Libros
de la Colección Ecológica del Banco de Occidente:
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CAPÍTULO 3
GOLFOS
Y BAHÍAS DEL
CARIBE COLOMBIANO
Bahías
de Santa Marta y el Parque Tayrona
Estas
bahías están ubicadas en los vértices
de la Sierra Nevada de Santa Marta que se internan en
el mar; las formas caprichosas de los relieves de la
cuchilla de San Lorenzo, entre los ríos Palomino
y Gaira, determinan la existencia de pequeñas
pero hermosas bahías desde punta Gaira hasta
el cabo de San Juan de Guía. Santa Marta, Taganga,
Concha, Chengue, Gayraca, Nenguange, Cinto, Guachaquita
y Palmarito conforman un entorno fascinante de arrecifes
coralinos y pastos marinos, donde conviven infinidad
de peces, moluscos, algas y esponjas, con manglares,
matorrales y más de 100 especies de mamíferos,
200 de aves y 50 de reptiles.
La zona se localiza entre los 11° 14’ 50”
de latitud norte y los 74° 12’ 06” de
longitud oeste, forma parte del Parque Nacional Natural
Tayrona, área protegida que se estableció
desde 1964, debido a la singularidad de la biota, del
paisaje y a su valor histórico cultural.
GEOMORFOLOGÍA
La costa y la franja litoral en esta parte del país
están constituidas por una de las formaciones
geológicas más importantes del Caribe
colombiano: la Sierra Nevada de Santa Marta, que con
sus dos picos cimeros y gemelos, de 5.770 msnm, es la
montaña intertropical más alta del mundo
a la orilla del mar.
Su desarrollo se inició a comienzos del Terciario,
durante el Eoceno, cuando aún no alcanzaba gran
altura, tal y como lo atestiguan las lateritas encontradas
en el flanco sur a una altura de 1.500 msnm, que datan
de 53 a 54 millones de años. Con el paso del
tiempo, las placas oceánica y continental continuaron
enfrentándose, de tal manera que se fue produciendo
un aumento gradual de la altura de la sierra hasta que
en el Pleistoceno alcanzó su altura y posición
actuales. La Sierra constituye una de la zonas del país
más complejas en cuanto a su geomorfología;
presenta diferentes tipos de afloramientos rocosos,
rocas volcánicas y una secuencia variada de sedimentos
—calizas, areniscas y limolitas—.
Los aumentos y descensos del nivel del mar moldearon
el relieve general de estas bahías, formado por
colinas de material ígneo del Terciario y metamórfico
del Cretácico, — hace 70 millones de años—
e influido por el Batolito de Santa Marta, una masa
de rocas magmáticas consolidadas a gran profundidad.
La zona plana de los valles aledaños tiene aportes
de sedimentos del Cuaternario, mezclados con materiales
ígneos y metamórficos.
Las colinas altas y las bahías muestran crestas
convexas con pendientes fuertes y gran abundancia de
cantos rodados. Los acantilados de color rojizo con
bordes irregulares se alternan con bahías, ensenadas
o ancones donde se forman playas amplias pero limitadas
en su extensión; el resto de la costa es alargada,
con arenas gruesas y fuerte oleaje. Este complejo marítimo
continental tiene un área de 16.000 ha y una
altura que oscila entre los 0 y los 900 msnm. Los accidentes
más sobresalientes están determinados
por los cerros de Taganga —500 msnm—, El
Cielo —850 msnm—, Aguas Muertas —900
msnm— y los cerros de Palmarito y San Lucas con
un poco más de 900 msnm.
CLIMA
Esta zona se encuentra fuertemente influenciada por
los vientos alisios y por el mesoclima de la Sierra
Nevada de Santa Marta. En el extremo occidental, hacia
la bahía de Santa Marta, la precipitación
media anual es de aproximadamente 500 mm y se incrementa
paulatinamente hacia el oriente, hasta alcanzar niveles
de 2.000 mm en el sector del río Piedras y en
los picos montañosos más altos del centro
y el oriente del área.
En el año se presentan dos períodos lluviosos;
uno de mayo a junio y otro de septiembre a noviembre,
con máximas intensidades en octubre y dos períodos
secos; el primero, más intenso, de diciembre
a abril y el segundo, que es denominado veranillo —es
bastante variable y puede limitarse apenas a dos semanas—,
se presenta hacia julio o comienzos de agosto. La temperatura
promedio anual es de 27 °C; con valores máximos
anuales de 32,6 °C y mínimos de 23,3 °C.
ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL
Estas bahías poseen una gran variedad de ambientes;
presentan parches de coral, praderas marinas, arenas
suaves, zonas rocosas y suelos lodosos. El sustrato
duro —rocas y corales— es abundante en los
primeros 10 a 15 m a lo largo de la línea costera.
El área sumergida recuerda la escarpada topografía
del área terrestre adyacente, dominada por la
imponente Sierra Nevada de Santa Marta.
De diciembre a abril el área se ve influenciada
por fuertes vientos provenientes del nororiente, lo
que produce un descenso de la temperatura de las aguas
hasta los 22 °C y ocasionalmente hasta 21°C.
Las zonas ubicadas al oriente se encuentran generalmente
más protegidas de la acción de los vientos,
de tal manera que mantienen unas condiciones microclimáticas
más estables a lo largo del año. La fuerza
de estos vientos va descendiendo gradualmente hasta
llegar a ser mínima en los meses de septiembre
a noviembre —época lluviosa—; así,
la temperatura de las aguas vuelve a elevarse hasta
llegar a los 29 °C.
Las profundidades normales varían entre los 17
y los 28 m; sin embargo, en estas bahías es posible
obtener medidas batimétricas tan bajas que alcanzan
los 6 m en algunos puntos.
El complejo hidrográfico marino está representado
por dos sistemas de drenaje; uno marítimo y otro
continental. El primero está formado por un conjunto
de pequeñas quebradas, arroyos y caños
como Cinto, El Cabo, La Boquita, San Lucas y Santa Rosa,
que se deslizan por laderas pendientes y llegan directamente
al mar. El sistema continental está formado por
la cuenca del río Piedras, que sirve de límite
oriental del complejo de bahías y por las quebradas
afluentes del río Gaira, que desemboca al suroccidente
de la ciudad de Santa Marta.
VEGETACIÓN
En la parte continental de las bahías de Santa
Marta y el Tayrona se encuentran comunidades vegetales
con una gran diversidad y heterogeneidad de especies,
que van desde grandes árboles hasta simples cactus
y están muy influenciadas por las condiciones
ambientales y climáticas de la región.
En términos generales, las cuencas y hoyas del
costado occidental presentan matorrales xerófilos
y subxerófilos. Hacia Taganga y Neguange, se
presentan bosques subxerófilos con dosel generalmente
bajo —entre 7 y 10 m—, con especies que
poseen gran cantidad de espinas o aguijones y que pierden
sus hojas durante el verano; en estos bosques sobresalen
los aromos, arbustos con espinas de origen estipular,
rectas y alargadas de color pálido; el trupillo,
el palo brasil, el dividivi, el guamacho, la cactácea
con aspecto de árbol común; la candelabra
o cardón de higo, que se presenta solitaria o
en grupos de 2 a 5 m de altura y la tuna. En sitios
con mayor humedad, estas comunidades se mezclan con
árboles perennifolios tales como el caracolí,
el carreto, el resbalamono, la olla de mono, el camaján
duro, el olivo y el jaboncillo.
Hacia las bahías de Cinto, Palmarito y Gayraca
se encuentran bosques higrotropofíticos, cuyo
dosel oscila entre 15 y 20 m de altura y en los cuales
predominan especies caducifolias, algunas por breve
tiempo y otras durante todo el verano. Las especies
más características son el carito u orejero,
de defoliación parcial; el jobo, el naranjuelo,
el guayacán, el ébano y la ceiba o majagua.
Otras especies representativas son el mamón,
el trébol, el aceituno, el brasilete, el uvito,
el quebracho, el mamón de tigre, la yuca cimarrona
y el jayo.
En la zona más oriental de la franja costera,
hacia Arrecifes y Cañaveral, se presenta en las
partes altas del divorcio de aguas, el bosque húmedo
subhigrofítico de porte exuberante y verde durante
todo el año, que permanece gran parte del tiempo
envuelto en neblina. Está poblado por especies
en su mayoría perennifolias que alcanzan hasta
35 m de altura y conforman un universo encantado, con
una gran variedad de epífitas —musgos,
bromeliáceas, aráceas y orquídeas—
que se esparcen por el suelo, cuelgan de las ramas de
los árboles o viven sobre ellos.
Las palmas están representadas por la palma de
vino, la amarga o de techarí, la iraca y la bejucosa.
En el arbolado, las especies dominantes por biomasa
son el caracolí, del cual hay individuos hasta
de 35 m de altura, con muy buena regeneración
natural y localizados en las márgenes de todas
las quebradas, el guáimaro, el macondo o bonga,
el caney, una de las maderas más finas de la
región, el ariza y varios higuerones o cauchos.
En los enclaves de pantano de agua dulce hay vegetación
marginal de enea y algunas comunidades de playa como
el uvo de playa, el icaco y el guayacán. Los
manglares ocupan una extensión muy pequeña
en las bahías de Chengue, Cinto y Neguange.
FAUNA
En la parte marina, las formaciones coralinas están
representadas por más de 50 especies, como los
corales de fuego, los cerebro y cuerno de alce, entre
muchos otros, los cuales forman fuertes barreras que
protegen del impacto de las olas y crean pequeñas
lagunas donde habitan numerosas especies de peces.
Sobresalen en los arrecifes por su colorido, los gusanos
sedentarios, semejantes a delicadas flores de colores
que se mecen lentamente al ritmo de la marea. Otros
invertebrados como el gusano de fuego y el erizo negro
se presentan en la zona y contrastan por su forma de
locomoción; el primero genera propulsión
a través de bruscos movimientos espasmódicos,
mientras que el segundo se desliza lentamente en las
noches por el fondo marino para procurarse su alimento.
También abundan los caracoles, bivalvos, camarones,
cangrejos y langostas, de gran importancia económica
para las comunidades pesqueras.
Entre los peces de zonas rocosas y coralinas se destacan
los pargos, meros, isabelitos —todos ellos de
interés comercial—, las morenas y los peces
loro, llamados así porque presentan los labios
endurecidos, de forma que recuerdan el particular pico
del ave.
Dentro de los reptiles marinos hay especies que están
en vía de extinción, como la tortuga gogó
o caguamo, la carey y la tortuga verde. A nivel terrestre
es frecuente encontrar serpientes que merodean entre
la vegetación, a la espera de algún incauto
animal que se acerque lo suficiente para que lo asfixie
la boa, o sea víctima de las mortales mordeduras
de las mapanás, cascabeles o de los lobos polleros.
A la sombra se pueden observar iguanas casi inmóviles
bajo el frescor que les brinda el follaje de estos bosques
misteriosos. En ellos, aves de gran porte como el paujil,
la pava y las perdices jabadas se entremezclan con pájaros
de colores maravillosos como el papamoscas real, cuyos
machos tienen un copete de plumas escarlatas alargadas,
que cuando se yerguen, lo despliegan a manera de vistoso
abanico; en las hembras las plumas son amarillas festoneadas
de azul oscuro metálico; la guacharaca, y el
rey galembo o rey golero son otras importantes aves
de esta zona.
Entre los mamíferos, que sobrepasan las 100 especies,
sobresalen la chucha o zorro mochilero y otro marsupial
llamado marta o cinco dedos. Los murciélagos
que habitan la región pueden aproximarse a las
70 especies; entre ellas son muy peculiares los Leptonycteris
curacaocensis, nectarívoros que polinizan
las cactáceas columnares.
Los primates más comunes son la marteja o mico
de noche, el mico maicero y el mono aullador o colorado,
que recibe ese nombre por sus característicos
llamados, que se pueden escuchar incluso a varios kilómetros
de distancia; este particular comportamiento es posible,
ya que los individuos de tal especie presentan un desarrollo
muy amplio en el área de la garganta, que funciona
a manera de caja de resonancia y amplifica el poder
de sus cuerdas vocales al máximo.
Si un jaguar merodea cerca, sin lugar a dudas la selva
despertará gracias a los aulladores, aunque seguramente
el jaguar no esté tras estos monos arborícolas,
sino que irá siguiendo el rastro de algún
zaino o venado, o tal vez espera la oportunidad de desarmar
a un puercoespín, para dejar el vientre desprovisto
de espinas, a merced de su apetito.
El tigrillo es otro felino que recorre el interior de
la selva en busca de pequeños vertebrados, especialmente
aves o roedores; por eso las ardillas deben valerse
de toda su agilidad para evitar a este pequeño
pero efectivo cazador.
POBLACIÓN
Hacia los siglos VI y VII d de C, llegaron al litoral
caribe y a las montañas, diversas tribus que
recibieron el nombre de tayronas, y se establecieron
en varias áreas del flanco norte del macizo de
la Sierra Nevada de Santa Marta.
La ocupación del espacio de lo que hoy es Santa
Marta se inició en el siglo XIV con el desplazamiento
de los grupos oriundos de la cuenca del río Ranchería,
localizado en el norte de la Sierra Nevada. Al llegar
desarrollaron sistemas de terrazas y obras de irrigación
adaptadas a las características de los suelos,
con lo que obtuvieron excedentes de los productos agrícolas,
entre ellos el maíz.
Los tayronas, que llegaron a habitar buena parte de
la vertiente norte de la sierra, particularmente sobre
las cuencas del Guachaca, Buritaca y Don Diego, desarrollaron
una arquitectura monumental, en asentamientos urbanos
unidos por una intrincada red de puentes y caminos.
Fueron excelentes orfebres, que además de practicar
técnicas avanzadas como la de la cera perdida
y la soldadura, emplearon otras como el moldeado y el
repujado, trabajaron la cerámica doméstica
y tallaron la piedra y el hueso. También desarrollaron
actividades productivas sobre las costas y ensenadas
del sistema de bahías de Santa Marta, en particular
la pesca litoral y la explotación de sal.
Pueblito, el sitio arqueológico de mayor importancia
en el litoral, tiene restos de unas 500 a 1.000 casas
que albergaban una población de 3.000 a 5.000
habitantes, lo cual revela que se trataba de un núcleo
denso de población, con características
urbanas similares a las de Bonda, Tayronaca y Pocigüeica,
cuya población llegó a los 10.000 habitantes
o más. Hay evidencias de que este sitio corresponde
al poblado precolombino de Chairama, que fue incendiado
durante una expedición de Pedro Fernández
de Lugo.
Un intrincado camino conformado por rocas blancas de
diferentes tamaños y bordeado de precipicios
y riachuelos conduce a Pueblito o Chairama —nombre
Tayrona—, que fue un asentamiento de apoyo para
los poblaciones de alta ladera de la Sierra, pues suministraba
a las más distantes, pescado y productos marinos
y costeros, como la yuca y el algodón. Los tayronas
utilizaron para ello el sistema de cargadores de mercancías
por relevos, que se desplazaban a través de una
basta red de caminos construidos entre la costa y los
asentamientos en las altas y medias cuencas de la Sierra
Nevada.
A los 200 msnm, se abre en una especie de plazoleta
donde empieza Pueblito; allí se encuentran ruinas
de terrazas, viviendas, canales, puentes, escaleras
y obras de arquitectura e ingeniería, testigos
mudos de una civilización sobresaliente. Los
tayronas de Chairama poseían un complejo sistema
político y económico que vinculaba a los
habitantes de diferentes áreas. Sus poblados
tenían carácter permanente y estaban formados
por construcciones líticas. Practicaban la agricultura
intensiva con adelantados sistemas de irrigación
para productos como maíz, yuca, fríjol
y auyama.
Su sistema económico incluía la pesca,
la cría de animales y las relaciones mercantiles;
con los habitantes del litoral cambiaban telas y oro
por pescado y sal; con los del interior, el trueque
se hacía entre conchas marinas y esmeraldas.
Con la llegada de los españoles a las costas
de Santa Marta en 1501, comenzó una serie de
hechos determinantes para la reorganización del
espacio y la relocalización de los asentamientos
indígenas.
Como consecuencia de la fuerte resistencia que opusieron
al conquistador y del contagio de enfermedades traídas
por estos, la población indígena fue diezmada;
algunos de los sobrevivientes permanecieron sojuzgados
en la parte plana y otros huyeron hacia las altas cumbres
de la sierra, donde no pudieron aplicar el sistema de
terrazas, pero estaban protegidos de los españoles.
El desarrollo de los tayronas se vio truncado por la
conquista que causó una serie de transformaciones,
conflictos y un proceso de sincretismo cultural entre
los dos mundos.
Como resultado de la acción misionera, en las
bahías de Concha, Chengue, Gayraca, Nenguange
y Cinto, posiblemente se construyeron parroquias doctrineras
y asentamientos permanentes. También hay indicios
arqueológicos de la existencia de cementerios
y lugares ceremoniales en Concha, Chengue, Gayraca y
Cinto.
En 1525 Rodrigo de Bastidas desembarcó frente
a la costa de Santa Marta y fundó en aquel lugar
la primera gobernación española en América,
por su belleza y por la seguridad que brindaba la bahía.
Desde allí se adelantó la expedición
que culminó con la conquista del Nuevo Reino
de Granada, la fundación de Santa Fe de Bogotá
y el asentamiento definitivo de los españoles
en el interior del continente suramericano.
A 5 km de la ciudad de Santa Marta se encuentra la Quinta
de San Pedro Alejandrino, el lugar donde murió
el Libertador. Las grandes extensiones de árboles
frutales y caña de azúcar, el molino de
caña y la destilería, hacían de
ésta una de las más famosas y prósperas
propiedades de la zona. La mansión, de un discreto
estilo mediterráneo y otros edificios aledaños,
fueron construidos alrededor de 1700. Hasta allí
llegó Simón Bolívar el 6 de diciembre
de 1830, acompañado por don Joaquín De
Mier, el dueño de la hacienda y por su esposa
y murió pocos días después, el
17 de diciembre. Hoy, en las instalaciones de la Quinta
funcionan el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo,
el Museo Tayrona y la farmacia Reverend, que lleva el
nombre del médico que atendió al Libertador
en sus últimos días.
Actualmente la bahía de Santa Marta se ha convertido
en un importante puerto y en un atractivo sector turístico;
la belleza de sus playas como las del Rodadero y Gaira,
el encanto de las bahías cercanas, de poblados
de pescadores como Taganga y la vecindad del Parque
Tayrona, hacen de Santa Marta uno de los sitios más
interesantes y atractivos del litoral Caribe colombiano.
Golfos
y bahías de la península de La Guajira
BAHÍA
PORTETE, BAHÍA HONDA Y BAHÍA HONDITA
Estas
tres bahías se encuentran entre el cabo de La
Vela y punta Gallinas, en el extremo más septentrional
del país, en el departamento de La Guajira. La
bahía Portete es una de las más privilegiadas
a causa de su profundidad y de la protección
que le brinda la ensenada. Tiene una extensión
aproximada de 12.793 ha y se localiza entre los 12°
16’ 48” de latitud norte y los 72° 0’
21” de longitud oeste. Por sus características
y la cercanía de las minas de carbón del
Cerrejón, fue escogida como el lugar ideal para
construir uno de los puertos mineros más importantes
del país.
Bahía Honda, en medio de las bahías Portete
y Hondita, entre los 12° 26’ 40” de
latitud norte y los 71° 50’ 55” de longitud
oeste, cuenta con una superficie aproximada de 9.500
ha, comprendidas entre la punta Cañón
—punta Kaguares— y punta Soldado.
Bahía Hondita, ubicada en el extremo nororiental
de la península de La Guajira, muy próxima
a la localidad de Chimare, está configurada por
la península de punta Gallinas, que forma un
canal muy reducido, de acceso a la bahía, en
punta Aguja; por esta razón, muchas cartas geográficas
la consideran como una laguna interior. Está
localizada a los 71° 30’ 00” longitud
occidente y los 12° 24’ 30” de latitud
norte.
GEOMORFOLOGÍA
Las condiciones geológicas y fisiográficas
de la región varían desde los piedemontes
relativamente húmedos de la Sierra Nevada de
Santa Marta, hasta las llanuras desérticas de
la Alta Guajira; son terrenos cuyas alturas tan sólo
varían entre los cero y un poco más de
100 msnm.
El suelo en el valle del río Ranchería
está compuesto en su mayor parte por material
depositado por aluvión, principalmente durante
el final del período Terciario y parte del Cuaternario,
hace 600.000 años. Al suroccidente se encuentra
el valle del Cesar, cuyos sedimentos aluviales provienen
de un período geológicamente más
activo, el Terciario Temprano y Medio, hace 25 millones
de años.
Las bahías Portete, Honda y Hondita están
parcialmente relacionadas con el golfo de Venezuela
y la bahía de Maracaibo, debido a que las áreas
de depresión general de las hoyas del bajo Magdalena
y la de Maracaibo, están separadas por el levantamiento
estructural del macizo de Santander y la serranía
de Perijá, formaciones que delimitan los valles
del Cesar y Ranchería en territorio colombiano
y, junto con la cordillera de Mérida, rodean
la depresión de Maracaibo en Venezuela.
CLIMA
El clima de estas bahías es similar al del resto
de la península de La Guajira; presenta una precipitación
promedio anual de 415 mm, con un mínimo de 50
y un máximo de 1.300 mm. El área es muy
seca desde principios de diciembre hasta mediados de
abril; luego hay dos meses de precipitación moderada,
para continuar con una estación intermedia seca
entre julio y agosto y finalmente una estación
invernal durante septiembre, octubre y noviembre.
Los vientos generalmente son leves y variables; dominan
los que provienen del nororiente, seguidos por los alisios
del noroccidente, aunque algunos registros indican que
hay vientos secundarios del sur y suroriente, lo cual
hace que en estas bahías se presenten brisas
cambiantes entre la costa y el mar, que generalmente
se mantienen en un rango de 2 m por segundo, siguiendo
así los patrones marinos que soplan del Caribe
y el Atlántico; los más fuertes detectados
en la región —50 m por segundo en dirección
del noroccidente—, están asociados con
los alisios que se presentan entre diciembre y marzo
e indican una inversión a gran escala en la región
cercana a la costa.
ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL
Estas bahías y en especial Portete y Honda están
muy influenciadas por las corrientes marítimas
del Caribe y en particular por la dinámica que
ejercen en sus aguas los vientos alisios del noroccidente.
Bahía Hondita, por tratarse de una bahía
con un canal de ingreso estrecho y con la ubicación
de su boca en dirección contraria a la de las
corrientes y los vientos del Caribe, presenta unas condiciones
diferentes que están determinadas por su poca
profundidad, la que a su vez permite que sus aguas sean
cálidas durante todo el año.
ÁREA TERRESTRE
La plataforma continental colombiana alcanza su mayor
amplitud en la península de la Guajira, entre
la desembocadura del río Piedras y la frontera
con Venezuela.
Las bahías Portete, Honda y Hondita no reciben
aportes directos de agua dulce del continente, excepto
por pequeñas escorrentías provenientes
de los arroyos durante las estaciones lluviosas; por
lo tanto, los procesos litorales han tenido un efecto
mucho más fuerte y permanente sobre el contorno
topográfico, que los efectos fluviales. La línea
costera está constituida principalmente por planicies
de arena salobre conocidas como playones y por algunos
acantilados localizados cerca a la entrada de la bahía
Portete, como el cabo de La Vela. Los playones son extensos
en la costa sur, donde descargan los arroyos Lauwausira
y Jaschina, similares a la mayoría de los que
drenan en las bahías sin formar deltas. Una de
las características más relevantes es
el afloramiento de aguas frías —insurgentes
desde profundidad—, saladas y ricas en nutrientes,
en este lugar donde es escasa o nula la influencia de
descargas continentales, debido a la sequedad del clima.
Los playones retienen considerables cantidades de agua
de escorrentía durante las estaciones de lluvia;
en los períodos secos ésta se evapora
y por la acción de barrido del viento sobre las
planicies costeras bajas —menos de 3 m—,
se forman pequeños montículos de material
fino granular llamados por los indígenas wayús
sebkas, que esterilizan la superficie por sofocamiento
de la cobertura vegetal y de esta forma pueden ser empleados
como carreteras por la población local.
VEGETACIÓN
La vegetación es la característica del
desierto tropical y consiste principalmente en cactus
y árboles ligeramente espinosos; la densidad
—baja a muy baja—, se debe a la escasez
de agua durante la mayor parte del año y a la
carencia de una capa superior de suelo.
Algunos árboles, arbustos y matorrales crecen
en la planicie y conforman diferentes tipos de bosques
y fruticetos subxerofíticos,
donde se encuentran el uvito de playa, uno de los más
comunes; el jayo, con flores menudas de corola blanca
y frutos de color rojo; el dividivi, planta caducifolia
de flores amarillentas y legumbres rojizas con alto
contenido de tanino; el olivo, el guayacán de
bola, con floración amarilla anaranjada y frutos
alados; el guamacho, árbol caducifolio de la
familia de los cactus y el manzanillo, árbol
brevicaducifolio que segrega un látex amarillento,
tóxico y cáustico, cuyos frutos globosos
deprimidos exhalan un apetitoso olor a manzana madura.
En los playones salinos aparecen comunidades de hierba
de vidrio o platanito, con hojas crasas verde amarillentas
y de tripa de pollo, con hojas de sabor salado, que
se enrojecen durante los períodos de sequía.
En algunas charcas salobres de las bahías Portete
y Honda, así como en las lagunas costeras de
Camarones, se encuentran manglares.
En la zona del infralitoral abundan los pastos marinos,
cuyas especies alcanzan en La Guajira, el mejor desarrollo
del país.
FAUNA
En la zona comprendida entre bahía Camarones,
bahía Portete y bahía Hondita, y en Manaure
y Musichi, habitan de manera ocasional o semipermanente,
varias poblaciones de flamencos. A pesar de que estas
aves no son el componente más importante de la
biota del norte de Colombia, son de las más emblemáticas
y bellas y poseen cierto valor como parte del ecosistema
de las salinas, estuarios y playas de la región.
En Colombia se las conoce como flamencos, en Venezuela
como togos y entre los indígenas wuayús
como tococos. La coloración de su plumaje generalmente
va del rosado bermellón al salmón, con
plumas primarias y secundarias negras muy sobresalientes
en vuelo, pero escondidas cuando las alas están
replegadas; poseen patas palmeadas con dedos más
bien cortos y cuello largo con 18 vértebras que
le dan gran movilidad. Su característica principal
la constituye la forma del pico, que es como una urna
doblada hacia abajo, casi desde su parte media, con
mandíbula muy grande y maxila pequeña
y aplanada, de manera que se mueve libremente; su lengua
es enorme y espesa, con dos hileras de laminillas en
la parte superior y lateral, que le sirven como colador
para separar el fango, el agua y el alimento. Los flamencos
jóvenes son de color gris, con rayas oscuras
en el dorso y las alas.
Otra especie importante en la bahía Portete es
el pato cucharo o espátula, cuyo plumaje es rosado
claro con blanco en el dorso, pecho y cuello; tiene
coberteras supra-alares, alares menores y escapulares
de color carmín encendido; la cabeza es matizada
de verde negruzco y amarillo, el iris carmín,
el pico crema y las patas y dedos rojizos. La característica
más notable de esta especie es la forma del pico
que presenta una notable expansión en el ápice.
Se observan en grandes bandadas en las bahías
Portete, Honda y Hondita.
También se encuentra el ibis rojo, coclí
rojo ó coracora, cuyo plumaje es completamente
rojo, excepto en la punta de las cuatro remiges primarias
exteriores que son negras; tiene la cabeza desnuda de
color carne, el pico curvo, de color pardo negruzco
y las patas y dedos escarlatas. En la región
son más escasos y ordinariamente vuelan en compañía
del ibis blanco o de garzas.
Las playas de la región representan así
mismo sitios importantes para el anidamiento de tortugas
marinas, entre ellas la tortuga canal, la carey y la
caguama.
En el área marítima también existen
corales; en una muy pequeña escala en Portete
y el cabo de La Vela. Dignos de mención son los
bancos de ostras perlíferas que se encuentran
en algunas zonas de la plataforma continental a profundidades
de 15 m.
POBLACIÓN
Desde la primera década del siglo XVI, el poblamiento
de las costas guajiras estuvo ligado a la búsqueda
y localización de bancos perleros. En el Caribe
se descubrieron ostrales en la isla Margarita, la península
de La Guajira y el istmo de Panamá.
El descubrimiento de estos bancos en el cabo de La Vela,
hacia 1538, por parte de comerciantes de la isleta de
Cubagua, cercana a Margarita, provocó el traslado
de la mayoría de sus habitantes —autoridades,
esclavos africanos e indígenas—, al cabo,
donde fundaron la ciudad de Nuestra Señora de
los Remedios del cabo de La Vela, en un territorio disputado
por las gobernaciones de Santa Marta y Venezuela. Debido
a la deserción de esclavos africanos de Santa
Marta y Maracaibo, se formaron palenques de negros en
su área de influencia, que no entraron en choque
con las autoridades del río de La Hacha. Los
habitantes de la provincia de la Ramada, sobre la vertiente
nororiental de la Sierra Nevada, se dedicaron al asalto
de estancias y poblados de indios pacíficos encomendados
a los vecinos del Valle de Upar y Santa Marta, para
venderlos como esclavos a los explotadores de perlas.
La esclavitud indígena finalizó hacia
1570 por instrucciones de la Corona y a principios del
siglo XVII el panorama social y económico cambió
considerablemente; la producción de los ostrales
había descendido y parte de los 1.200 habitantes
de la ciudad se marchó hacia Panamá y
la Margarita en busca de nuevos bancos.
La península de La Guajira fue uno de los principales
puntos de salida y entrada de mercaderías ilegales
que procedían de la provincia de Mompox o se
llevaban hacia allí a través del llamado
camino de Jerusalén. Del contrabando no sólo
se beneficiaban los indígenas guajiros, sino
algunos de los vecinos del río de la Hacha. El
estancamiento en el comercio con los ingleses y el crecimiento
demográfico de Riohacha, que pasó de 3.966
habitantes en 1778 a 16.734 en 1843, obligó a
la población criolla a buscar nuevas áreas
para las actividades agropecuarias, empresa que culminó
con el desplazamiento de los indígenas hacia
la banda norte del río Ranchería, cuyo
curso sirvió durante muchos años como
frontera entre las poblaciones criolla e indígena.
Entre 1830 y 1850 hubo enconados enfrentamientos entre
riohacheros y guajiros y en 1846 se establecieron en
territorio indígena, las poblaciones de Dibulla,
Camarones, El Paso y Soldado; como consecuencia de ello
los nativos perdieron las fértiles llanuras de
la vertiente nororiental de la Sierra Nevada, así
como gran parte de las tierras del Ranchería
medio. Sin embargo, en 1850 fue destruido por los guajiros
el poblado de El Paso, junto con las fundaciones coloniales
de Menores y Moreno, en un proceso que reafirmó
la resistencia indígena y que se cerró
en 1882, con el arrasamiento de Soldado.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX algunos colonos
de Riohacha se establecieron en territorio guajiro y
se dedicaron al comercio de aguardiente, ganado y dividivi,
un producto natural, que se utilizaba en las curtiembres
y como colorante natural. Como resultado de este proceso
surgieron en la segunda mitad del siglo XIX los poblados
de puerto Estrella, Taroa, Chimare y punta Espada en
la parte norte de la península y fueron repoblados
antiguos asentamientos coloniales como Portete, Cardón
de los Remedios y Carrizal. En 1884 el gobierno declaró
el monopolio nacional sobre las salinas de Manaure,
Navío Quebrado y Chimare y utilizó a los
indígenas como mano de obra.
El descubrimiento y explotación de nuevas actividades
económicas durante la última mitad del
siglo XX, relacionadas con la explotación de
gas y carbón, condujo a la aparición de
nuevos enclaves económicos y culturales en territorio
guajiro, como el proyecto carbonífero de El Cerrejón,
que incluyó la construcción de Puerto
Bolívar en la bahía Portete y la comunicación
por carretera y ferrocarril con las minas del Cerrejón.
GOLFO DE VENEZUELA Y LAGO DE MARACAIBO
El
lago de Maracaibo, con 12.870 km2, se comunica
con el mar Caribe a través del golfo de Venezuela,
cuya extensión es ligeramente mayor; es accesible
para barcos de gran calado gracias a la construcción
de un canal de 33 km de largo por 300 m de ancho y 11
de profundidad. El golfo y la bahía o lago de
Maracaibo, como también se le conoce, pertenecen,
en su gran mayoría, al estado Zulia de la hermana
república de Venezuela y sólo una mínima
parte, al norte del golfo es de Colombia, donde se encuentran
punta Castilletes, que encierra la bahía de Kosinetas,
punta Arenas, que conforma la bahía de Tukakas
y punta Espada, que marca el límite noroccidental
del golfo.
La región se comporta como una gran cuenca hidrográfica
lagunar, cuyos accidentes principales son la península
de La Guajira, la sierra de Perijá al occidente
y las estribaciones andinas de las sierras de Lara y
Falcón al oriente; entre estas dos formaciones
montañosas se encuentran terrenos planos y ondulados,
en cuyo centro está el lago de Maracaibo.
GEOMORFOLOGÍA
El esquema geológico de la región está definido por
dos estructuras nacidas de la cordillera de los Andes,
en su ramal oriental, que al bifurcarse en el páramo
de Tamá, forman la sierra de Perijá al oeste y la cordillera
de Mérida y estribaciones de Falcón y Lara al sur y
al oriente.
La sierra de Perijá define el límite occidental del
lago y lo separa de la península de La Guajira por la
falla de Oca. A su vez, la cordillera de Mérida y sierras
de Falcón y Lara marcan el límite suroccidental y occidental
de la región. Estos accidentes, constituidos por complejas
formaciones de rocas ígneas, metamórficas y sedimentarias
del Precámbrico —hace 600.000 años—, son los levantamientos
finales de la cordillera de los Andes y sierra de Perijá,
que causaron la depresión estructural y topográfica
de la cuenca del lago de Maracaibo.
El norte de la región, en territorio colombiano, es
predominantemente llano, de suelos pobres y severas
condiciones de aridez. Entre la costa occidental del
lago y el piedemonte de la sierra de Perijá, se encuentran
planicies y terrenos ondulados con variadas condiciones
de fertilidad y régimen de lluvias parcialmente deficitario.
En el extremo occidental, la sierra de Perijá, de topografía
montañosa, tiene alturas que alcanzan los 3.700 msnm.
Al suroccidente del lago de Maracaibo, las ciénagas
de Juan Manuel constituyen un área de singular significación
por su flora y su fauna. Al sur se encuentra una de
las áreas de la región con mayor producción agropecuaria,
aunque tiene algunas limitaciones de drenaje. Entre
la costa oriental del lago y el piedemonte andino se
presentan terrenos ondulados, valles planos y áreas
escarpadas que llegan a los 1.500 msnm.
CLIMA
El clima tropical húmedo de la región está muy influenciado
por el lago de Maracaibo, cuya masa de agua determina
una elevación de la temperatura del aire; esto hace
que se forme un centro de baja presión que es compensado
por corrientes de aire frió procedentes de las partes
altas de las montañas que rodean la región. Este movimiento
de convección determina que el régimen de lluvias muestre
una clara disminución entre el sur del lago, donde se
presentan 3.500 mm y el norte, donde se registran valores
de 125 mm.
VEGETACIÓN Y FAUNA
Originalmente, la vegetación dominante consistía en
asociaciones forestales variables, de acuerdo con las
condiciones locales del suelo, la altitud y el clima.
Sin embargo, el área forestal de la región se ha reducido
considerablemente debido a las explotaciones madereras
y a la ampliación de la frontera agropecuaria. En territorio
colombiano las formaciones vegetales y los ecosistemas
son muy similares a los que se presentan en el resto
de la península de La Guajira. En el área marítima,
como en las bahías Portete, Honda y Hondita, abundan
las pastos marinos.
Bahías de San Andrés y Providencia
El
archipiélago de San Andrés y Providencia
está ubicado dentro de la gran Cuenca Colombiana,
al noroccidente del territorio continental del país,
entre la plataforma continental nicaragüense, el
banco de las Perlas y la depresión Providencia;
al oriente de las islas se encuentran la cordillera
oceánica Bolívar y la depresión
Cunas, que tiene, en este sector, hasta 1 km de profundidad.
Forman parte del conjunto insular tres islas: San Andrés,
Providencia y Santa Catalina y un número muy
apreciable de cayos y bajos coralinos. San Andrés
se localiza entre los 12° 28’ y 12º 35’
de latitud norte y los 72º 29’ y 81º
44’ de longitud oeste. Tiene una longitud de 13
km por 3 de ancho y una extensión de 25 km2.
Providencia, con una superficie de 17,2 km2
y Santa Catalina, con 1km2 se encuentran
localizadas entre los 13° 19’ y 13° 24’
latitud norte y los 81° 21’ y 81° 24’
longitud oeste.
Hay varias geoformas litorales que debido al tamaño
de estas islas se definen como bahías y pequeñas
ensenadas. Sobresalen en San Andrés, la bahía
de San Andrés, la bahía de Hooker y la
bahía de Haine, muy próximas entre sí
y con una extensión de 70 ha aproximadamente.
En Providencia se encuentran las bahías de Maracaibo
y Santa Catalina, ubicadas en lados opuestos de la isla
y con una superficie aproximada de 28 ha.
GEOMORFOLOGÍA
El origen del archipiélago de San Andrés
y Providencia —una serie de islas, atolones y
bancos coralinos que abarcan una extensión de
casi 400 km2— está asociado
al vulcanismo durante el Terciario —entre 70 y
12 millones de años— y a la intensa actividad
tectónica que antecedió al levantamiento
del istmo centroamericano durante el Plioceno —hace
5,2 millones de años—.
Las islas de San Andrés y Providencia parecen
haber emergido aisladas, puesto que no hay indicio de
que estuvieran unidas entre sí o conectadas con
Centroamérica. Se encuentran a 74 y 84 kilómetros
respectivamente de la plataforma Centroamericana y entre
ellas hay una profundidad máxima de 1.488 m y
una distancia de 88 km.
San Andrés se originó a partir de un cono
volcánico que emergió de las aguas hace
50 millones de años y a cuyo alrededor se formaron
arrecifes de coral. Hace 30 millones de años
el volcán comenzó a hundirse y los arrecifes
a crecer, formando un atolón; durante el Pleistoceno,
hace 1,9 millones de años, la costa circundante
del arrecife empezó a levantarse y a conformar
la isla.
Providencia y Santa Catalina parecen haber constituido
una sola estructura, creada por el cono de un volcán
que posteriormente fue moldeado por el clima y la vegetación.
Sus suelos están conformados por cuarzos, irolitas,
basaltos, andesitas y riolitas. A medida que se iban
hundiendo estos basamentos volcánicos, fueron
colonizados por corales y otros organismos hermatípicos
—formadores de arrecifes— hasta desarrollar
inmensas estructuras calcáreas que alcanzan un
grosor de más de 500 m.
CLIMA
Las islas tienen una temperatura promedio de 25 °C
y una precipitación cercana a los 1.500 mm al
año. Se puede definir un período seco
entre enero y junio, con un mínimo de lluvias
en marzo y uno húmedo entre julio y diciembre,
con picos máximos en octubre y noviembre.
En Providencia el clima es especialmente suave y agradable,
debido a la mayor altura que tienen sus montañas
y a la fuerza de los vientos. La humedad relativa presenta
valores anuales promedios que oscilan entre 73,5 y 83%
para un promedio multianual de 78,3%.
La posición geográfica de las islas con
respecto a los sitios de origen y confluencia de los
vientos alisios, explica el régimen ambiental
moderadamente estacional, sin contrastes térmicos
fuertes entre estaciones.
La dirección predominante de los vientos, así
como la circulación marina en el archipiélago,
explican la posición y desarrollo de las formaciones
coralinas; el lado oriental, más expuesto, tiene
marcada influencia coralina y el lado occidental, más
protegido, tiene influencia terrígena.
ÁREA MARÍTIMA Y LITORAL
Las aguas oceánicas del archipiélago de
San Andrés y Providencia son características
de un mar cálido, pobre en nutrientes, con un
fitoplancton variado, pero de biomasa baja. La estratificación
es la de un ecosistema pelágico estable de baja
fertilidad, con alteraciones locales debidas a remolinos.
La barrera arrecifal protege las islas del intenso oleaje
generado por los vientos, en su largo recorrido sin
obstáculos desde el arco insular de las Antillas.
Este oleaje es determinante en la estructura y geomorfología
del arrecife, después del cual, al ingresar a
la laguna arrecifal, pierde su fuerza.
Las mareas no superan los 50 cm y son semidiurnas. Sus
efectos ecológicos parecen menores dentro del
contexto regional, pero contribuyen a definir estrechas
zonas en sustratos rocosos, crestas arrecifales y praderas
de fanerógamas, que limitan la expansión
en la franja sublitoral. La isla de Providencia está
franqueada por la segunda barrera coralina más
extensa de todo el Caribe, con cerca de 20 km. Serrana,
Quitasueño y Roncador también poseen arrecifes
periféricos, casi emergentes, que alcanzan extensiones
cercanas a los 40 km2; estas estructuras
están coronadas por arrecifes coralinos, llanuras
sedimentarias y praderas de pastos marinos y algas,
tienen una estrecha relación con las Providencia,
Santa Catalina y aun con las de San Andrés.
La morfología irregular del litoral de las islas
de San Andrés, Providencia y Santa Catalina,
se debe a la acción de las corrientes, el oleaje
y los vientos, sobre los terrenos de origen volcánico
y coralino, estos últimos, fueron el resultado
de movimientos de la plataforma en eras geológicas
recientes. En algunos lugares la zona terrestre se eleva
de 3 a 4 msnm en forma de cantos rodados con depósitos
de arena; en otros sitios hay playas de arena bien constituidas
o áreas bajas anegadizas cubiertas de manglar.
ÁREA TERRESTRE
San Andrés es una mole rectilínea compuesta
por calizas con arcilla blanca en la franja media y
alta y en las zonas bajas del oriente y nororiente,
por playas de arena coralina depositada por las olas.
El farallón en el norte, con una altura de 60
msnm y otro risco similar en la costa occidental, parecen
ser producto de la erosión causada por el descenso
del nivel del mar. La capa vegetal en los terrenos altos
de San Andrés es delgada, de color pardo rojizo
y raras veces tiene más de 60 cm de profundidad.
Providencia y Santa Catalina son islas montañosas
de topografía escarpada que alcanza los 360 msnm
en la cima del Pick. Los suelos en general son pobres
y ácidos en el área montañosa;
en las zonas planas de suelos arcillosos prosperan los
manglares. Cuatro cayos volcánicos localizados
al oriente de Providencia emergen en cercanías
de la isla.
Tanto en San Andrés como en Providencia se presentan
arroyos estacionales que forman pequeños cañones
con formaciones de piedra, entre los que se acumulan
materiales detríticos; en las partes bajas anegables
se acumulan depósitos de agua salobre. En Providencia
las montañas crean una barrera natural que condensa
la humedad traída por los vientos marinos, lo
que ha propiciado el desarrollo de una exuberante vegetación.
VEGETACIÓN
En la actualidad los bosques de cocoteros conforman
la mayor parte de la cobertura vegetal de San Andrés;
un inventario de las especies presentes en la isla arrojó
como resultado la existencia de 79 especies y 44 familias
botánicas, una alta diversidad para un área
reducida.
La isla de Providencia tiene un complejo de manglares
en el sector de Mc Bean, donde abundan el mangle rojo,
amarillo y blanco. La vegetación en la parte
montañosa esta constituida por un bosque seco
con pequeños árboles donde predomina el
Cockspur, especie espinosa que es el hábitat
de la hormiga Pseudomyrmex ferruginea, conocida
por su agresividad y dolorosa picadura; allí
también se encuentran la palma pactá,
subespecie endémica de la isla, el resbalamono
y algunas cactáceas. Los cayos tienen una vegetación
especial: en cayo Cangrejo predominan los matorrales
de icaco y algunas palmas de coco en Los Tres Hermanos
y el higuerón que sirve de lugar de nidación
de la fragata. En la laguna marina hay extensas praderas
de fanerógamas y sobre la franja rocosa costera,
en los parches coralinos o en la arena, hay un buen
crecimiento de algas marinas, algunas de ellas calcáreas,
que contribuyen a la formación de la arena.
FAUNA
Los fondos arenosos cubiertos por pastos marinos soportan
una gran variedad de organismos, que si bien no se alimentan
directamente de aquellos, sí lo hacen de la capa
de algas que cubre sus hojas y de los detritus que allí
se originan y que permiten que muchas especies, en particular
en sus etapas larvales y juveniles, puedan obtener abundante
oxígeno, alimento y refugio; entre los pastos
abundan equinodermos como la estrella de mar y los erizos,
una gran variedad de moluscos y cuatro especies de tortugas
marinas: la verde, la caguama, la carey y la canal.
Sobre las raíces del manglar habitan comunidades
de caracoles, esponjas, hidrozoarios, anémonas,
cangrejos del género Uca y el cangrejo
azul. Constituyen también un refugio adecuado
para numerosos juveniles de langostas y otros crustáceos,
así como para la mayoría de las especies
de peces en la zona.
Todo el complejo arrecifal, donde la comunidad dominante
es la asociación de los corales de los géneros
Millepora, Palythoa y Porites, permite
la presencia de una gran variedad de especies de invertebrados
que buscan refugio en las oquedades del arrecife, como
esponjas incrustantes, poliquetos, moluscos y crustáceos
como la langosta, el cangrejo rey, el cangrejo del coral,
las actinias y el erizo.
Debido al carácter insular oceánico y
a la pequeña extensión de las islas, la
fauna terrestre es limitada en cuanto al número
de especies. No obstante, existe un alto grado de endemismo:
sólo se encuentra una especie de anfibio, la
rana endémica de la isla, Leptodactylus insularis.
Entre los reptiles se han registrado una especie de
tortuga terrestre, dos de serpientes, la boa y la glass
snake y seis de lagartos: penny lizard, especie endémica;
la iguana; el ishilly; la snake waiting boy, subespecie
endémica; la jack lizard y la blue lizard.
El grupo de las aves es el más variado de los
vertebrados terrestres; se han reportado 10 especies
de aves terrestres, ocho de marinas residentes y 56
de marinas y terrestres migratorias. Dentro de las marinas
se destacan el booby, la fragata, el petrel, la gaviota
y la golondrina de mar. Ente las residentes se pueden
mencionar el pigeon o bald plate, la garza, el dove,
el sugar bird —endémica de Providencia—
y el colibrí y el grass bird —endémicas
del archipiélago—.
Los mamíferos están representados por
varias especies de murciélagos —orden Chiroptera—,
dentro de las que se destacan Natalus brevimanus,
endémica de las islas. El lobo marino del Caribe
se presentaba en la zona, pero actualmente se cuenta
como una de las especies de mamíferos marinos
extintos.
POBLACIÓN
La ausencia de restos arqueológicos en San Andrés
y Providencia permite suponer que ninguna de estas islas
fue habitada en la época precolombina; los indios
miskitos, provenientes de las costas de Centroamérica,
llegaban ocasionalmente a las islas para pescar, cazar
tortugas y aprovisionarse de madera.
Aunque el archipiélago tal vez fue visitado por
Colón en su cuarto viaje, sólo aparece
en cartas de navegación de 1527. El vacío
de poder generado por los españoles, permitió
la creación de asentamientos de ingleses, holandeses
y franceses en la cuenca del Caribe.
Los primeros pobladores fueron ingleses que se establecieron
en las islas en 1629; desde allí traficaban con
los indios y les ofrecían la facilidad de sus
puertos a piratas y corsarios para que atacaran los
asentamientos españoles. Por la misma época
llegaron grupos de puritanos ingleses que se dedicaron,
con la ayuda de esclavos negros, a cultivar tabaco y
algodón; después arribaron cultivadores
y leñadores jamaicanos con sus esclavos; en 1641
la armada española destruyó la resistencia
inglesa en Providencia y se apoderó de 600 esclavos,
parte de los que dos años atrás se habían
revelado contra los ingleses y protagonizado la primera
sublevación de esclavos en territorios ingleses
en el Caribe.
En diciembre de 1670 el corsario Henry Morgan llegó
a Providencia, que estaba en manos de los españoles
desde 1666, estableció su cuartel y desde allí
organizó el ataque a Panamá. En 1768 la
Corona española retomó la potestad sobre
el archipiélago y declaró su pertenencia
al Virreinato de la Nueva Granada. De acuerdo con la
Constitución de la Gran Colombia de 1821, el
archipiélago quedó definitivamente incorporado
a Colombia.
Mediante la firma del tratado Esguerra–Bárcenas,
en 1928, entre Colombia y Nicaragua, ésta reconoció
la plena soberanía de Colombia sobre el archipiélago
y a su vez, Colombia reconoció la soberanía
nicaragüense sobre la costa de Miskitos, desde
el cabo Gracias a Dios hasta el río San Juan
y las islas Mangles. Por medio del tratado Vásquez–Saccio
entre Colombia y los Estados Unidos, firmado en 1972,
se ratificó la soberanía de Colombia sobre
los cayos de Roncador, Quitasueño y Serrana.
En la actualidad San Andrés dispone de comunicaciones
a nivel terrestre, aéreo y marítimo, que
facilitan su actividad económica basada en el
turismo y el comercio.
Libros
de la Colección Ecológica del Banco de Occidente: