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CAPÍTULO 10

SERRANÍA DEL BAUDÓ
LOS SANTOS

 

Este eje montañoso, paralelo a la cordillera Occidental y al litoral Pacífico, posiblemente forma parte de una cuarta cordillera andina que finalmente se hundió en las profundidades del mar descubierto por Balboa; lo único que queda como evidencia de este proceso geológico es la serranía misma y la isla de Gorgona, una cúspide náufraga en el mar, al sur de Colombia.

Las afinidades encontradas entre Gorgona y la región andina, reafirman esta hipótesis. Los estudios recientes de biología comparada que se han iniciado tanto en la isla Gorgona como en las estribaciones de la serranía del Baudó a la altura de bahía Utría, demuestran una gran cantidad de similitudes geológicas, edafológicas, bióticas y ecosistémicas, como la presencia en la isla del pino romerón o pino colombiano, una especie característica y propia de los bosques de niebla altoandinos.

Es muy probable que esta cuarta cordillera andina —llamada la cordillera Pacífica— haya concluido su existencia por los mismos motivos que permitieron su surgimiento y elevación: estar en el área de colisión entre dos placas litosféricas, la de Nazca que se desplaza hacia el oriente y la de América del Sur que se desplaza hacia el occidente-noroccidente.

Dentro de los eventos normales de este choque se presentaron elevaciones geológicas y subducciones que formaron un sistema muy activo de bandas marinas o plataformas con aterrazamientos, y el plegamiento de las otras cordilleras en nuestro país. Esto ocurrió en reiteradas ocasiones y es, en parte, lo que explica que sea exactamente aquí, en la actual Colombia, donde la cordillera de los Andes presenta la mayor cantidad de plegamientos y derivaciones con diferentes cronologías.

La cordillera Pacífica presenta una topografía muy accidentada en su porción marina y está dentro de lo que comúnmente se conoce como la cuenca panameña, posiblemente un antiguo valle interandino como el del río Magdalena o el del río Cauca; pero en este caso, formado por los ríos Patía y Atrato. Se encuentra circunscrita entre dos dorsales —cordilleras oceánicas—, la de Carnigie y Cocos al occidente y la fosa de Perú–Chile al sur. Además está limitada al oriente y norte por el continente suramericano y tiene dos dorsales asísmicas: Malpelo y Coiba.

Esta cordillera pudo desaparecer debido a procesos geológicos de sumersión —que formaron a su vez la llamada fosa Chocó—, eventualmente acompañados por agrietamientos, roturas y caídas gravitacionales, que escondieron en el lecho marino las cúspides antes emergidas, las cuales generaron a su vez, derrames volcánicos submarinos en sus contornos y otras fallas como la ensenada de Utría.

CONFORMACIÓN GEOLÓGICA

La serranía del Baudó–Los saltos se caracteriza geológicamente por tener formaciones volcánicas y sedimentarias del Terciario, pertenecientes al EocenoOligoceno —entre 55 y 26 millones de años— que incluyen en su extremo noroccidental batolitos y plutones o conglomerados de roca ignea formados debajo de la superficie terrestre por consolidación del magma, pertenecientes al mismo período. Las estribaciones orientales de la serranía corresponden a una formación Terciaria de sedimentos marinos no consolidados, localizados a gran profundidad y con espesores hasta de 4.000 m. Además, en ella está representado el arco geotectónico del Baudó, formado por corteza oceánica, basaltos y diabasas del Cretáceo tardío —entre 100 y 65 millones de años—, mezclado con materiales volcano-detríticos del Paleoceno a Mioceno. Este arco se extiende por el norte hasta Panamá oriental —golfo de San Miguel— y constituye un elemento que se suturó al continente suramericano, probablemente hacia el Mioceno.

Al oriente del arco se encuentra el geosinclinal de Bolívar, donde se forma la ensenada de Utría, que corresponde a una megabrecha de hundimiento, paralela al arco externo de la serranía y que se manifiesta con la depresión Utría-Bahía Solano. Allí las colinas de la península y las cúspides de la serranía, son porciones de la corteza oceánica elevadas tectónicamente y pertenecientes a la placa de subducción. En sus acantilados se observan con cierta frecuencia, lavas consolidadas en ambientes submarinos, es decir, lavas almohadilladas de color gris verdoso.

CLIMA

Nada en el Pacífico es predecible, a excepción de los torrenciales aguaceros y la saturada condición de agua de la atmósfera, generalmente muy caliente.

La doble condición de Colombia y del Andén Pacífico, de pertenecer al Ecuador geográfico y al Ecuador térmico, determinan elevadas temperaturas del aire en sectores con baja elevación sobre el nivel de mar, así como la ausencia de pronunciadas fluctuaciones cíclicas del régimen anual de lluvias. Por tal motivo, las temperaturas existentes en las costas marítimas del Pacífico muestran cierta variabilidad —26.5 °C aproximadamente— respecto de las del Atlántico Caribeño, cuyos rangos se encuentran entre 27 y 30 °C.

La temperatura climática se considera, de otra parte, dentro del tipo «Diurno Ecuatorial», es decir, que no existen modificaciones sustantivas en la variabilidad horaria durante el ciclo diario que se presenta en los distintos meses del año.

La serranía del Baudó–Los Saltos está dentro de una de las áreas de más baja presión atmosférica, conocida con el nombre de «concavidad ecuatorial»; allí convergen los vientos alisios de cada hemisferio para formar el denominado «Cinturón de Convergencia Intertropical», lo cual produce humedad y nubosidad excesivas. Por lo tanto, es una de las áreas más lluviosas de la Tierra. Un cinturón de nubes se estrella permanentemente contra corrientes térmicas cálidas y se precipita en forma de lluvia, bañando las estribaciones de la serranía del Baudó y las de la cordillera Occidental. Sobre el costado más austral de la serranía, cerca de la población de Tutunendó, se localiza «cielo roto», el sitio más lluvioso del mundo, con más de 12.500 mm al año.

En la región hay una humedad relativa comprendida entre 80 y 95%. El clima puede considerarse superhúmedo isomegatérmico, con nieblas frecuentes en la serranía y con más de 300 días lluviosos en el año.

FLORA

La serranía pertenece a la Provincia biogeográfica del Chocó y corresponde al llamado Andén Pacífico. Excepto en Urabá y en el sur, donde hay un corto período de sequía anual, este zonobioma ecuatorial se caracteriza por poseer una imponente selva superhúmeda con exuberante follaje, que presenta un dosel de 35 a 40 m de altura y dos o tres estratos subordinados. Durante las fases secas del Pleistoceno, existió dentro de la provincia, cuando menos un gran refugio de selvas húmedas, en el cual parece haber ocurrido un activo proceso de especiación animal y vegetal; en esta provincia tuvo origen un número apreciable de animales y vegetales que luego expandieron su área hacia las selvas húmedas de Panamá y Costa Rica. De otra parte, una vez constituido el istmo del Darién, un número considerable de especies de Centro y Norteamérica, penetraron a América del Sur a través de ella.

La selva higrofítica posee una flora diversa con elevados índices de endemismo; entre los que sobresalen las especies Anthurium vallense, Aphelandra garciae, Bonafousia columbiensis, Clibadium chocoense, Clibadium pittieri, Hebeclinum gentryi, Anemopaegma santaritense, Schelegelia darienensis y Conostegia cuatrecasasii; además se han registrado 85 Araceas, 82 Ericaceas, 78 Orchidaceas, 76 Solanaceas, 64 Poaceas, 63 Bignoniaceas, 60 Cyperaceas, 60 Arecaceas, 58 Euphorbiaceas, 58 Moraceas, 54 Bromeliaceas, 54 Acanthaceas, 43 Apocynaceas, 39 Annonaceas y 37 Verbenaceas.

En el estrato arbóreo de la selva higrofítica se localizan, entre otras, las siguientes especies: abarco, abrojo, aceite maría, aguanoso, aserrín, bijo, caimito, chachajo, ceiba, fresno, jigua, higuerones, matón, pacó, pojoró, sande negro, zanca araña y caoba. Dentro de las palmas se halla la milpesos.

FAUNA

La evolución de los mamíferos en estos territorios se inició con la invasión de los primeros inmigrantes en el Paleoceno temprano o Cretáceo tardío —hace 65 millones de años—. Los marsupiales están representados actualmente por especies como las chuchas o zorros y la chucha de agua; los edentados por el oso hormiguero palmero, el oso hormiguero, el osito trueno o la gran bestia, cuyo nombre vulgar alude a la creencia popular según la cual no se puede encerrar porque fácilmente se fuga de su cautiverio. Los perezosos son comunes en la zonas de bosques ribereños y de transición. Los carnívoros de gran tamaño están representados por el tigre, el puma, la nutria y los perritos venaderos.

La porción terrestre —que incluye parcialmente la serranía del Baudó—, guarda importantes elementos faunísticos centroamericanos de gran valor zoogeográfico, por cuanto esta zona se encuentra dentro del corredor del Pacífico, que sirve como puente de intercambio entre elementos centroamericanos y los suramericanos.

Pese a que no son bien conocidos, los murciélagos de Utría, especialmente los órdenes Rodentia y Chiroptera, son el grupo con mayor diversidad que existe en el país. Entre los Rodentia se destaca la presencia de Orthogeomys sp., especie que forma parte de los denominados roedores fosoriales, cuyos individuos permanecen en galerías subterráneas con áreas de más de 1.000m2, excavadas por sus poderosos miembros anteriores y sus fuertes incisivos.

Las aves comprenden el mayor número de vertebrados del área; evaluaciones recientes, no exhaustivas, señalan unas 270 especies, con endemismos regionales como la gallineta; sobresalen además, el águila arpía y varias especies de garzas.

La humedad elevada, las continuas precipitaciones, la densa cobertura vegetal y la posición geográfica dentro del «corredor selvático» que comunica a Centro y Sur América, facilitan una fauna de anfibios y reptiles con características y adaptaciones especiales; de hecho, la herpetofauna es muy rica y variada; se calcula que hay alrededor de 70 especies diferentes —10% de los anfibios y reptiles registrados para Colombia—.

DISTRITOS BIOGEOGRÁFICOS

La serranía del Baudó-Los Saltos —como es el caso de la serranía del Darien–San Blas—, es una de las geoformaciones más importantes de la Provincia Biogeográfica del Chocó y cuenta a su vez, con varios distritos biogeográficos.

EL DISTRITO JURADÓ–CUPICA


Por sus características, esta unidad es muy similar a la planicie del valle del río Tuira en Panamá, tanto que podrían considerarse como un solo distrito, con algunos rasgos diferenciales. Este distrito se extiende a lo largo de la planicie costera del litoral Pacífico, desde el golfo de San Miguel, hasta el sector de Bahía Cupica.

Existen indicios de que durante el período Wisconsiniano, se extendía hacia el norte por lo menos hasta el centro de Panamá, formando un continuo de sabanas y bosques secos que eran parte del refugio seco denominado Corredor Árido del Pacífico; la sequedad probablemente también afectó el distrito Atrato–San Juan y a expensas de la regresión marina formó una estrecha franja selvática que se prolongó hacia el sur hasta el Ecuador. Actualmente se conocen para este distrito 806 especies de plantas, 172 de mamíferos, 301 de aves, 25 de reptiles y 26 de anfibios.

DISTRITO BAHÍA SOLANO–TRIBUGÁ


Corresponde al corredor costero que se prolonga al sur de Bahía Cupica y continúa hacia el sur por la ladera occidental de la serranía, Bahía Solano, Golfo de Tribugá, Cabo Marzo, hasta la margen derecha del río Baudó. También formó parte del Corredor Árido del Pacífico durante el período Wisconsiniano y su diversidad actual conocida, comprende 1.077 especies de plantas, 157 especies de mamíferos, 303 especies de aves, 68 de reptiles —como la tortuga cabeza de trozo que es endémica—, 42 de anfibios y 120 de peces.

DISTRITO DEL BAUDÓ


Identificado como el refugio Baudó–El Limón, comprende toda la porción alta de la serranía del Baudó–Los Saltos. Desafortunadamente ha sido poco estudiado pero se encuentra en un excelente estado de conservación, lo que permite la realización de futuros reconocimientos para evaluar su biota. La cobertura vegetal está representada por selvas higrofíticas frecuentemente nubladas. Se han reportado 115 especies de mamíferos, 242 de aves, 55 de reptiles y 11 de anfibios.

EL DISTRITO DE CURVARADÓ – RÍO LEÓN


Corresponde a la planicie aluvial de la margen derecha del río Atrato desde su delta y la costa de Bahía Colombia en el golfo de Urabá, hasta la cuenca del río Curvaradó hacia el sur. La cobertura vegetal está compuesta por selvas higrofíticas en gran parte mal drenadas, en las cuales se han registrado 512 especies de plantas. Su composición biótica incluye, además, 181 especies de mamíferos, 312 de aves, 105 de reptiles y 98 de peces.

DISTRITO COMINGODÓ – UPURDÚ – BOJAYÁ


Comprende los valles de los ríos Truandó y Nercua, y los de los ríos Upurdú, Opogadó y Napipí, hasta alcanzar la margen izquierda del río Bojayá, todos ellos tributarios de la margen oriental del río Atrato. La cobertura vegetal está representada por selvas higrofíticas, frecuentemente nubladas, con una flora de 1.224 especies. Se han determinado 63 especies de reptiles, dentro de las cuales se debe resaltar la presencia de una pequeña población del caimán agujo en la parte alta del río Truandó. El conjunto de ríos que bañan este distrito aporta cerca de 100 especies de peces a la ictiofauna del Atrato; sin embargo, su baja productividad sólo permite un aprovechamiento a nivel artesanal. Se han determinado también 167 especies de mamíferos, 369 de aves y 11 de anfibios.

DISTRITO DEL ALTO ATRATO – SAN JUAN


Corresponde a la parte alta del valle del Atrato y todo el valle del río San Juan. La cobertura vegetal está representada por selvas higrofíticas que contienen más de 1.101 especies de plantas. En su territorio, moderadamente conocido, se han encontrado 129 especies de reptiles, algunos de ellos endémicos como las tortugas cabeza de trozo; los lagartos microgeco de cabeza roja, camaleón de escama grande y lagartija de Lehmann y las culebras coral macho y la coral cabeza mariposa. Los mamíferos están representados por 169 especies, de las cuales es endémico el murciélago dorsirrayado chocoano. Además, se encuentran 294 especies de aves, 80 de anfibios y 185 de peces.

Los distritos biogeográficos de la serranía del Baudó son lugares que muestran variadas formas de vida e insospechables endemismos que no necesariamente se ciñen a los límites zoogeográficos y botánicos ya postulados.

EL HOMBRE EN EL BAUDÓ


La historia evolutiva de las manifestaciones humanas en este medio conocido como «Las únicas y verdaderas selvas pluviales del mundo», es casi imposible de describir. La intrincada trama sociocultural del hombre y su adaptación en esta porción maravillosa e inexplorada de Colombia ha sido difícil de establecer por la imposibilidad que enfrentan los expertos para conocer la verdadera oferta ambiental del Chocó Biogeográfico y su papel en el desarrollo cultural de sus habitantes.

Si pudiéramos sintetizar el medio ambiente de esta región conocida como la cobertura de selva más continua del continente, después de la Amazonia, lo resumiríamos en dos palabras: agua y diversidad. Este factor preponderante del medio, considerado el más extraordinario a nivel mundial, ha limitado y definido la presencia del hombre en la región; a diferencia de otros lugares de la Tierra, sus habitantes necesariamente han requerido de mecanismos muy especiales para adaptarse a su entorno y esto queda claramente demostrado si analizamos la situación actual de los reductos étnicos indígenas, negro-africanos y mestizos que lo componen.

La llegada del hombre Paleoindio a Colombia y por ende, al continente suramericano, debió de ocurrir por este corredor selvático costero. Algunos de estos primeros cazadores y recolectores arribaron por el litoral rocoso y las llanuras costeras y fluviales que forman las depresiones de los ríos Atrato y San Juan, que tienen no más de 100 msnm y que hoy los expertos reconocen como pertenecientes a una depresión sinclinal paralela a la cordillera Occidental de un lado y a la serranía del Baudó del otro; quizás recorrieron las depresiones de los ríos Atrato, Baudó y San Juan.

Se han encontrado algunas puntas de proyectil que podrían corresponder al Pleistoceno; proceden de hallazgos superficiales y no ha sido posible asociarlas a otros vestigios culturales para tener más luces acerca de los hábitos de estos primeros transeúntes. En la margen izquierda del golfo de Urabá, en Bahía Gloria, en una cueva utilizada como abrigo, se encontró una punta acanalada similar a las halladas en el lago Madden en Panamá, donde las asociaciones con megafauna fueron más evidentes.

La cordillera Occidental le sirvió al hombre de indicador geográfico para encontrar los valles interandinos del Cauca o del Sinú y San Jorge y la cúspide de la cordillera, que no supera los 3.000 msnm, le permitió, conjuntamente con el resto del sistema orográfico Chocó–Pacífico, una muy notoria disponibilidad de ambientes, desde selva pluvial hasta bosques subandinos y andinos, dentro de una misma macrocuenca. De otra parte, la cordillera de la costa o del Chocó, como se conoce a este sistema de serranías bajas periféricas es, a pesar de sus elevaciones moderadas que no superan los 1.400 msnm, un verdadero mosaico de ambientes propicios para la obtención de especies silvestres alimenticias.

La región cuenta con tres de los ríos más caudalosos por unidad de superficie del continente; esto convierte al Atrato, al Baudó y al San Juan en las vías más expeditas de movilización para atravesar el Chocó Biogeográfico. Caudalosos tributarios componen la red fluvial y posibilitan el desplazamiento de especies en medio de una apretada y espesa masa arbórea y selvática. No es aventurado asumir que condiciones ambientales y características ecológicas muy similares a las actuales, hayan sido una constante para el hombre desde su arribo al continente y al andén Pacífico. En tal sentido, es posible afirmar que pese a la sucesión de diferentes períodos de cambio climático en el resto del globo, durante le Pleistoceno —glaciaciones e interglaciales—, el bioma que por mayor tiempo ha tenido esta región es, precisamente, el de las selvas húmedas higrofíticas del piso térmico cálido —Selva Húmeda Tropical y Selva Pluvial—.

Los vestigios arqueológicos recuperados hasta el momento están constituidos por conjuntos líticos no asociados a cerámica o piedra pulimentada y aunque se hallan relacionados con una cronología absoluta —fecha de radiocarbón C14—, tipológicamente se les asigna al período cultural Paleoindio-Arcaico —10.000 a 2.000 años antes del presente—. Algo distinto es el panorama cultural en Bahía Cupica, donde se consiguió recuperar un conjunto muy importante de materiales arqueológicos de un montículo funerario ubicado en un manglar al borde del estero La Resaca. Aquí se establecieron cinco fases, una de las cuales, la más tardía —Período IV— pudo fecharse en el 1227 d. C.

En la actualidad, grupos indígenas organizados en tribus, combinan relaciones muy dependientes del medio con un patrón de asentamiento seminómada y ribereño y realizan para su subsistencia actividades de pesca, caza, recolección y horticultura. Emberas, Waunanas y Noanamas, cuya población no supera las 30.000 personas, hacen parte de la macrofamilia lingüística

Karib–Chokó, cuyo patrón de distribución y adaptación se restringe a la selva húmeda tropical y a la selva subandina; su origen es posiblemente amazónico. En la región hay dos resguardos indígenas de la etnia Embera: uno se ubica en las cuencas de los ríos Valle y Boroboro, con más de 210 indígenas y 21.020 hectáreas, y otro, en la cuenca del Alto Bojayá, con 380 indígenas y 50.160 hectáreas.

Desde el siglo XVI, la fiebre del oro impulsó a los españoles a establecerse a todo lo largo y ancho del Chocó. Pese a los reiterados esfuerzos por someter a la población indígena, no lo lograron y muchas comunidades se refugiaron en sitios apartados.

De los 25 millones de esclavos negros capturados para traer al continente americano, solo 10 millones desembarcaron en estas tierras. Los que llegaron a Colombia venían de los ríos Dandé y Cuango en Angola; de la costa de Calabar o de Mandés en Senegal y de otros sitios del antiguo Congo; fueron los que dieron origen a los afroamericanos asentados como esclavos en las regiones mineras del Pacífico. Éstos tuvieron que incorporar, en términos generales, toda la tecnología de subsistencia indígena de la región; aprendieron sobre construcción de tambos palafiticos, sobre canoas e implementos de pesca fluvial y marina, sobre chagras y reproducción de cultivos y sobre otra serie de modelos productivos, cuyo carácter tradicional aún se mantiene.

La llanura costera Pacífica, situada desde Cabo Corrientes hacia el sur, tiene por el contrario, unas condiciones físicas y ecológicas diferentes para el desarrollo cultural. Esta llanura se compone de aluviones marinos y fluvio–deltaicos formados por los aportes de los ríos Mira, Patía, Telembí, Sanquianga, San Juan y Baudó; allí la influencia del mar, con mareas de 2 a 3 metros, llega por múltiples esteros y estuarios hasta los 20 ó 30 km. costa adentro.

Actualmente con la nueva conquista emprendida por el colono blanco y en parte negro, este equilibrio es nuevamente amenazado, lo que repercute seriamente en la cultura tradicional y los recursos naturales de la región.

 
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