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CAPÍTULO 3

GOLFOS Y BAHÍAS DEL
C
ARIBE COLOMBIANO

 

Bahías de Santa Marta y el Parque Tayrona

Estas bahías están ubicadas en los vértices de la Sierra Nevada de Santa Marta que se internan en el mar; las formas caprichosas de los relieves de la cuchilla de San Lorenzo, entre los ríos Palomino y Gaira, determinan la existencia de pequeñas pero hermosas bahías desde punta Gaira hasta el cabo de San Juan de Guía. Santa Marta, Taganga, Concha, Chengue, Gayraca, Nenguange, Cinto, Guachaquita y Palmarito conforman un entorno fascinante de arrecifes coralinos y pastos marinos, donde conviven infinidad de peces, moluscos, algas y esponjas, con manglares, matorrales y más de 100 especies de mamíferos, 200 de aves y 50 de reptiles.

La zona se localiza entre los 11° 14’ 50” de latitud norte y los 74° 12’ 06” de longitud oeste, forma parte del Parque Nacional Natural Tayrona, área protegida que se estableció desde 1964, debido a la singularidad de la biota, del paisaje y a su valor histórico cultural.

GEOMORFOLOGÍA

La costa y la franja litoral en esta parte del país están constituidas por una de las formaciones geológicas más importantes del Caribe colombiano: la Sierra Nevada de Santa Marta, que con sus dos picos cimeros y gemelos, de 5.770 msnm, es la montaña intertropical más alta del mundo a la orilla del mar.

Su desarrollo se inició a comienzos del Terciario, durante el Eoceno, cuando aún no alcanzaba gran altura, tal y como lo atestiguan las lateritas encontradas en el flanco sur a una altura de 1.500 msnm, que datan de 53 a 54 millones de años. Con el paso del tiempo, las placas oceánica y continental continuaron enfrentándose, de tal manera que se fue produciendo un aumento gradual de la altura de la sierra hasta que en el Pleistoceno alcanzó su altura y posición actuales. La Sierra constituye una de la zonas del país más complejas en cuanto a su geomorfología; presenta diferentes tipos de afloramientos rocosos, rocas volcánicas y una secuencia variada de sedimentos —calizas, areniscas y limolitas—.

Los aumentos y descensos del nivel del mar moldearon el relieve general de estas bahías, formado por colinas de material ígneo del Terciario y metamórfico del Cretácico, — hace 70 millones de años— e influido por el Batolito de Santa Marta, una masa de rocas magmáticas consolidadas a gran profundidad. La zona plana de los valles aledaños tiene aportes de sedimentos del Cuaternario, mezclados con materiales ígneos y metamórficos.

Las colinas altas y las bahías muestran crestas convexas con pendientes fuertes y gran abundancia de cantos rodados. Los acantilados de color rojizo con bordes irregulares se alternan con bahías, ensenadas o ancones donde se forman playas amplias pero limitadas en su extensión; el resto de la costa es alargada, con arenas gruesas y fuerte oleaje. Este complejo marítimo continental tiene un área de 16.000 ha y una altura que oscila entre los 0 y los 900 msnm. Los accidentes más sobresalientes están determinados por los cerros de Taganga —500 msnm—, El Cielo —850 msnm—, Aguas Muertas —900 msnm— y los cerros de Palmarito y San Lucas con un poco más de 900 msnm.

CLIMA

Esta zona se encuentra fuertemente influenciada por los vientos alisios y por el mesoclima de la Sierra Nevada de Santa Marta. En el extremo occidental, hacia la bahía de Santa Marta, la precipitación media anual es de aproximadamente 500 mm y se incrementa paulatinamente hacia el oriente, hasta alcanzar niveles de 2.000 mm en el sector del río Piedras y en los picos montañosos más altos del centro y el oriente del área.

En el año se presentan dos períodos lluviosos; uno de mayo a junio y otro de septiembre a noviembre, con máximas intensidades en octubre y dos períodos secos; el primero, más intenso, de diciembre a abril y el segundo, que es denominado veranillo —es bastante variable y puede limitarse apenas a dos semanas—, se presenta hacia julio o comienzos de agosto. La temperatura promedio anual es de 27 °C; con valores máximos anuales de 32,6 °C y mínimos de 23,3 °C.

ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL

Estas bahías poseen una gran variedad de ambientes; presentan parches de coral, praderas marinas, arenas suaves, zonas rocosas y suelos lodosos. El sustrato duro —rocas y corales— es abundante en los primeros 10 a 15 m a lo largo de la línea costera. El área sumergida recuerda la escarpada topografía del área terrestre adyacente, dominada por la imponente Sierra Nevada de Santa Marta.

De diciembre a abril el área se ve influenciada por fuertes vientos provenientes del nororiente, lo que produce un descenso de la temperatura de las aguas hasta los 22 °C y ocasionalmente hasta 21°C. Las zonas ubicadas al oriente se encuentran generalmente más protegidas de la acción de los vientos, de tal manera que mantienen unas condiciones microclimáticas más estables a lo largo del año. La fuerza de estos vientos va descendiendo gradualmente hasta llegar a ser mínima en los meses de septiembre a noviembre —época lluviosa—; así, la temperatura de las aguas vuelve a elevarse hasta llegar a los 29 °C.

Las profundidades normales varían entre los 17 y los 28 m; sin embargo, en estas bahías es posible obtener medidas batimétricas tan bajas que alcanzan los 6 m en algunos puntos.

El complejo hidrográfico marino está representado por dos sistemas de drenaje; uno marítimo y otro continental. El primero está formado por un conjunto de pequeñas quebradas, arroyos y caños como Cinto, El Cabo, La Boquita, San Lucas y Santa Rosa, que se deslizan por laderas pendientes y llegan directamente al mar. El sistema continental está formado por la cuenca del río Piedras, que sirve de límite oriental del complejo de bahías y por las quebradas afluentes del río Gaira, que desemboca al suroccidente de la ciudad de Santa Marta.

VEGETACIÓN

En la parte continental de las bahías de Santa Marta y el Tayrona se encuentran comunidades vegetales con una gran diversidad y heterogeneidad de especies, que van desde grandes árboles hasta simples cactus y están muy influenciadas por las condiciones ambientales y climáticas de la región.

En términos generales, las cuencas y hoyas del costado occidental presentan matorrales xerófilos y subxerófilos. Hacia Taganga y Neguange, se presentan bosques subxerófilos con dosel generalmente bajo —entre 7 y 10 m—, con especies que poseen gran cantidad de espinas o aguijones y que pierden sus hojas durante el verano; en estos bosques sobresalen los aromos, arbustos con espinas de origen estipular, rectas y alargadas de color pálido; el trupillo, el palo brasil, el dividivi, el guamacho, la cactácea con aspecto de árbol común; la candelabra o cardón de higo, que se presenta solitaria o en grupos de 2 a 5 m de altura y la tuna. En sitios con mayor humedad, estas comunidades se mezclan con árboles perennifolios tales como el caracolí, el carreto, el resbalamono, la olla de mono, el camaján duro, el olivo y el jaboncillo.

Hacia las bahías de Cinto, Palmarito y Gayraca se encuentran bosques higrotropofíticos, cuyo dosel oscila entre 15 y 20 m de altura y en los cuales predominan especies caducifolias, algunas por breve tiempo y otras durante todo el verano. Las especies más características son el carito u orejero, de defoliación parcial; el jobo, el naranjuelo, el guayacán, el ébano y la ceiba o majagua. Otras especies representativas son el mamón, el trébol, el aceituno, el brasilete, el uvito, el quebracho, el mamón de tigre, la yuca cimarrona y el jayo.

En la zona más oriental de la franja costera, hacia Arrecifes y Cañaveral, se presenta en las partes altas del divorcio de aguas, el bosque húmedo subhigrofítico de porte exuberante y verde durante todo el año, que permanece gran parte del tiempo envuelto en neblina. Está poblado por especies en su mayoría perennifolias que alcanzan hasta 35 m de altura y conforman un universo encantado, con una gran variedad de epífitas —musgos, bromeliáceas, aráceas y orquídeas— que se esparcen por el suelo, cuelgan de las ramas de los árboles o viven sobre ellos.

Las palmas están representadas por la palma de vino, la amarga o de techarí, la iraca y la bejucosa. En el arbolado, las especies dominantes por biomasa son el caracolí, del cual hay individuos hasta de 35 m de altura, con muy buena regeneración natural y localizados en las márgenes de todas las quebradas, el guáimaro, el macondo o bonga, el caney, una de las maderas más finas de la región, el ariza y varios higuerones o cauchos.

En los enclaves de pantano de agua dulce hay vegetación marginal de enea y algunas comunidades de playa como el uvo de playa, el icaco y el guayacán. Los manglares ocupan una extensión muy pequeña en las bahías de Chengue, Cinto y Neguange.

FAUNA

En la parte marina, las formaciones coralinas están representadas por más de 50 especies, como los corales de fuego, los cerebro y cuerno de alce, entre muchos otros, los cuales forman fuertes barreras que protegen del impacto de las olas y crean pequeñas lagunas donde habitan numerosas especies de peces.

Sobresalen en los arrecifes por su colorido, los gusanos sedentarios, semejantes a delicadas flores de colores que se mecen lentamente al ritmo de la marea. Otros invertebrados como el gusano de fuego y el erizo negro se presentan en la zona y contrastan por su forma de locomoción; el primero genera propulsión a través de bruscos movimientos espasmódicos, mientras que el segundo se desliza lentamente en las noches por el fondo marino para procurarse su alimento. También abundan los caracoles, bivalvos, camarones, cangrejos y langostas, de gran importancia económica para las comunidades pesqueras.

Entre los peces de zonas rocosas y coralinas se destacan los pargos, meros, isabelitos —todos ellos de interés comercial—, las morenas y los peces loro, llamados así porque presentan los labios endurecidos, de forma que recuerdan el particular pico del ave.

Dentro de los reptiles marinos hay especies que están en vía de extinción, como la tortuga gogó o caguamo, la carey y la tortuga verde. A nivel terrestre es frecuente encontrar serpientes que merodean entre la vegetación, a la espera de algún incauto animal que se acerque lo suficiente para que lo asfixie la boa, o sea víctima de las mortales mordeduras de las mapanás, cascabeles o de los lobos polleros.

A la sombra se pueden observar iguanas casi inmóviles bajo el frescor que les brinda el follaje de estos bosques misteriosos. En ellos, aves de gran porte como el paujil, la pava y las perdices jabadas se entremezclan con pájaros de colores maravillosos como el papamoscas real, cuyos machos tienen un copete de plumas escarlatas alargadas, que cuando se yerguen, lo despliegan a manera de vistoso abanico; en las hembras las plumas son amarillas festoneadas de azul oscuro metálico; la guacharaca, y el rey galembo o rey golero son otras importantes aves de esta zona.

Entre los mamíferos, que sobrepasan las 100 especies, sobresalen la chucha o zorro mochilero y otro marsupial llamado marta o cinco dedos. Los murciélagos que habitan la región pueden aproximarse a las 70 especies; entre ellas son muy peculiares los Leptonycteris curacaocensis, nectarívoros que polinizan las cactáceas columnares.

Los primates más comunes son la marteja o mico de noche, el mico maicero y el mono aullador o colorado, que recibe ese nombre por sus característicos llamados, que se pueden escuchar incluso a varios kilómetros de distancia; este particular comportamiento es posible, ya que los individuos de tal especie presentan un desarrollo muy amplio en el área de la garganta, que funciona a manera de caja de resonancia y amplifica el poder de sus cuerdas vocales al máximo.

Si un jaguar merodea cerca, sin lugar a dudas la selva despertará gracias a los aulladores, aunque seguramente el jaguar no esté tras estos monos arborícolas, sino que irá siguiendo el rastro de algún zaino o venado, o tal vez espera la oportunidad de desarmar a un puercoespín, para dejar el vientre desprovisto de espinas, a merced de su apetito.

El tigrillo es otro felino que recorre el interior de la selva en busca de pequeños vertebrados, especialmente aves o roedores; por eso las ardillas deben valerse de toda su agilidad para evitar a este pequeño pero efectivo cazador.

POBLACIÓN

Hacia los siglos VI y VII d de C, llegaron al litoral caribe y a las montañas, diversas tribus que recibieron el nombre de tayronas, y se establecieron en varias áreas del flanco norte del macizo de la Sierra Nevada de Santa Marta.

La ocupación del espacio de lo que hoy es Santa Marta se inició en el siglo XIV con el desplazamiento de los grupos oriundos de la cuenca del río Ranchería, localizado en el norte de la Sierra Nevada. Al llegar desarrollaron sistemas de terrazas y obras de irrigación adaptadas a las características de los suelos, con lo que obtuvieron excedentes de los productos agrícolas, entre ellos el maíz.

Los tayronas, que llegaron a habitar buena parte de la vertiente norte de la sierra, particularmente sobre las cuencas del Guachaca, Buritaca y Don Diego, desarrollaron una arquitectura monumental, en asentamientos urbanos unidos por una intrincada red de puentes y caminos. Fueron excelentes orfebres, que además de practicar técnicas avanzadas como la de la cera perdida y la soldadura, emplearon otras como el moldeado y el repujado, trabajaron la cerámica doméstica y tallaron la piedra y el hueso. También desarrollaron actividades productivas sobre las costas y ensenadas del sistema de bahías de Santa Marta, en particular la pesca litoral y la explotación de sal.

Pueblito, el sitio arqueológico de mayor importancia en el litoral, tiene restos de unas 500 a 1.000 casas que albergaban una población de 3.000 a 5.000 habitantes, lo cual revela que se trataba de un núcleo denso de población, con características urbanas similares a las de Bonda, Tayronaca y Pocigüeica, cuya población llegó a los 10.000 habitantes o más. Hay evidencias de que este sitio corresponde al poblado precolombino de Chairama, que fue incendiado durante una expedición de Pedro Fernández de Lugo.

Un intrincado camino conformado por rocas blancas de diferentes tamaños y bordeado de precipicios y riachuelos conduce a Pueblito o Chairama —nombre Tayrona—, que fue un asentamiento de apoyo para los poblaciones de alta ladera de la Sierra, pues suministraba a las más distantes, pescado y productos marinos y costeros, como la yuca y el algodón. Los tayronas utilizaron para ello el sistema de cargadores de mercancías por relevos, que se desplazaban a través de una basta red de caminos construidos entre la costa y los asentamientos en las altas y medias cuencas de la Sierra Nevada.

A los 200 msnm, se abre en una especie de plazoleta donde empieza Pueblito; allí se encuentran ruinas de terrazas, viviendas, canales, puentes, escaleras y obras de arquitectura e ingeniería, testigos mudos de una civilización sobresaliente. Los tayronas de Chairama poseían un complejo sistema político y económico que vinculaba a los habitantes de diferentes áreas. Sus poblados tenían carácter permanente y estaban formados por construcciones líticas. Practicaban la agricultura intensiva con adelantados sistemas de irrigación para productos como maíz, yuca, fríjol y auyama.

Su sistema económico incluía la pesca, la cría de animales y las relaciones mercantiles; con los habitantes del litoral cambiaban telas y oro por pescado y sal; con los del interior, el trueque se hacía entre conchas marinas y esmeraldas.

Con la llegada de los españoles a las costas de Santa Marta en 1501, comenzó una serie de hechos determinantes para la reorganización del espacio y la relocalización de los asentamientos indígenas.

Como consecuencia de la fuerte resistencia que opusieron al conquistador y del contagio de enfermedades traídas por estos, la población indígena fue diezmada; algunos de los sobrevivientes permanecieron sojuzgados en la parte plana y otros huyeron hacia las altas cumbres de la sierra, donde no pudieron aplicar el sistema de terrazas, pero estaban protegidos de los españoles. El desarrollo de los tayronas se vio truncado por la conquista que causó una serie de transformaciones, conflictos y un proceso de sincretismo cultural entre los dos mundos.

Como resultado de la acción misionera, en las bahías de Concha, Chengue, Gayraca, Nenguange y Cinto, posiblemente se construyeron parroquias doctrineras y asentamientos permanentes. También hay indicios arqueológicos de la existencia de cementerios y lugares ceremoniales en Concha, Chengue, Gayraca y Cinto.

En 1525 Rodrigo de Bastidas desembarcó frente a la costa de Santa Marta y fundó en aquel lugar la primera gobernación española en América, por su belleza y por la seguridad que brindaba la bahía. Desde allí se adelantó la expedición que culminó con la conquista del Nuevo Reino de Granada, la fundación de Santa Fe de Bogotá y el asentamiento definitivo de los españoles en el interior del continente suramericano.

A 5 km de la ciudad de Santa Marta se encuentra la Quinta de San Pedro Alejandrino, el lugar donde murió el Libertador. Las grandes extensiones de árboles frutales y caña de azúcar, el molino de caña y la destilería, hacían de ésta una de las más famosas y prósperas propiedades de la zona. La mansión, de un discreto estilo mediterráneo y otros edificios aledaños, fueron construidos alrededor de 1700. Hasta allí llegó Simón Bolívar el 6 de diciembre de 1830, acompañado por don Joaquín De Mier, el dueño de la hacienda y por su esposa y murió pocos días después, el 17 de diciembre. Hoy, en las instalaciones de la Quinta funcionan el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo, el Museo Tayrona y la farmacia Reverend, que lleva el nombre del médico que atendió al Libertador en sus últimos días. 

Actualmente la bahía de Santa Marta se ha convertido en un importante puerto y en un atractivo sector turístico; la belleza de sus playas como las del Rodadero y Gaira, el encanto de las bahías cercanas, de poblados de pescadores como Taganga y la vecindad del Parque Tayrona, hacen de Santa Marta uno de los sitios más interesantes y atractivos del litoral Caribe colombiano.

Golfos y bahías de la península de La Guajira

BAHÍA PORTETE, BAHÍA HONDA Y BAHÍA HONDITA

Estas tres bahías se encuentran entre el cabo de La Vela y punta Gallinas, en el extremo más septentrional del país, en el departamento de La Guajira. La bahía Portete es una de las más privilegiadas a causa de su profundidad y de la protección que le brinda la ensenada. Tiene una extensión aproximada de 12.793 ha y se localiza entre los 12° 16’ 48” de latitud norte y los 72° 0’ 21” de longitud oeste. Por sus características y la cercanía de las minas de carbón del Cerrejón, fue escogida como el lugar ideal para construir uno de los puertos mineros más importantes del país.

Bahía Honda, en medio de las bahías Portete y Hondita, entre los 12° 26’ 40” de latitud norte y los 71° 50’ 55” de longitud oeste, cuenta con una superficie aproximada de 9.500 ha, comprendidas entre la punta Cañón —punta Kaguares— y punta Soldado.

Bahía Hondita, ubicada en el extremo nororiental de la península de La Guajira, muy próxima a la localidad de Chimare, está configurada por la península de punta Gallinas, que forma un canal muy reducido, de acceso a la bahía, en punta Aguja; por esta razón, muchas cartas geográficas la consideran como una laguna interior. Está localizada a los 71° 30’ 00” longitud occidente y los 12° 24’ 30” de latitud norte.

GEOMORFOLOGÍA

Las condiciones geológicas y fisiográficas de la región varían desde los piedemontes relativamente húmedos de la Sierra Nevada de Santa Marta, hasta las llanuras desérticas de la Alta Guajira; son terrenos cuyas alturas tan sólo varían entre los cero y un poco más de 100 msnm.

El suelo en el valle del río Ranchería está compuesto en su mayor parte por material depositado por aluvión, principalmente durante el final del período Terciario y parte del Cuaternario, hace 600.000 años. Al suroccidente se encuentra el valle del Cesar, cuyos sedimentos aluviales provienen de un período geológicamente más activo, el Terciario Temprano y Medio, hace 25 millones de años.

Las bahías Portete, Honda y Hondita están parcialmente relacionadas con el golfo de Venezuela y la bahía de Maracaibo, debido a que las áreas de depresión general de las hoyas del bajo Magdalena y la de Maracaibo, están separadas por el levantamiento estructural del macizo de Santander y la serranía de Perijá, formaciones que delimitan los valles del Cesar y Ranchería en territorio colombiano y, junto con la cordillera de Mérida, rodean la depresión de Maracaibo en Venezuela.

CLIMA

El clima de estas bahías es similar al del resto de la península de La Guajira; presenta una precipitación promedio anual de 415 mm, con un mínimo de 50 y un máximo de 1.300 mm. El área es muy seca desde principios de diciembre hasta mediados de abril; luego hay dos meses de precipitación moderada, para continuar con una estación intermedia seca entre julio y agosto y finalmente una estación invernal durante septiembre, octubre y noviembre.

Los vientos generalmente son leves y variables; dominan los que provienen del nororiente, seguidos por los alisios del noroccidente, aunque algunos registros indican que hay vientos secundarios del sur y suroriente, lo cual hace que en estas bahías se presenten brisas cambiantes entre la costa y el mar, que generalmente se mantienen en un rango de 2 m por segundo, siguiendo así los patrones marinos que soplan del Caribe y el Atlántico; los más fuertes detectados en la región —50 m por segundo en dirección del noroccidente—, están asociados con los alisios que se presentan entre diciembre y marzo e indican una inversión a gran escala en la región cercana a la costa.

ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL

Estas bahías y en especial Portete y Honda están muy influenciadas por las corrientes marítimas del Caribe y en particular por la dinámica que ejercen en sus aguas los vientos alisios del noroccidente. Bahía Hondita, por tratarse de una bahía con un canal de ingreso estrecho y con la ubicación de su boca en dirección contraria a la de las corrientes y los vientos del Caribe, presenta unas condiciones diferentes que están determinadas por su poca profundidad, la que a su vez permite que sus aguas sean cálidas durante todo el año.

ÁREA TERRESTRE

La plataforma continental colombiana alcanza su mayor amplitud en la península de la Guajira, entre la desembocadura del río Piedras y la frontera con Venezuela.

Las bahías Portete, Honda y Hondita no reciben aportes directos de agua dulce del continente, excepto por pequeñas escorrentías provenientes de los arroyos durante las estaciones lluviosas; por lo tanto, los procesos litorales han tenido un efecto mucho más fuerte y permanente sobre el contorno topográfico, que los efectos fluviales. La línea costera está constituida principalmente por planicies de arena salobre conocidas como playones y por algunos acantilados localizados cerca a la entrada de la bahía Portete, como el cabo de La Vela. Los playones son extensos en la costa sur, donde descargan los arroyos Lauwausira y Jaschina, similares a la mayoría de los que drenan en las bahías sin formar deltas. Una de las características más relevantes es el afloramiento de aguas frías —insurgentes desde profundidad—, saladas y ricas en nutrientes, en este lugar donde es escasa o nula la influencia de descargas continentales, debido a la sequedad del clima.

Los playones retienen considerables cantidades de agua de escorrentía durante las estaciones de lluvia; en los períodos secos ésta se evapora y por la acción de barrido del viento sobre las planicies costeras bajas —menos de 3 m—, se forman pequeños montículos de material fino granular llamados por los indígenas wayús sebkas, que esterilizan la superficie por sofocamiento de la cobertura vegetal y de esta forma pueden ser empleados como carreteras por la población local.

VEGETACIÓN

La vegetación es la característica del desierto tropical y consiste principalmente en cactus y árboles ligeramente espinosos; la densidad —baja a muy baja—, se debe a la escasez de agua durante la mayor parte del año y a la carencia de una capa superior de suelo.

Algunos árboles, arbustos y matorrales crecen en la planicie y conforman diferentes tipos de bosques y fruticetos subxerofíticos, donde se encuentran el uvito de playa, uno de los más comunes; el jayo, con flores menudas de corola blanca y frutos de color rojo; el dividivi, planta caducifolia de flores amarillentas y legumbres rojizas con alto contenido de tanino; el olivo, el guayacán de bola, con floración amarilla anaranjada y frutos alados; el guamacho, árbol caducifolio de la familia de los cactus y el manzanillo, árbol brevicaducifolio que segrega un látex amarillento, tóxico y cáustico, cuyos frutos globosos deprimidos exhalan un apetitoso olor a manzana madura.

En los playones salinos aparecen comunidades de hierba de vidrio o platanito, con hojas crasas verde amarillentas y de tripa de pollo, con hojas de sabor salado, que se enrojecen durante los períodos de sequía. En algunas charcas salobres de las bahías Portete y Honda, así como en las lagunas costeras de Camarones, se encuentran manglares.

En la zona del infralitoral abundan los pastos marinos, cuyas especies alcanzan en La Guajira, el mejor desarrollo del país.

FAUNA

En la zona comprendida entre bahía Camarones, bahía Portete y bahía Hondita, y en Manaure y Musichi, habitan de manera ocasional o semipermanente, varias poblaciones de flamencos. A pesar de que estas aves no son el componente más importante de la biota del norte de Colombia, son de las más emblemáticas y bellas y poseen cierto valor como parte del ecosistema de las salinas, estuarios y playas de la región.

En Colombia se las conoce como flamencos, en Venezuela como togos y entre los indígenas wuayús como tococos. La coloración de su plumaje generalmente va del rosado bermellón al salmón, con plumas primarias y secundarias negras muy sobresalientes en vuelo, pero escondidas cuando las alas están replegadas; poseen patas palmeadas con dedos más bien cortos y cuello largo con 18 vértebras que le dan gran movilidad. Su característica principal la constituye la forma del pico, que es como una urna doblada hacia abajo, casi desde su parte media, con mandíbula muy grande y maxila pequeña y aplanada, de manera que se mueve libremente; su lengua es enorme y espesa, con dos hileras de laminillas en la parte superior y lateral, que le sirven como colador para separar el fango, el agua y el alimento. Los flamencos jóvenes son de color gris, con rayas oscuras en el dorso y las alas.

Otra especie importante en la bahía Portete es el pato cucharo o espátula, cuyo plumaje es rosado claro con blanco en el dorso, pecho y cuello; tiene coberteras supra-alares, alares menores y escapulares de color carmín encendido; la cabeza es matizada de verde negruzco y amarillo, el iris carmín, el pico crema y las patas y dedos rojizos. La característica más notable de esta especie es la forma del pico que presenta una notable expansión en el ápice. Se observan en grandes bandadas en las bahías Portete, Honda y Hondita.

También se encuentra el ibis rojo, coclí rojo ó coracora, cuyo plumaje es completamente rojo, excepto en la punta de las cuatro remiges primarias exteriores que son negras; tiene la cabeza desnuda de color carne, el pico curvo, de color pardo negruzco y las patas y dedos escarlatas. En la región son más escasos y ordinariamente vuelan en compañía del ibis blanco o de garzas.

Las playas de la región representan así mismo sitios importantes para el anidamiento de tortugas marinas, entre ellas la tortuga canal, la carey y la caguama.

En el área marítima también existen corales; en una muy pequeña escala en Portete y el cabo de La Vela. Dignos de mención son los bancos de ostras perlíferas que se encuentran en algunas zonas de la plataforma continental a profundidades de 15 m.

POBLACIÓN

Desde la primera década del siglo XVI, el poblamiento de las costas guajiras estuvo ligado a la búsqueda y localización de bancos perleros. En el Caribe se descubrieron ostrales en la isla Margarita, la península de La Guajira y el istmo de Panamá.

El descubrimiento de estos bancos en el cabo de La Vela, hacia 1538, por parte de comerciantes de la isleta de Cubagua, cercana a Margarita, provocó el traslado de la mayoría de sus habitantes —autoridades, esclavos africanos e indígenas—, al cabo, donde fundaron la ciudad de Nuestra Señora de los Remedios del cabo de La Vela, en un territorio disputado por las gobernaciones de Santa Marta y Venezuela. Debido a la deserción de esclavos africanos de Santa Marta y Maracaibo, se formaron palenques de negros en su área de influencia, que no entraron en choque con las autoridades del río de La Hacha. Los habitantes de la provincia de la Ramada, sobre la vertiente nororiental de la Sierra Nevada, se dedicaron al asalto de estancias y poblados de indios pacíficos encomendados a los vecinos del Valle de Upar y Santa Marta, para venderlos como esclavos a los explotadores de perlas.

La esclavitud indígena finalizó hacia 1570 por instrucciones de la Corona y a principios del siglo XVII el panorama social y económico cambió considerablemente; la producción de los ostrales había descendido y parte de los 1.200 habitantes de la ciudad se marchó hacia Panamá y la Margarita en busca de nuevos bancos.

La península de La Guajira fue uno de los principales puntos de salida y entrada de mercaderías ilegales que procedían de la provincia de Mompox o se llevaban hacia allí a través del llamado camino de Jerusalén. Del contrabando no sólo se beneficiaban los indígenas guajiros, sino algunos de los vecinos del río de la Hacha. El estancamiento en el comercio con los ingleses y el crecimiento demográfico de Riohacha, que pasó de 3.966 habitantes en 1778 a 16.734 en 1843, obligó a la población criolla a buscar nuevas áreas para las actividades agropecuarias, empresa que culminó con el desplazamiento de los indígenas hacia la banda norte del río Ranchería, cuyo curso sirvió durante muchos años como frontera entre las poblaciones criolla e indígena.

Entre 1830 y 1850 hubo enconados enfrentamientos entre riohacheros y guajiros y en 1846 se establecieron en territorio indígena, las poblaciones de Dibulla, Camarones, El Paso y Soldado; como consecuencia de ello los nativos perdieron las fértiles llanuras de la vertiente nororiental de la Sierra Nevada, así como gran parte de las tierras del Ranchería medio. Sin embargo, en 1850 fue destruido por los guajiros el poblado de El Paso, junto con las fundaciones coloniales de Menores y Moreno, en un proceso que reafirmó la resistencia indígena y que se cerró en 1882, con el arrasamiento de Soldado.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX algunos colonos de Riohacha se establecieron en territorio guajiro y se dedicaron al comercio de aguardiente, ganado y dividivi, un producto natural, que se utilizaba en las curtiembres y como colorante natural. Como resultado de este proceso surgieron en la segunda mitad del siglo XIX los poblados de puerto Estrella, Taroa, Chimare y punta Espada en la parte norte de la península y fueron repoblados antiguos asentamientos coloniales como Portete, Cardón de los Remedios y Carrizal. En 1884 el gobierno declaró el monopolio nacional sobre las salinas de Manaure, Navío Quebrado y Chimare y utilizó a los indígenas como mano de obra.

El descubrimiento y explotación de nuevas actividades económicas durante la última mitad del siglo XX, relacionadas con la explotación de gas y carbón, condujo a la aparición de nuevos enclaves económicos y culturales en territorio guajiro, como el proyecto carbonífero de El Cerrejón, que incluyó la construcción de Puerto Bolívar en la bahía Portete y la comunicación por carretera y ferrocarril con las minas del Cerrejón.


GOLFO DE VENEZUELA Y LAGO DE MARACAIBO

El lago de Maracaibo, con 12.870 km2, se comunica con el mar Caribe a través del golfo de Venezuela, cuya extensión es ligeramente mayor; es accesible para barcos de gran calado gracias a la construcción de un canal de 33 km de largo por 300 m de ancho y 11 de profundidad. El golfo y la bahía o lago de Maracaibo, como también se le conoce, pertenecen, en su gran mayoría, al estado Zulia de la hermana república de Venezuela y sólo una mínima parte, al norte del golfo es de Colombia, donde se encuentran punta Castilletes, que encierra la bahía de Kosinetas, punta Arenas, que conforma la bahía de Tukakas y punta Espada, que marca el límite noroccidental del golfo.

La región se comporta como una gran cuenca hidrográfica lagunar, cuyos accidentes principales son la península de La Guajira, la sierra de Perijá al occidente y las estribaciones andinas de las sierras de Lara y Falcón al oriente; entre estas dos formaciones montañosas se encuentran terrenos planos y ondulados, en cuyo centro está el lago de Maracaibo.

GEOMORFOLOGÍA

El esquema geológico de la región está definido por dos estructuras nacidas de la cordillera de los Andes, en su ramal oriental, que al bifurcarse en el páramo de Tamá, forman la sierra de Perijá al oeste y la cordillera de Mérida y estribaciones de Falcón y Lara al sur y al oriente.

La sierra de Perijá define el límite occidental del lago y lo separa de la península de La Guajira por la falla de Oca. A su vez, la cordillera de Mérida y sierras de Falcón y Lara marcan el límite suroccidental y occidental de la región. Estos accidentes, constituidos por complejas formaciones de rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias del Precámbrico —hace 600.000 años—, son los levantamientos finales de la cordillera de los Andes y sierra de Perijá, que causaron la depresión estructural y topográfica de la cuenca del lago de Maracaibo.

El norte de la región, en territorio colombiano, es predominantemente llano, de suelos pobres y severas condiciones de aridez. Entre la costa occidental del lago y el piedemonte de la sierra de Perijá, se encuentran planicies y terrenos ondulados con variadas condiciones de fertilidad y régimen de lluvias parcialmente deficitario. En el extremo occidental, la sierra de Perijá, de topografía montañosa, tiene alturas que alcanzan los 3.700 msnm. Al suroccidente del lago de Maracaibo, las ciénagas de Juan Manuel constituyen un área de singular significación por su flora y su fauna. Al sur se encuentra una de las áreas de la región con mayor producción agropecuaria, aunque tiene algunas limitaciones de drenaje. Entre la costa oriental del lago y el piedemonte andino se presentan terrenos ondulados, valles planos y áreas escarpadas que llegan a los 1.500 msnm.

CLIMA

El clima tropical húmedo de la región está muy influenciado por el lago de Maracaibo, cuya masa de agua determina una elevación de la temperatura del aire; esto hace que se forme un centro de baja presión que es compensado por corrientes de aire frió procedentes de las partes altas de las montañas que rodean la región. Este movimiento de convección determina que el régimen de lluvias muestre una clara disminución entre el sur del lago, donde se presentan 3.500 mm y el norte, donde se registran valores de 125 mm.

VEGETACIÓN Y FAUNA

Originalmente, la vegetación dominante consistía en asociaciones forestales variables, de acuerdo con las condiciones locales del suelo, la altitud y el clima. Sin embargo, el área forestal de la región se ha reducido considerablemente debido a las explotaciones madereras y a la ampliación de la frontera agropecuaria. En territorio colombiano las formaciones vegetales y los ecosistemas son muy similares a los que se presentan en el resto de la península de La Guajira. En el área marítima, como en las bahías Portete, Honda y Hondita, abundan las pastos marinos.

Bahías de San Andrés y Providencia

El archipiélago de San Andrés y Providencia está ubicado dentro de la gran Cuenca Colombiana, al noroccidente del territorio continental del país, entre la plataforma continental nicaragüense, el banco de las Perlas y la depresión Providencia; al oriente de las islas se encuentran la cordillera oceánica Bolívar y la depresión Cunas, que tiene, en este sector, hasta 1 km de profundidad.

Forman parte del conjunto insular tres islas: San Andrés, Providencia y Santa Catalina y un número muy apreciable de cayos y bajos coralinos. San Andrés se localiza entre los 12° 28’ y 12º 35’ de latitud norte y los 72º 29’ y 81º 44’ de longitud oeste. Tiene una longitud de 13 km por 3 de ancho y una extensión de 25 km2. Providencia, con una superficie de 17,2 km2 y Santa Catalina, con 1km2 se encuentran localizadas entre los 13° 19’ y 13° 24’ latitud norte y los 81° 21’ y 81° 24’ longitud oeste.

Hay varias geoformas litorales que debido al tamaño de estas islas se definen como bahías y pequeñas ensenadas. Sobresalen en San Andrés, la bahía de San Andrés, la bahía de Hooker y la bahía de Haine, muy próximas entre sí y con una extensión de 70 ha aproximadamente. En Providencia se encuentran las bahías de Maracaibo y Santa Catalina, ubicadas en lados opuestos de la isla y con una superficie aproximada de 28 ha.

GEOMORFOLOGÍA

El origen del archipiélago de San Andrés y Providencia —una serie de islas, atolones y bancos coralinos que abarcan una extensión de casi 400 km2— está asociado al vulcanismo durante el Terciario —entre 70 y 12 millones de años— y a la intensa actividad tectónica que antecedió al levantamiento del istmo centroamericano durante el Plioceno —hace 5,2 millones de años—.

Las islas de San Andrés y Providencia parecen haber emergido aisladas, puesto que no hay indicio de que estuvieran unidas entre sí o conectadas con Centroamérica. Se encuentran a 74 y 84 kilómetros respectivamente de la plataforma Centroamericana y entre ellas hay una profundidad máxima de 1.488 m y una distancia de 88 km.

San Andrés se originó a partir de un cono volcánico que emergió de las aguas hace 50 millones de años y a cuyo alrededor se formaron arrecifes de coral. Hace 30 millones de años el volcán comenzó a hundirse y los arrecifes a crecer, formando un atolón; durante el Pleistoceno, hace 1,9 millones de años, la costa circundante del arrecife empezó a levantarse y a conformar la isla.

Providencia y Santa Catalina parecen haber constituido una sola estructura, creada por el cono de un volcán que posteriormente fue moldeado por el clima y la vegetación. Sus suelos están conformados por cuarzos, irolitas, basaltos, andesitas y riolitas. A medida que se iban hundiendo estos basamentos volcánicos, fueron colonizados por corales y otros organismos hermatípicos —formadores de arrecifes— hasta desarrollar inmensas estructuras calcáreas que alcanzan un grosor de más de 500 m.

CLIMA

Las islas tienen una temperatura promedio de 25 °C y una precipitación cercana a los 1.500 mm al año. Se puede definir un período seco entre enero y junio, con un mínimo de lluvias en marzo y uno húmedo entre julio y diciembre, con picos máximos en octubre y noviembre.

En Providencia el clima es especialmente suave y agradable, debido a la mayor altura que tienen sus montañas y a la fuerza de los vientos. La humedad relativa presenta valores anuales promedios que oscilan entre 73,5 y 83% para un promedio multianual de 78,3%.

La posición geográfica de las islas con respecto a los sitios de origen y confluencia de los vientos alisios, explica el régimen ambiental moderadamente estacional, sin contrastes térmicos fuertes entre estaciones.

La dirección predominante de los vientos, así como la circulación marina en el archipiélago, explican la posición y desarrollo de las formaciones coralinas; el lado oriental, más expuesto, tiene marcada influencia coralina y el lado occidental, más protegido, tiene influencia terrígena.

ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL

Las aguas oceánicas del archipiélago de San Andrés y Providencia son características de un mar cálido, pobre en nutrientes, con un fitoplancton variado, pero de biomasa baja. La estratificación es la de un ecosistema pelágico estable de baja fertilidad, con alteraciones locales debidas a remolinos.

La barrera arrecifal protege las islas del intenso oleaje generado por los vientos, en su largo recorrido sin obstáculos desde el arco insular de las Antillas. Este oleaje es determinante en la estructura y geomorfología del arrecife, después del cual, al ingresar a la laguna arrecifal, pierde su fuerza.

Las mareas no superan los 50 cm y son semidiurnas. Sus efectos ecológicos parecen menores dentro del contexto regional, pero contribuyen a definir estrechas zonas en sustratos rocosos, crestas arrecifales y praderas de fanerógamas, que limitan la expansión en la franja sublitoral. La isla de Providencia está franqueada por la segunda barrera coralina más extensa de todo el Caribe, con cerca de 20 km. Serrana, Quitasueño y Roncador también poseen arrecifes periféricos, casi emergentes, que alcanzan extensiones cercanas a los 40 km2; estas estructuras están coronadas por arrecifes coralinos, llanuras sedimentarias y praderas de pastos marinos y algas, tienen una estrecha relación con las Providencia, Santa Catalina y aun con las de San Andrés.

La morfología irregular del litoral de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, se debe a la acción de las corrientes, el oleaje y los vientos, sobre los terrenos de origen volcánico y coralino, estos últimos, fueron el resultado de movimientos de la plataforma en eras geológicas recientes. En algunos lugares la zona terrestre se eleva de 3 a 4 msnm en forma de cantos rodados con depósitos de arena; en otros sitios hay playas de arena bien constituidas o áreas bajas anegadizas cubiertas de manglar.

ÁREA TERRESTRE

San Andrés es una mole rectilínea compuesta por calizas con arcilla blanca en la franja media y alta y en las zonas bajas del oriente y nororiente, por playas de arena coralina depositada por las olas. El farallón en el norte, con una altura de 60 msnm y otro risco similar en la costa occidental, parecen ser producto de la erosión causada por el descenso del nivel del mar. La capa vegetal en los terrenos altos de San Andrés es delgada, de color pardo rojizo y raras veces tiene más de 60 cm de profundidad.

Providencia y Santa Catalina son islas montañosas de topografía escarpada que alcanza los 360 msnm en la cima del Pick. Los suelos en general son pobres y ácidos en el área montañosa; en las zonas planas de suelos arcillosos prosperan los manglares. Cuatro cayos volcánicos localizados al oriente de Providencia emergen en cercanías de la isla.

Tanto en San Andrés como en Providencia se presentan arroyos estacionales que forman pequeños cañones con formaciones de piedra, entre los que se acumulan materiales detríticos; en las partes bajas anegables se acumulan depósitos de agua salobre. En Providencia las montañas crean una barrera natural que condensa la humedad traída por los vientos marinos, lo que ha propiciado el desarrollo de una exuberante vegetación.

VEGETACIÓN

En la actualidad los bosques de cocoteros conforman la mayor parte de la cobertura vegetal de San Andrés; un inventario de las especies presentes en la isla arrojó como resultado la existencia de 79 especies y 44 familias botánicas, una alta diversidad para un área reducida.

La isla de Providencia tiene un complejo de manglares en el sector de Mc Bean, donde abundan el mangle rojo, amarillo y blanco. La vegetación en la parte montañosa esta constituida por un bosque seco con pequeños árboles donde predomina el Cockspur, especie espinosa que es el hábitat de la hormiga Pseudomyrmex ferruginea, conocida por su agresividad y dolorosa picadura; allí también se encuentran la palma pactá, subespecie endémica de la isla, el resbalamono y algunas cactáceas. Los cayos tienen una vegetación especial: en cayo Cangrejo  predominan los matorrales de icaco y algunas palmas de coco en Los Tres Hermanos y el higuerón que sirve de lugar de nidación de la fragata. En la laguna marina hay extensas praderas de fanerógamas y sobre la franja rocosa costera, en los parches coralinos o en la arena, hay un buen crecimiento de algas marinas, algunas de ellas calcáreas, que contribuyen a la formación de la arena.

FAUNA

Los fondos arenosos cubiertos por pastos marinos soportan una gran variedad de organismos, que si bien no se alimentan directamente de aquellos, sí lo hacen de la capa de algas que cubre sus hojas y de los detritus que allí se originan y que permiten que muchas especies, en particular en sus etapas larvales y juveniles, puedan obtener abundante oxígeno, alimento y refugio; entre los pastos abundan equinodermos como la estrella de mar y los erizos, una gran variedad de moluscos y cuatro especies de tortugas marinas: la verde, la caguama, la carey y la canal.

Sobre las raíces del manglar habitan comunidades de caracoles, esponjas, hidrozoarios, anémonas, cangrejos del género Uca y el cangrejo azul. Constituyen también un refugio adecuado para numerosos juveniles de langostas y otros crustáceos, así como para la mayoría de las especies de peces en la zona.

Todo el complejo arrecifal, donde la comunidad dominante es la asociación de los corales de los géneros Millepora, Palythoa y Porites, permite la presencia de una gran variedad de especies de invertebrados que buscan refugio en las oquedades del arrecife, como esponjas incrustantes, poliquetos, moluscos y crustáceos como la langosta, el cangrejo rey, el cangrejo del coral, las actinias y el erizo.

Debido al carácter insular oceánico y a la pequeña extensión de las islas, la fauna terrestre es limitada en cuanto al número de especies. No obstante, existe un alto grado de endemismo: sólo se encuentra una especie de anfibio, la rana endémica de la isla, Leptodactylus insularis. Entre los reptiles se han registrado una especie de tortuga terrestre, dos de serpientes, la boa y la glass snake y seis de lagartos: penny lizard, especie endémica; la iguana; el ishilly; la snake waiting boy, subespecie endémica; la jack lizard y la blue lizard.

El grupo de las aves es el más variado de los vertebrados terrestres; se han reportado 10 especies de aves terrestres, ocho de marinas residentes y 56 de marinas y terrestres migratorias. Dentro de las marinas se destacan el booby, la fragata, el petrel, la gaviota y la golondrina de mar. Ente las residentes se pueden mencionar el pigeon o bald plate, la garza, el dove, el sugar bird —endémica de Providencia— y el colibrí y el grass bird —endémicas del archipiélago—.

Los mamíferos están representados por varias especies de murciélagos —orden Chiroptera—, dentro de las que se destacan Natalus brevimanus, endémica de las islas. El lobo marino del Caribe se presentaba en la zona, pero actualmente se cuenta como una de las especies de mamíferos marinos extintos.

POBLACIÓN

La ausencia de restos arqueológicos en San Andrés y Providencia permite suponer que ninguna de estas islas fue habitada en la época precolombina; los indios miskitos, provenientes de las costas de Centroamérica, llegaban ocasionalmente a las islas para pescar, cazar tortugas y aprovisionarse de madera.

Aunque el archipiélago tal vez fue visitado por Colón en su cuarto viaje, sólo aparece en cartas de navegación de 1527. El vacío de poder generado por los españoles, permitió la creación de asentamientos de ingleses, holandeses y franceses en la cuenca del Caribe.

Los primeros pobladores fueron ingleses que se establecieron en las islas en 1629; desde allí traficaban con los indios y les ofrecían la facilidad de sus puertos a piratas y corsarios para que atacaran los asentamientos españoles. Por la misma época llegaron grupos de puritanos ingleses que se dedicaron, con la ayuda de esclavos negros, a cultivar tabaco y algodón; después arribaron cultivadores y leñadores jamaicanos con sus esclavos; en 1641 la armada española destruyó la resistencia inglesa en Providencia y se apoderó de 600 esclavos, parte de los que dos años atrás se habían revelado contra los ingleses y protagonizado la primera sublevación de esclavos en territorios ingleses en el Caribe.

En diciembre de 1670 el corsario Henry Morgan llegó a Providencia, que estaba en manos de los españoles desde 1666, estableció su cuartel y desde allí organizó el ataque a Panamá. En 1768 la Corona española retomó la potestad sobre el archipiélago y declaró su pertenencia al Virreinato de la Nueva Granada. De acuerdo con la Constitución de la Gran Colombia de 1821, el archipiélago quedó definitivamente incorporado a Colombia.

Mediante la firma del tratado Esguerra–Bárcenas, en 1928, entre Colombia y Nicaragua, ésta reconoció la plena soberanía de Colombia sobre el archipiélago y a su vez, Colombia reconoció la soberanía nicaragüense sobre la costa de Miskitos, desde el cabo Gracias a Dios hasta el río San Juan y las islas Mangles. Por medio del tratado Vásquez–Saccio entre Colombia y los Estados Unidos, firmado en 1972, se ratificó la soberanía de Colombia sobre los cayos de Roncador, Quitasueño y Serrana. En la actualidad San Andrés dispone de comunicaciones a nivel terrestre, aéreo y marítimo, que facilitan su actividad económica basada en el turismo y el comercio.

 
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