Este
eje montañoso, paralelo a la cordillera Occidental
y al litoral Pacífico, posiblemente forma parte de
una cuarta cordillera andina que finalmente se hundió
en las profundidades del mar descubierto por Balboa; lo
único que queda como evidencia de este proceso geológico
es la serranía misma y la isla de Gorgona, una cúspide
náufraga en el mar, al sur de Colombia.
Las afinidades encontradas entre Gorgona y la región
andina, reafirman esta hipótesis. Los estudios recientes
de biología comparada que se han iniciado tanto en
la isla Gorgona como en las estribaciones de la serranía
del Baudó a la altura de bahía Utría,
demuestran una gran cantidad de similitudes geológicas,
edafológicas, bióticas y ecosistémicas,
como la presencia en la isla del pino romerón o pino
colombiano, una especie característica y propia de
los bosques de niebla altoandinos.
Es muy probable que esta cuarta cordillera andina —llamada
la cordillera Pacífica— haya concluido su existencia
por los mismos motivos que permitieron su surgimiento y
elevación: estar en el área de colisión
entre dos placas litosféricas, la de Nazca que se
desplaza hacia el oriente y la de América del Sur
que se desplaza hacia el occidente-noroccidente.
Dentro de los eventos normales de este choque se presentaron
elevaciones geológicas y subducciones que formaron
un sistema muy activo de bandas marinas o plataformas con
aterrazamientos, y el plegamiento de las otras cordilleras
en nuestro país. Esto ocurrió en reiteradas
ocasiones y es, en parte, lo que explica que sea exactamente
aquí, en la actual Colombia, donde la cordillera
de los Andes presenta la mayor cantidad de plegamientos
y derivaciones con diferentes cronologías.
La cordillera Pacífica presenta una topografía
muy accidentada en su porción marina y está
dentro de lo que comúnmente se conoce como la cuenca
panameña, posiblemente un antiguo valle interandino
como el del río Magdalena o el del río Cauca;
pero en este caso, formado por los ríos Patía
y Atrato. Se encuentra circunscrita entre dos dorsales —cordilleras
oceánicas—, la de Carnigie y Cocos al occidente
y la fosa de Perú–Chile al sur. Además
está limitada al oriente y norte por el continente
suramericano y tiene dos dorsales asísmicas: Malpelo
y Coiba.
Esta cordillera pudo desaparecer debido a procesos geológicos
de sumersión —que formaron a su vez la llamada
fosa Chocó—, eventualmente acompañados
por agrietamientos, roturas y caídas gravitacionales,
que escondieron en el lecho marino las cúspides antes
emergidas, las cuales generaron a su vez, derrames volcánicos
submarinos en sus contornos y otras fallas como la ensenada
de Utría.
CONFORMACIÓN GEOLÓGICA
La serranía del Baudó–Los saltos se
caracteriza geológicamente por tener formaciones
volcánicas y sedimentarias del Terciario, pertenecientes
al Eoceno–Oligoceno —entre 55 y 26 millones
de años— que incluyen en su extremo noroccidental
batolitos y plutones o conglomerados de roca ignea formados
debajo de la superficie terrestre por consolidación
del magma, pertenecientes al mismo período. Las estribaciones
orientales de la serranía corresponden a una formación
Terciaria de sedimentos marinos no consolidados, localizados
a gran profundidad y con espesores hasta de 4.000 m. Además,
en ella está representado el arco geotectónico
del Baudó, formado por corteza oceánica, basaltos
y diabasas del Cretáceo tardío —entre
100 y 65 millones de años—, mezclado con materiales
volcano-detríticos del Paleoceno a Mioceno. Este
arco se extiende por el norte hasta Panamá oriental
—golfo de San Miguel— y constituye un elemento
que se suturó al continente suramericano, probablemente
hacia el Mioceno.
Al oriente del arco se encuentra el geosinclinal de Bolívar,
donde se forma la ensenada de Utría, que corresponde
a una megabrecha de hundimiento, paralela al arco externo
de la serranía y que se manifiesta con la depresión
Utría-Bahía Solano. Allí las colinas
de la península y las cúspides de la serranía,
son porciones de la corteza oceánica elevadas tectónicamente
y pertenecientes a la placa de subducción. En sus
acantilados se observan con cierta frecuencia, lavas consolidadas
en ambientes submarinos, es decir, lavas almohadilladas
de color gris verdoso.
CLIMA
Nada en el Pacífico es predecible, a excepción
de los torrenciales aguaceros y la saturada condición
de agua de la atmósfera, generalmente muy caliente.
La doble condición de Colombia y del Andén
Pacífico, de pertenecer al Ecuador geográfico
y al Ecuador térmico, determinan elevadas temperaturas
del aire en sectores con baja elevación sobre el
nivel de mar, así como la ausencia de pronunciadas
fluctuaciones cíclicas del régimen anual de
lluvias. Por tal motivo, las temperaturas existentes en
las costas marítimas del Pacífico muestran
cierta variabilidad —26.5 °C aproximadamente—
respecto de las del Atlántico Caribeño, cuyos
rangos se encuentran entre 27 y 30 °C.
La temperatura climática se considera, de otra parte,
dentro del tipo «Diurno Ecuatorial», es decir,
que no existen modificaciones sustantivas en la variabilidad
horaria durante el ciclo diario que se presenta en los distintos
meses del año.
La serranía del Baudó–Los Saltos está
dentro de una de las áreas de más baja presión
atmosférica, conocida con el nombre de «concavidad
ecuatorial»; allí convergen los vientos alisios
de cada hemisferio para formar el denominado «Cinturón
de Convergencia Intertropical», lo cual produce humedad
y nubosidad excesivas. Por lo tanto, es una de las áreas
más lluviosas de la Tierra. Un cinturón de
nubes se estrella permanentemente contra corrientes térmicas
cálidas y se precipita en forma de lluvia, bañando
las estribaciones de la serranía del Baudó
y las de la cordillera Occidental. Sobre el costado más
austral de la serranía, cerca de la población
de Tutunendó, se localiza «cielo roto»,
el sitio más lluvioso del mundo, con más de
12.500 mm al año.
En la región hay una humedad relativa comprendida
entre 80 y 95%. El clima puede considerarse superhúmedo
isomegatérmico, con nieblas frecuentes en la serranía
y con más de 300 días lluviosos en el año.
FLORA
La serranía pertenece a la Provincia biogeográfica
del Chocó y corresponde al llamado Andén Pacífico.
Excepto en Urabá y en el sur, donde hay un corto
período de sequía anual, este zonobioma ecuatorial
se caracteriza por poseer una imponente selva superhúmeda
con exuberante follaje, que presenta un dosel de 35 a 40
m de altura y dos o tres estratos subordinados. Durante
las fases secas del Pleistoceno, existió dentro de
la provincia, cuando menos un gran refugio de selvas húmedas,
en el cual parece haber ocurrido un activo proceso de especiación
animal y vegetal; en esta provincia tuvo origen un número
apreciable de animales y vegetales que luego expandieron
su área hacia las selvas húmedas de Panamá
y Costa Rica. De otra parte, una vez constituido el istmo
del Darién, un número considerable de especies
de Centro y Norteamérica, penetraron a América
del Sur a través de ella.
La selva higrofítica posee una flora diversa con
elevados índices de endemismo; entre los que sobresalen
las especies Anthurium vallense, Aphelandra garciae,
Bonafousia columbiensis, Clibadium chocoense, Clibadium
pittieri, Hebeclinum gentryi, Anemopaegma santaritense,
Schelegelia darienensis y Conostegia cuatrecasasii;
además se han registrado 85 Araceas, 82 Ericaceas,
78 Orchidaceas, 76 Solanaceas, 64 Poaceas, 63 Bignoniaceas,
60 Cyperaceas, 60 Arecaceas, 58 Euphorbiaceas, 58 Moraceas,
54 Bromeliaceas, 54 Acanthaceas, 43 Apocynaceas, 39 Annonaceas
y 37 Verbenaceas.
En el estrato arbóreo de la selva higrofítica
se localizan, entre otras, las siguientes especies: abarco,
abrojo, aceite maría, aguanoso, aserrín, bijo,
caimito, chachajo, ceiba, fresno, jigua, higuerones, matón,
pacó, pojoró, sande negro, zanca araña
y caoba. Dentro de las palmas se halla la milpesos.
FAUNA
La evolución de los mamíferos en estos territorios
se inició con la invasión de los primeros
inmigrantes en el Paleoceno temprano o Cretáceo tardío
—hace 65 millones de años—. Los marsupiales
están representados actualmente por especies como
las chuchas o zorros y la chucha de agua; los edentados
por el oso hormiguero palmero, el oso hormiguero, el osito
trueno o la gran bestia, cuyo nombre vulgar alude a la creencia
popular según la cual no se puede encerrar porque
fácilmente se fuga de su cautiverio. Los perezosos
son comunes en la zonas de bosques ribereños y de
transición. Los carnívoros de gran tamaño
están representados por el tigre, el puma, la nutria
y los perritos venaderos.
La porción terrestre —que incluye parcialmente
la serranía del Baudó—, guarda importantes
elementos faunísticos centroamericanos de gran valor
zoogeográfico, por cuanto esta zona se encuentra
dentro del corredor del Pacífico, que sirve como
puente de intercambio entre elementos centroamericanos y
los suramericanos.
Pese a que no son bien conocidos, los murciélagos
de Utría, especialmente los órdenes Rodentia
y Chiroptera, son el grupo con mayor diversidad que existe
en el país. Entre los Rodentia se destaca la presencia
de Orthogeomys sp., especie que forma parte de
los denominados roedores fosoriales, cuyos individuos permanecen
en galerías subterráneas con áreas
de más de 1.000m2, excavadas por sus poderosos
miembros anteriores y sus fuertes incisivos.
Las aves comprenden el mayor número de vertebrados
del área; evaluaciones recientes, no exhaustivas,
señalan unas 270 especies, con endemismos regionales
como la gallineta; sobresalen además, el águila
arpía y varias especies de garzas.
La humedad elevada, las continuas precipitaciones, la densa
cobertura vegetal y la posición geográfica
dentro del «corredor selvático» que comunica
a Centro y Sur América, facilitan una fauna de anfibios
y reptiles con características y adaptaciones especiales;
de hecho, la herpetofauna es muy rica y variada; se calcula
que hay alrededor de 70 especies diferentes —10% de
los anfibios y reptiles registrados para Colombia—.
DISTRITOS BIOGEOGRÁFICOS
La serranía del Baudó-Los Saltos —como
es el caso de la serranía del Darien–San Blas—,
es una de las geoformaciones más importantes de la
Provincia Biogeográfica del Chocó y cuenta
a su vez, con varios distritos biogeográficos.
EL DISTRITO JURADÓ–CUPICA
Por sus características, esta unidad es muy similar
a la planicie del valle del río Tuira en Panamá,
tanto que podrían considerarse como un solo distrito,
con algunos rasgos diferenciales. Este distrito se extiende
a lo largo de la planicie costera del litoral Pacífico,
desde el golfo de San Miguel, hasta el sector de Bahía
Cupica.
Existen indicios de que durante el período Wisconsiniano,
se extendía hacia el norte por lo menos hasta el
centro de Panamá, formando un continuo de sabanas
y bosques secos que eran parte del refugio seco denominado
Corredor Árido del Pacífico; la sequedad probablemente
también afectó el distrito Atrato–San
Juan y a expensas de la regresión marina formó
una estrecha franja selvática que se prolongó
hacia el sur hasta el Ecuador. Actualmente se conocen para
este distrito 806 especies de plantas, 172 de mamíferos,
301 de aves, 25 de reptiles y 26 de anfibios.
DISTRITO BAHÍA SOLANO–TRIBUGÁ
Corresponde al corredor costero que se prolonga al sur de
Bahía Cupica y continúa hacia el sur por la
ladera occidental de la serranía, Bahía Solano,
Golfo de Tribugá, Cabo Marzo, hasta la margen derecha
del río Baudó. También formó
parte del Corredor Árido del Pacífico durante
el período Wisconsiniano y su diversidad actual conocida,
comprende 1.077 especies de plantas, 157 especies de mamíferos,
303 especies de aves, 68 de reptiles —como la tortuga
cabeza de trozo que es endémica—, 42 de anfibios
y 120 de peces.
DISTRITO DEL BAUDÓ
Identificado como el refugio Baudó–El Limón,
comprende toda la porción alta de la serranía
del Baudó–Los Saltos. Desafortunadamente ha
sido poco estudiado pero se encuentra en un excelente estado
de conservación, lo que permite la realización
de futuros reconocimientos para evaluar su biota. La cobertura
vegetal está representada por selvas higrofíticas
frecuentemente nubladas. Se han reportado 115 especies de
mamíferos, 242 de aves, 55 de reptiles y 11 de anfibios.
EL DISTRITO DE CURVARADÓ – RÍO LEÓN
Corresponde a la planicie aluvial de la margen derecha del
río Atrato desde su delta y la costa de Bahía
Colombia en el golfo de Urabá, hasta la cuenca del
río Curvaradó hacia el sur. La cobertura vegetal
está compuesta por selvas higrofíticas en
gran parte mal drenadas, en las cuales se han registrado
512 especies de plantas. Su composición biótica
incluye, además, 181 especies de mamíferos,
312 de aves, 105 de reptiles y 98 de peces.
DISTRITO COMINGODÓ – UPURDÚ –
BOJAYÁ
Comprende los valles de los ríos Truandó y
Nercua, y los de los ríos Upurdú, Opogadó
y Napipí, hasta alcanzar la margen izquierda del
río Bojayá, todos ellos tributarios de la
margen oriental del río Atrato. La cobertura vegetal
está representada por selvas higrofíticas,
frecuentemente nubladas, con una flora de 1.224 especies.
Se han determinado 63 especies de reptiles, dentro de las
cuales se debe resaltar la presencia de una pequeña
población del caimán agujo en la parte alta
del río Truandó. El conjunto de ríos
que bañan este distrito aporta cerca de 100 especies
de peces a la ictiofauna del Atrato; sin embargo, su baja
productividad sólo permite un aprovechamiento a nivel
artesanal. Se han determinado también 167 especies
de mamíferos, 369 de aves y 11 de anfibios.
DISTRITO DEL ALTO ATRATO – SAN JUAN
Corresponde a la parte alta del valle del Atrato y todo
el valle del río San Juan. La cobertura vegetal está
representada por selvas higrofíticas que contienen
más de 1.101 especies de plantas. En su territorio,
moderadamente conocido, se han encontrado 129 especies de
reptiles, algunos de ellos endémicos como las tortugas
cabeza de trozo; los lagartos microgeco de cabeza roja,
camaleón de escama grande y lagartija de Lehmann
y las culebras coral macho y la coral cabeza mariposa. Los
mamíferos están representados por 169 especies,
de las cuales es endémico el murciélago dorsirrayado
chocoano. Además, se encuentran 294 especies de aves,
80 de anfibios y 185 de peces.
Los distritos biogeográficos de la serranía
del Baudó son lugares que muestran variadas formas
de vida e insospechables endemismos que no necesariamente
se ciñen a los límites zoogeográficos
y botánicos ya postulados.
EL HOMBRE EN EL BAUDÓ
La historia evolutiva de las manifestaciones humanas en
este medio conocido como «Las únicas y verdaderas
selvas pluviales del mundo», es casi imposible de
describir. La intrincada trama sociocultural del hombre
y su adaptación en esta porción maravillosa
e inexplorada de Colombia ha sido difícil de establecer
por la imposibilidad que enfrentan los expertos para conocer
la verdadera oferta ambiental del Chocó Biogeográfico
y su papel en el desarrollo cultural de sus habitantes.
Si pudiéramos sintetizar el medio ambiente de esta
región conocida como la cobertura de selva más
continua del continente, después de la Amazonia,
lo resumiríamos en dos palabras: agua y diversidad.
Este factor preponderante del medio, considerado el más
extraordinario a nivel mundial, ha limitado y definido la
presencia del hombre en la región; a diferencia de
otros lugares de la Tierra, sus habitantes necesariamente
han requerido de mecanismos muy especiales para adaptarse
a su entorno y esto queda claramente demostrado si analizamos
la situación actual de los reductos étnicos
indígenas, negro-africanos y mestizos que lo componen.
La llegada del hombre Paleoindio a Colombia y por ende,
al continente suramericano, debió de ocurrir por
este corredor selvático costero. Algunos de estos
primeros cazadores y recolectores arribaron por el litoral
rocoso y las llanuras costeras y fluviales que forman las
depresiones de los ríos Atrato y San Juan, que tienen
no más de 100 msnm y que hoy los expertos reconocen
como pertenecientes a una depresión sinclinal paralela
a la cordillera Occidental de un lado y a la serranía
del Baudó del otro; quizás recorrieron las
depresiones de los ríos Atrato, Baudó y San
Juan.
Se han encontrado algunas puntas de proyectil que podrían
corresponder al Pleistoceno; proceden de hallazgos superficiales
y no ha sido posible asociarlas a otros vestigios culturales
para tener más luces acerca de los hábitos
de estos primeros transeúntes. En la margen izquierda
del golfo de Urabá, en Bahía Gloria, en una
cueva utilizada como abrigo, se encontró una punta
acanalada similar a las halladas en el lago Madden en Panamá,
donde las asociaciones con megafauna fueron más evidentes.
La cordillera Occidental le sirvió al hombre de indicador
geográfico para encontrar los valles interandinos
del Cauca o del Sinú y San Jorge y la cúspide
de la cordillera, que no supera los 3.000 msnm, le permitió,
conjuntamente con el resto del sistema orográfico
Chocó–Pacífico, una muy notoria disponibilidad
de ambientes, desde selva pluvial hasta bosques subandinos
y andinos, dentro de una misma macrocuenca. De otra parte,
la cordillera de la costa o del Chocó, como se conoce
a este sistema de serranías bajas periféricas
es, a pesar de sus elevaciones moderadas que no superan
los 1.400 msnm, un verdadero mosaico de ambientes propicios
para la obtención de especies silvestres alimenticias.
La región cuenta con tres de los ríos más
caudalosos por unidad de superficie del continente; esto
convierte al Atrato, al Baudó y al San Juan en las
vías más expeditas de movilización
para atravesar el Chocó Biogeográfico. Caudalosos
tributarios componen la red fluvial y posibilitan el desplazamiento
de especies en medio de una apretada y espesa masa arbórea
y selvática. No es aventurado asumir que condiciones
ambientales y características ecológicas muy
similares a las actuales, hayan sido una constante para
el hombre desde su arribo al continente y al andén
Pacífico. En tal sentido, es posible afirmar que
pese a la sucesión de diferentes períodos
de cambio climático en el resto del globo, durante
le Pleistoceno —glaciaciones e interglaciales—,
el bioma que por mayor tiempo ha tenido esta región
es, precisamente, el de las selvas húmedas higrofíticas
del piso térmico cálido —Selva Húmeda
Tropical y Selva Pluvial—.
Los vestigios arqueológicos recuperados hasta el
momento están constituidos por conjuntos líticos
no asociados a cerámica o piedra pulimentada y aunque
se hallan relacionados con una cronología absoluta
—fecha de radiocarbón C14—, tipológicamente
se les asigna al período cultural Paleoindio-Arcaico
—10.000 a 2.000 años antes del presente—.
Algo distinto es el panorama cultural en Bahía Cupica,
donde se consiguió recuperar un conjunto muy importante
de materiales arqueológicos de un montículo
funerario ubicado en un manglar al borde del estero La Resaca.
Aquí se establecieron cinco fases, una de las cuales,
la más tardía —Período IV—
pudo fecharse en el 1227 d. C.
En la actualidad, grupos indígenas organizados en
tribus, combinan relaciones muy dependientes del medio con
un patrón de asentamiento seminómada y ribereño
y realizan para su subsistencia actividades de pesca, caza,
recolección y horticultura. Emberas, Waunanas y Noanamas,
cuya población no supera las 30.000 personas, hacen
parte de la macrofamilia lingüística
Karib–Chokó, cuyo patrón de distribución
y adaptación se restringe a la selva húmeda
tropical y a la selva subandina; su origen es posiblemente
amazónico. En la región hay dos resguardos
indígenas de la etnia Embera: uno se ubica en las
cuencas de los ríos Valle y Boroboro, con más
de 210 indígenas y 21.020 hectáreas, y otro,
en la cuenca del Alto Bojayá, con 380 indígenas
y 50.160 hectáreas.
Desde el siglo XVI, la fiebre del oro impulsó a los
españoles a establecerse a todo lo largo y ancho
del Chocó. Pese a los reiterados esfuerzos por someter
a la población indígena, no lo lograron y
muchas comunidades se refugiaron en sitios apartados.
De los 25 millones de esclavos negros capturados para traer
al continente americano, solo 10 millones desembarcaron
en estas tierras. Los que llegaron a Colombia venían
de los ríos Dandé y Cuango en Angola; de la
costa de Calabar o de Mandés en Senegal y de otros
sitios del antiguo Congo; fueron los que dieron origen a
los afroamericanos asentados como esclavos en las regiones
mineras del Pacífico. Éstos tuvieron que incorporar,
en términos generales, toda la tecnología
de subsistencia indígena de la región; aprendieron
sobre construcción de tambos palafiticos, sobre canoas
e implementos de pesca fluvial y marina, sobre chagras y
reproducción de cultivos y sobre otra serie de modelos
productivos, cuyo carácter tradicional aún
se mantiene.
La llanura costera Pacífica, situada desde Cabo Corrientes
hacia el sur, tiene por el contrario, unas condiciones físicas
y ecológicas diferentes para el desarrollo cultural.
Esta llanura se compone de aluviones marinos y fluvio–deltaicos
formados por los aportes de los ríos Mira, Patía,
Telembí, Sanquianga, San Juan y Baudó; allí
la influencia del mar, con mareas de 2 a 3 metros, llega
por múltiples esteros y estuarios hasta los 20 ó
30 km. costa adentro.
Actualmente con la nueva conquista emprendida por el colono
blanco y en parte negro, este equilibrio es nuevamente amenazado,
lo que repercute seriamente en la cultura tradicional y
los recursos naturales de la región.