyó en 1770;
el templo de Santo Domingo, del siglo XVI, es el más
antiguo de la ciudad; el convento de Santa Clara, el templo
de San Agustín y el claustro de San Francisco, sus
hermosas y estrechas calles bordeadas de casas coloniales
con balcones, completan el maravilloso paisaje urbano del
sector histórico de la ciudad, llamado también,
el corralito de piedra.
Actualmente Cartagena, además de ser la ciudad histórica
por excelencia, se ha convertido en un destino turístico
de gran interés; sus playas, hoteles y sitios de
diversión le han dado a la ciudad un gran prestigio
internacional. En el sector industrial de Mamonal se encuentra
una importante infraestructura petroquímica, manufacturera
y frigorífica, que atiende los requerimientos complementarios
del puerto marítimo y de las exportaciones e importaciones
colombianas por el Caribe, lo cual ha convertido a esta
bahía en una de las más activas del país.
Libros
de la Colección Ecológica del Banco de Occidente: